Capítulo 44: Quiero prenderme fuego

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Sentí todas las miradas de ese sitio clavadas en mí. Me quise hundir en el agua o prenderme fuego en aquel instante. De verdad que me quería morir.

Había un silencio bastante incómodo en toda la playa. Algunos susurraban y otros sólo observaban. Casi todos se habían quedado callados al escuchar las palabras de Noah.

De un momento a otro, todos empezaron a silbar y a decir bobadas como ir allí y abrazarle o algo así. Mi cabeza estaba trabada en una de las palabras que acababa de decir. Sí, creo que me quedé en "Me enamoré de ti". Con eso ya me bastaba. Había escuchado todo el texto que acababa de soltar Noah delante de toda la playa y a mí las palabras que más me llamaban la atención eran las primeras.

Recogí mi cabello rubio hacia un lado y me giré de cara a Noah. Estaba un poco lejos, en bañador y sin camiseta, con el pelo un poco revuelto. Tenía la boca entreabierta y las manos encogidas en puños con la frente fruncida. Parecía un perro herido pidiendo ayuda.

Me tiré al agua para nadar en su dirección. Me puse de pié en el agua en cuánto vi que estaba cerca de él. Corrí hacia él y cuando estuve de cara a Noah, salté encima de él envolviendo mis piernas en su cintura.

Noah se sorprendió pero me cogió a tiempo. Incliné rápidamente mi cabeza hacia abajo y junté nuestros labios.

Solo fue un beso. No quería que toda esa gente tuviera que ver como intercambiábamos saliva desesperadamente.

-Lo siento... -Susurré separándome de él y bajando al suelo.

-Eso suena raro saliendo de tu boca. -Murmuró Noah con una sonrisa mientras se relamía los labios mirando hacia el cielo.

-No empieces. -Le di un codazo rápido en el estómago pero a él solo le provocó risas.

Ahora escuchaba a toda la gente aplaudir y silbar todo el rato. Madre mía, puede que esto fuera lo más vergonzoso que me haya pasado en la vida.

-Vaya escenita... -Murmuró Brittany cruzada de brazos sonriendo pícara.

Rodé los ojos sonriendo. Sabía que todo esto había sido idea suya. Yo necesitaba tomar el aire, y Noah necesitaba aclarar su mente. Al fin y al cabo, nadie ha muerto por mi culpa, así que eso es algo bueno.

-Eres un año mas pequeña que yo, cuidado. -Advertí frunciendo el ceño.

No me gustaba que una niña un año menos que yo, que casualmente es mi hermanastra, me ganara en algo que podía hacer por mí misma.

-Jo, tío, te has vuelto cursi. -Dijo Lewis riendo dándole palmadas a Noah en la espalda.

-¿Por qué hiciste eso? Te juro que me quería prender fuego. -Refunfuñé sarcástica cruzándome de brazos y Noah rió.

Ahora todo el mundo nos miraba sonrientes, algunos aplaudiendo y otros gritando bobadas. Dios, no sólo antes me quería prender fuego.

Me mordí el labio escondiendo mi cara en mis manos y tirándome el pelo hacia atrás.

-Será mejor que nos vayamos. No van a parar. Gracias, Noah. -Dijo Brittanty fastidiada.

Nop, ella nunca se callaba, siempre tenía que decir algo.

Cogimos nuestras toallas y demás cosas y salimos de la arena. Minutos después, la gente ya había parado y ahora estaban con sus cosas.

Suspiré cansada en cuánto pisé el suelo de mi casa. Me quedé en la entrada planteándome si dejar pasar a Noah o girarme y despedirme de él. Quizás la segunda opción era la más correcta.

Me giré en frente de él, e iba a decir unas palabras, pero alguien se me adelantó.

-Hola Noah, ¿quieres cenar con nosotros? -Esa voz dulce y mentirosa provenía de mi madrastra. Sabía que sólo lo estaba haciendo para conocerle y en caso de que fuera una mala influencia, me hiciera cortar con él.

-Verónica... -Murmuré enfadada pero entonces me di cuenta de algo.

¿Cómo cojones sabía su nombre?

-Sólo serán veinte minutos. Anda, pasa. -Le dejó sitio a Noah para que pasara y me agarró del brazo para apartarme de la puerta.

-¿Cómo sabes su...? -Me callé al ver que Noah estaba mirando por encima de su hombro. Estos dos ya se conocían de antes, y, sin duda, no se llevaban nada bien. Había odio en sus miradas, sobretodo en la de mi madrastra. -Da igual. -Dije finalmente para pasar hacia la cocina.

Ni siquiera me había cambiado de ropa, aún tenía el bañador de Brittany mojado debajo de mi ropa de calle, y empezaba a molestarme.

Noah fue el último en sentarse, dudando en si cenar con nosotros o inventarse una excusa a última hora para evitar una charla incómoda con Vero.

Al final se decidió y se sentó a mi lado suspirando derrotado.

-No tengo mucha hambre. -Murmuró Noah en mi oído.

Excusa. Esa era una excusa bastante común para librarse de una víbora que quería examinarle. Bueno, lo último no era tan común. Además, Vero era mi madrastra, ella nunca sería mi madre.

-Toma, Noah. -Dijo Vero ofreciéndole un plato de macarrones.

-Gracias, señora Lee. -Agradeció él cogiendo el plato y poniéndolo en la mesa.

Mi madrastra hizo una mueca y sonrió despectiva.

-Oh, por favor, no me llames así. Verónica me hace sentir más joven.

¿Igual que las arrugas de tu cara?, pensé, pero no lo dije en voz alta, sino me habría ganado un castigo por parte de mi padre y odio infinito de Vero.

Noah asintió con una sonrisa de niño bueno y yo suspiré poniéndome la mano en la frente. Esto es increíble, ojalá hubiera reaccionado en la puerta antes de que apareciera mi madrastra.

Pasaron los veinte minutos más incómodos de mi vida cuando Noah ya estaba en la puerta despidiéndose.

-Madre mía, lo siento mucho. Parecen una familia de caníbales. Aunque te parezca increíble, es la segunda vez que cenamos todos en familia. Y la primera no fue muy bien, que digamos... -Murmuré poniéndome la mano en la frente y tapándome los ojos de la vergüenza. ¿Por qué mi madrastra me hacía pasar por esto?

-Eh, no pasa nada. Me alegra ver a una familia tan unida. En la mía apenas somos dos los que cenamos juntos. -Dijo apartándome la mano de la frente y los ojos.

Alcé la vista y él estaba sonriendo. No podía ser. Su padre le había abandonado cuando era pequeño, y a su hermana la habían llevado a un internado, y aún así, sonreía. No me había enterado por él, me lo dijo Brittany hace tiempo ya. Noah no querría ni mencionar a su padre.

Le sonreí de vuelta mientras él me cogía de la mano.

-Nunca pensé que acabaríamos así. -Susurró Noah sonriéndome pervertido.

-Cuidado, que aún tengo puños en las manos. -Me defendí mientras los dos reíamos.

Yo tampoco pensé que acabaríamos así.

Cuento Hasta Tres ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora