El juego.

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Las cosas nunca son como parecen, pero nos gusta creer que así es. Eso nos hace sentir mejor.
A mí solía gustarme fingir que era otra persona: una valiente heroína con poderes geniales, una brillante erudita conocedora de todos los misterios ocultos e incluso un ser venido de otro planeta. Quizá fue esa extraña afición a intentar ser quien no era lo que me hizo perderme entre falsas identidades.
Lo malo de ese "juego" era que disfrazabas tu propio ser casi sin darte cuenta y de forma automática, impidiendo que otros pudieran llegar a conocer a la persona real, la de carne y hueso. La auténtica. Hacerlo un poco al comienzo tan sólo era el principio del problema;un problema que se agravaba y llegaba a ser fatal e irreversible cuando olvidabas que estabas jugando y comenzabas a creerte que "eso" eras tú.

Este juego infernal lo empecé hace un tiempo, al comenzar un nuevo curso. El motivo, pues siempre hay uno, fue un problema social. Nunca es fácil encontrar a gente con gusto similares a los tuyos, más aun si tus gustos no son los que la sociedad dice que son los correctos.

Consejo número 1: nunca cambies para ser aceptado por una mayoría de idiotas.
Ojalá yo hubiera seguido este consejo, aunque nunca es tarde para hacerlo.

El juego comenzó a funcionarme: tenía un grupo grande de amigos, iba de fiesta, me invitaban a muchos cumpleaños y me sentía como una chica popular. Para no perder lo que había conseguido comencé a fumar y a beber. Además, empecé a salir con un chico que, aunque no me gustaba, era un tipo guay. Y eso es lo que importa, ¿no? Aparentar me parecía lo más importante y poco a poco comencé a olvidar que realmente a mí no me gustaba beber, fumar o ese chaval del que decía estar enamorada.

Consejo número 2: no te engañes a ti misma, nunca funciona.
Engañarme a mí misma y a todos comenzó a ser tan fácil que ya era una rutina. Por las mañanas me levantaba y me ponía la máscara que había fabricado. Lo peor de todo esto es que la llevaba con orgullo. Yo era como un preso feliz de estar encerrado y privado de su libertad o como aquel pueblo que votaba al mismo partido político una y otra vez a pesar de todos los engaños y las mentiras.
No obstante, incluso las mejores mentiras acaban desmoronandose. Primero rompí con mi novio cuando me di cuenta de sus intenciones, y luego dejé de fumar. Sin embargo, y a pesar de que comenzaba a ser yo de nuevo, no era capaz de encontrarme completamente. Seguía yendo a fiestas y emborrachándome pues, aunque no me gustaba y cada vez era más consciente de ello, temía el rechazo.
La situación se fue prolongando en el tiempo y yo cada vez me sentía menos viva y libre. Comencé a cambiar de nuevo; a alguien que no era yo, pero tampoco era el disfraz. Alguien nuevo. Alguien incluso peor. Me convertí en una esclava de la sociedad que hacía lo que se suponía que debía hacer y comencé a abandonar los pocos hábitos de mi propia personalidad que conservaba.

Afortunadamente para mí, un día llegó mi salvación. Una en forma de carta anónima.

Te he observado desde el día en que te vi y sé lo que estás haciendo. Creo que es un juego muy peligroso que no deberías seguir jugando o puede llegar destruirte por completo si no lo paras a tiempo. Yo lo jugaba y sé que no conduce a ninguna parte.
A mí me gusta como eres tú de verdad. Me gusta cuando estás en la biblioteca y crees estar sola; cuando coges un libro y tu expresión cambia y se relaja. Me gusta como eres cuando sonríes cuando escuchas algo que te encanta. Me gustas tú. Sin embargo, no me gusta cuando no eres tú. No me gusta cuando juegas. Odio cuando bebes, fumas y finges ser alguien que no eres. Odio tu disfraz y me gustaría verte más a menudo sin él. Hace mucho que eso no pasa y lo echo de menos.
Me conoces, pero hace tanto que no eres tú que dudo que te acuerdes. Sin embargo, si en algún momento decides dejar el disfraz de lado, ven a verme. Te estaré esperando en tu lugar favorito. En en tuyo, no en el de tu disfraz. Y recuerda, no tienes que ser aceptada por la mayoría, sino por ti misma. Tu opinión es la única que te debe importar.

Consejo número 3: Tú decides tu destino. Acéptate a ti mismo y no te preocupes por lo que los demás puedan pensar.

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⏰ Última actualización: Jan 17, 2018 ⏰

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