A veces, cuando estoy de turno vendiendo helados (Un trabajo honrado para mi) viene una chica de cabello castaño con una linda sonrisa.
Ella me pide dos helados de mantecado y se sienta en la banca que da cara a la fuente, nunca le he visto comerse los dos. Solo se come uno, y el otro lo deja en las rendijas de la banqueta.
Esto pasa cada domingo por la tarde...
Un día, hubo una ola de calor fatal y pues un helado me hubiese caido muy bien. Y direís: Pero coño, eres un heladero, solo comete uno ya. Yo no puedo comer mi mercancía a menos que la pague, y la verdad es que no tenía dinero ese día. Mientras me sofocaba y asfixiaba por el calor, llegó la chica de siempre pidiendo dos helados con mucho apuro. Antes que se fuera, le pregunté que para quién era el otro helado. Ella solo contestó que era para un tal "Matthew". Cuando pensé que por fin esta chica le daría el helado a alguien más, lo volvió a dejar en la banqueta de siempre. Cuando se fué, mi enojo era tan grande que me senté y me comí el helado. No era justo desperdiciar aquello con tanto calor que hacia y la verdad que si el tal "Matthew" existia, cuando llegase encontraría aquel cono de helado hecho agua.
Como el tal "Matthew" nunca llegó me quedó en claro que tal vez era algún tipo de amigo imaginario. Aunque algo tonto, para una chica que tendría más o menos 19 años. Así que solo creí que la había dejado plantada por octagésima vez. Pobre chica, habría que ser un cabrón para dejar a tal preciosidad plantada en más de una ocasión. Probablemente ese chico le dijo que la esperaría en aquel parque o algo así pero eso no era de mi incumbencia, mientras ella pagase por lo que había comprado.
Cuando se hicieron las seis y media de la tarde, decidí irme a casa. Yo estaba en aquel banquillo que daba cara a la fuente esperando que algo interesante sucediese... Ojalá hubiese sido un día normal como los demás.
Me levanté y miré hacia mi carrito de helados.Y allí, estaba. Alguien. Algo.
Era un hombre con una gabardina de color marrón oscuro y un sombrero. Gracias al resplandeciente foco encima de él no le pude detallar el rostro. Estaba tocando el timbre del carrito lentamente y a un ritmo muy pausado.
Me dirigí hacia él de manera y firme. Cuando llegué a quedar cara a cara con él; Exclamó lo siguiente:
-Hola, señor Heladero.
Su voz era algo, gruesa. Un poco distorsionada y de un tono muy neutro. Yo, estaba asustado. No había nadie a mi alrededor esa tarde. Cuando volví a mis cabales, repitió la misma oración mientras seguía tocando el timbre:
- Hola, señor Heladero.A lo cual continuó:
-Mi amiga Sasha me dejó un helado en donde estaba ustéd sentado.
Respondí, muy asustado:
-No sé de que me habla.
Y él:
-Vamos, un helado de mantecado. Ella siempre lo deja ahí. Cada tarde de cada domingo ella siempre me deja un helado de mantecado.
Yo nunca había visto a nadie coger ese tal helado, pero... No lo sé, estaba muy confundido. Solo quería irme a casa. Le dije:
-Por favor señor...
Una interrupción surgió antes de que pudisese terminar:
-¡Oh! No diga esas formalidades, llameme Matthew.
Me congelé, fue ahí cuando recordé todo el asunto de aquella mañana.
Al menos es etal Matthew no era imaginario.-Pensé
Me llené de valor y le dije:
-Bueno, Matthew. Yo no he visto a Sasha hoy, Deberías hablar con ella al respecto. Me gustaría seguir charlando pero me esperan en casa.
Escuché una risa y luego exclamó:
-Oh, bueno. Supongo que ya me iré, mañana hablaré con ella.
Cuando se dió la vuelta para macharse lo ultimo que logré ver fué su cola, ¿Su cola?.
Desde aquel día, no voy a ese parque y no me gusta salir tarde de mi casa. Solo espero que "Matthew" no se entere donde vivo y menos de que me comí su helado...