Después de unas cuantas horas de viaje sin cruzar palabra alguna con nadie, llegamos a un lujoso hotel. El mejor en el que me he hospedado en mi vida. Todo lucía tan reluciente, cálido, espléndido.
Apenas nos acercamos a la gran entrada del hotel, comenzamos a ver muchísimas chicas gritando como locas y llorando mientras reclamaban la presencia de Louis. Me sentí pequeña e insignificante.
-Actúen como si fuesen una pareja feliz, como si estuvieran enamorados.- dijo Jerry, malhumorado como siempre.- O por lo menos actúen como si se agradaran el uno al otro.
Louis rodó sus ojos y bufó exageradamente, haciendo notar su creciente disconformidad.
Nos hicieron bajar del coche con varios guardias de seguridad a nuestro alrededor.
Louis sonreía y se acercaba a sus fans, sacándose fotos y firmando autógrafos. Si antes me sentía insignificante, el sentimiento en este mismo momento es abrumador.
Un grupo de chicas me señaló, y comenzaron a murmurar algo entre ellas. Intenté sonreirles para no parecer tan mala como pretendían que sea. Ellas sólo me ignoraron.
Miré hacia la entrada y noté que ahí habían más chicas mirándome. Ellas traían un cartel que decía "amor es amor", y sentí que mi corazón caía hasta mis pies.
Louis regresó a mi lado al ver que no avanzaba, tomó mi mano y me guió hasta la entrada del hotel.
El grupo de chicas que tenia el cartel me observaban con ojos acusadores. Sentí la necesidad de disculparme con ellas, Louis y Harry. Pero mi contrato de confidencialidad me lo impedía.
Realmente necesito el dinero que la agencia está dispuesta a pagarme por un par de meses de actuación.
-No fue tan malo, ¿no es así?.- preguntó Louis con una sonrisa tímida mientras esperamos el ascensor.
Asentí una vez sin poder decir nada.
-La próxima vez hazlo mejor, Agatha.- dijo Jerry con desprecio al llegar a nuestro lado.- Ni el estúpido más estúpido se creería lo de allá afuera.
Decidí ignorarlo.
Segundos después se abrieron las puertas del ascensor y entramos; Jerry marcó el botón número veintiuno y el ascensor comenzó a moverse. Hubo un extraño e incómodo silencio hasta que oímos el sonido que indica el final del recorrido.
-Tienen una habitación para ustedes, disfrutenla.- volvió a abrir la boca ese despreciable hombre.- Antes de que pregunten; no queremos rumores sobre que duermen en habitaciones distintas o algún otro tipo de especulaciones, así que les asignamos la misma habitación. ¡Agradezcan luego!
