#8-Contigo hasta en el final

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La brisa traspasaba su pelo como un fantasma en paredes desconchadas. Ella, sin embargo, no lograba sentirlo. Tenía tanto frío que había perdido, por así decirlo, el sentido del tacto.

Llevaba puesto un buzo de su mejor amigo y unos borceguís grises que se veían muy caros. En las manos tenía unos guantes cortados, que llegaban a la mitad de sus dedos.

¿Qué hacía esta chica caminando por el puente de la ciudad a media noche? Cualquier persona normal creería que quiere cometer suicidio, pero no le importa lo que los demás piensen. Las pocas personas que pasaban la miraban raro y como loca, ¿por qué titilaba tanto? ella tenía una razón, obviamente, pero era comprendida por muy pocos.

De las sombras, luego de un rato, salió a quien ella esperaba tanto, su difunto novio. Él se había ahorcado diez años atrás, pero antes, en su carta de despedida, le había prometido que cada 14 de octubre volvería para darle una visita y que solo ella podría verlo llegar.

Mientras estaba danzando libremente con el amor de su vida no sintió que los pies se le desprendían del puente colgante y cómo lentamente la imagen de aquel bailarín enamorado se desvanecía como vapor en un vidrio en medio invierno.

Su vista distorsionada ya sentía el agua entrando en su boca, cuando despertó. Todo era blanco y no forcejeó a aquellas manos que la sujetaban fuertemente. Se dejó llevar.

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