t h r e e

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—¿Vive alguien aquí? —pregunté detrás de la verja del jardín.

Me puse de puntillas para poder ver de quién provenían esos pasos que se acercaban a mí pisando el césped recién regado. La puerta del jardín se abrió y vi a un niño más alto que yo, rubio como el oro, tremendamente delgado y con unos grandes ojos.

—¿Te has perdido, pequeño? —me preguntó, y me sentí ofendido al instante.

—¡No soy pequeño, tengo diez años!

El chico empezó a reírse y hasta se tuvo que apoyar en la verja para no caerse al suelo.

—Eres un pequeñajo. ¿Sabes cuántos tengo yo?

—¿Cuántos? —lo reté, frunciendo el ceño. Él se agachó y se quedó a mi altura.

—Catorce. —contestó casi en un suspiro.

—¿Y qué?

—¿Cómo que y qué? —volvió a reírse — ¿Será posible?

Me fastidiaba que me trataran de pequeñajo, como si yo fuera menos que alguien. Él tenía la ventaja de haber pegado ya el estirón por ser más mayor, ¿y qué? Cuando yo lo pegara ya veríamos a ver quién era más alto.

—¿Qué haces aquí? —me preguntó.

Señalé tras él y se giró para ver mi pelota de goma de la Patrulla Canina en su césped.

—Ah, claro —dijo—, la pelota que acaba de caer.

—Dámela.

—¿He escuchado bien? Soy tu mayor, pídeme las cosas con respeto.

Apreté mis labios y estos desaparecieron. El chico volvió a reírse, y ya me cansaba su risa burlona.

—¿Cómo haces para poner los labios así?

Los puse normal y volví a apretarlos. Parecía fascinarle. Por fin encontraba algo en lo que sentirme yo superior.

—Si me das la pelota, te enseño.

El chico ladeó la cabeza y sonrió de una forma muy tierna esta vez. Me agarró del brazo y me metió dentro de su jardín.

—Luhan, me llamo Luhan.

Fue ahí donde comenzó mi amistad con el vecino de la calle de al lado. Luhan me dejaba jugar en su casa, jugaba conmigo, traía a sus amigos y hacíamos guerras de agua, barbacoa. Pasábamos tanto tiempo juntos que era lógico que me acabara enamorando de él. Al principio pensé que se trataba de un amor fraternal, pero cuando cumplí los trece años y me llevó a su cuarto por primera vez, supe reconocer mis sentimientos. En especial cuando se bajó los pantalones y empezó a hacer algo que yo no había visto en mi vida, pero que al parecer se sentía muy bien. Y me enseñó a hacerlo, me ayudó a hacerlo y me miró hacerlo.

Desde entonces sólo él me excitaba lo suficiente como para hacerlo. Jamás me excitó nadie más, jamás lo hice frente nadie más. Aquello era nuestro, para siempre.

Cuando cumplí los quince años, nos distanciamos un poco, porque él acababa de cumplir diecinueve y de encontrar un trabajo. Yo tenía que centrarme en estudiar porque pronto cursaría bachillerato y a mis padres no les gustaba la idea de que jugara tanto fuera de casa.

Hasta que un día Luhan me presentó a Suho, al cual había conocido gracias a Kris, un amigo del trabajo. Después de eso, conocí a Tao y se unió a nuestro grupo de amigos. Yo era el pequeño de todos, pero hacía las cosas que ellos hacían. Fumaba, bebía, de todo.

LayHun × HanHun ➼ mementoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora