párrafos

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Taehyung conoció a otra persona.

No hace mucho, serán unas, ¿dos semanas?, quizá.

Siempre viene a casa, se sienta en el sofá enfrente de él y lee poesía frente a la estufa, mientras Taehyung lo escucha atentamente, con una sonrisa boba y las mejillas casi sonrojadas.

Cuando pasa recuerdo que hacía lo mismo conmigo.

Yo me sentaba frente a la estufa, y él me citaba en voz alta; su voz se escuchaba tan profunda, sus ojos se clavaban en los míos y no podía controlar mis ganas de besarle.

Pero últimamente él ya no me cita, le cita a ese chico rubio que lee frente a él, luego se va, dejando a Taehyung con una mueca.

Quizá piensa que está solo, pero no, yo estoy aquí.

Sube a la habitación y lee, escucha música o escribe sus poesías.

Quiero que me mire, que me toque como antes, que se ría conmigo... pero no me ve, ¿qué le pasa?

Un suspiro tras otro, eso es lo que logro escuchar cada madrugada, sus párpados se vuelven pesados pero no logra cerrarlos, sus manos se vuelven puños, y las almohadas las víctimas de aquellos golpes precisos, fuertes, aunque sin razón aparente.

Me asusta, realmente, me asusta.

Sus golpes pasaron a la pared, se escuchan fuertes, horribles, siento que pronto sus nudillos se molerán contra la blanca pared.

―¡Para, Taehyung!, ¡para!― intento gritar, pero de mi boca no salen palabras, me siento ahogado y el único sonido que llega a mis oídos es el estruendoso golpe de su nudillo contra la pared, y de su llanto irreversible ante mis palabras vacías.

Sólo bastaron unos minutos para que sangre comenzara a verse caer desde la mano del castaño, éste se percata de aquello, parando con el ruido y soltando un rugido de dolor, pero no hace más que recostarse otra vez y comenzar a llorar más fuerte, como un pequeño bebé.

¿Taehyung, estás bien?