No es necesario que confíes en mi.

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—¿Vas a responderme o qué?—Me estaba irritando el silencio y sus suspiros irónicos.

—¿Qué quieres que responda?—Su tono seco era algo realmente fastidioso.

—¿Enserio te enamoras de alguien que si quiera te hace caso?—Chillé. Tenía mi sangre hirviendo, era tan inocente a la realidad, que le gustaba tanto jugar con sus propios pensamientos. Alexander sólo miraba y miraba al césped.

—¿Qué quieres que haga si me...—Calló sus palabras. Es difícil aceptar la realidad... y mas cuando sabes su respuesta.

—¿Enamoraste? No tiene que decirlo—Rodé los ojos —.Cariño, mejor piensa las cosas, si es tu decisión aceptala, pero, después no vengas con reproches de que terminaron.

—¿¡Es enserio, Chiara!?—Su tono rudo era inquietante —Confía en mi, sé que puedes—Sujetaba mis brazos por suerte el uniforme es bastante grueso para que no cause daños con muchas preguntas.

—¿En que quieres que confíe?—Lo miraba sería, debía saber que no todo era un paraíso lleno de rosas, que siempre, algo tenía que ver con la palabra amor.

—Todo en la vida pasa, y no era extraño que no fuera tan repentino—Su respiración había cambiado—, solo... si lo quieres así... No es necesario que confíes en mi.

Tenía la cabeza gacha, su mirada nunca se encontraban con mis ojos, y su sencillos gestos mostraban impotencia.

—Alexander...—Lo abracé—Siempre puedes confiar en mi. Siempre tendrás una oportunidad conmigo, eres una persona que estoy conociendo, que realmente me da confianza, que a pesar de sus errores entiende que lo hizo mal, tu eres así, como un diamante que solo puede romperse con otro, brillas hasta que llega tu debilidad, en este caso tu ex, y te destruye. Nunca dejes que te arruinen tu felicidad.—Lo mire, apartando el abrazo. Por fin mi mirada chocaba con la de el y era algo sencillamente fascinante. Sus ojos no eran de un color muy especial pero si demostraban sinceridad, sus pestañas hacían el complemento perfecto de la forma de sus ojos. Todo era... perfecto.

No podría decir que estábamos frente a frente, puesto que yo soy más bajita que el, pero si podía decir que, era fascinante sentir como su respiración chocaba en mi cara.

Alexander empezó a acercarse mucho y mucho más a mi cara. Gritaba por sus labios, lo hacía en mi mente. ¿Enserio lo iba a hacer? Que lo haga ya, ruego por ello. ¿Quizás era un nuevo paraíso? ¿Una nueva vida? ¿Un ex novio que... Espera, no.

Separe mi rostro, me miró confundido como si el tambien lo hubiera deseado, pero si ¿no estaba enamorado?

—Me tengo que ir.—Solté su agarre e intente buscar a Gisel con la mirada. Camine rápido,  de seguro esto dará  mucho de que hablar, pero la suerte que tenia de que estuvieran en clase los otros estudiantes y yo bueno, faltando a ellas, era un clase de casualidad escrita.

Pude ver ¡Por fin! A Gisel, se encontraba comiendo una empanada. Vaya... Esta chica, no descansa nunca. Tenía miedo de que se enojara conmigo por dejarla sola, pero de hecho fue ella la que me dejó sola, esta bien, creo que no va haber pelea.

—A ver, a ver—Decía inspeccionando mi cara—, por tu cara diría que acabas de besar a tu crush, pero al ver que estas más que todo incómoda diría que te manchaste. Andale, volteate y reviso—Dice, haciéndome sentir vergüenza ante, nadie.

¿Algún Día Estaremos Juntos? [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora