Zarry.

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"Hace ya bastante tiempo observaba con otros ojos a mi mejor amigo. Era un ser espectacular, en todo sentido. Además de tener una agradable personalidad, tenía un cuerpo de muerte, y que decir de todas esas zorras que estaban a la siga de él. Vale, debía admitirlo, soñaba todas las noches que le montaba la polla, soñaba con que me tomara y no me soltara más. Era un ángel, poseía unas pestañas largas y rizadas, una tez morena y unos ojos preciosos que te hacían delirar. Y que más, un estilo que le hacía parecer un chico rebelde.

Y ahora, me encontraba ordenando la casa, esperando a que él llegara. Sabía lo que haría, le esperaría en la habitación desnudo. Así que luego de tener todo en su lugar, subí a la habitación. Quité mis prendas, quedando completamente desnudo en aquella habitación. Me recosté en la cama de suaves sábanas blancas, acomodándome, comencé a tocar mi cuerpo mientras cerraba mis ojos fuertemente imaginando que sus manos me poseían. Comencé a tocar mis pezones, tirando de éstos, soltando suspiros y relamiendo mis labios constantemente. Luego de unos minutos, me encontraba con dos dedos encajados en mi interior, gimiendo altamente por toda la habitación, con la mano derecha en mi miembro, la cual se movía rapido. Y con mis dedos en el interior de mi entrada, me sentía tan excitado que ya no podía más. Noté que él había llegado, puesto que escuché el timbre varias veces y como sus pasos en la escalera se aproximaban a la habitación.

Entreabriendo mis ojos pude ver que se encontraba parado en la puerta, mirándome con deseo. Tragué saliva y me exalté, mi plan estaba funcionando. Mis mejillas se sonrojaron y mordiendo mi labio inferior, le observé tímido. Se acercó a mí, con una sonrisa maliciosa. Mis esmeraldas le miraban con atención, esperando a sus movimientos. Se sentó en la cama, observando mi cuerpo, analizando. —Eres tan encantador, maldita sea. — Diciendo ésto, se abalanzó sobre mí, besando mis labios de una manera desesperante y excitante, sus labios eran igual que un delicioso manjar, un maldito Dios griego. Sus manos se dedicaban a tocar mi cuerpo, dejando marcas por apretar mi delicada piel. Sus besos y mordiscos comenzaron a bajar, mientras desabrochaba su pantalón rápido, experimentado. Dios, me sentía en la puta gloria, mi sueño se estaba cumpliendo. Cuando terminó de quitar el pantalón y todo lo demás, me puso de cara a la almohada, haciendo que mi trasero quedara frente a él. Su lengua de acercó a mi entrada, volviéndome más loco de lo que estaba. Sus manos estrujaban mi pomposo trasero, haciéndome chillar cada vez que su lengua jugaba en mi interior. Cuando terminó de estimularme, de un movimiento quedó encima mío, se acercó a mi cuello y comenzó a morder y a succionar la piel delicada y blanquecina de aquella parte. Sentía que estaba en la gloria, no paraba de chillar y de repetir que quería más.

Sus besos llegaron a mis labios, acomodó su miembro en mi entrada y de una sola estocada se adentró en mí, mis paredes se apretaban a su pene, haciéndome gemir fuertemente al sentir como comenzaba a embestirme. Sus labios se mantenían besando o mordiendo mi cuello, haciéndome gemir cada vez más alto su nombre. —¡Mh, más, por favor! — Gritaba mientras mi cuerpo se movía ante el movimiento de sus caderas al embestirme, las lágrimas estaban recorriendo mis mejillas, se sentía tan bien cuando chocaba contra mi punto dulce, me hacía llorar de placer. Mis rizos estaban sudados y pegados en mi frente, mis labios estaban rojizos, parecían dos manzanas rojas. Él gruñía fuertemente y mordía mis labios con desespero, penetrándome rápido y con profundidad, moviéndose en círculos. Luego de cuatro embestidas, y de tener su mano en mi miembro masturbándome rápido, caímos rendidos. Sin duda éste había sido el mejor polvo de mi vida. ¿Y que más? Con mi mejor amigo, el moreno lleno de tatuajes y con mirada misteriosa."

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Creditos :Lucienè Schnitzler

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⏰ Última actualización: Jul 22, 2016 ⏰

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