Capítulo 1: "Sabor a sangre"

40 10 8
                                    

¿Alguna vez se imaginaron como se sentiría tener súper poderes?
Yo sí, demasiadas veces.

Sin duda mi primer decisión sería dada por contada porque al final casi todos los que se han detenido a pensarlo querrían volar.
Nunca fui una persona profunda, así que no lo veo ningún significado escondido como la libertad o la felicidad en el volar, sólo una maravillosa manera de escapar.
En ese preciso instante quería volar, deslizarme del agarre del rubio a mis espaldas y volar.

—Vamos, pequeña Jane, es la hora de venir a jugar un poco — dijo el castaño frente a mí antes de tomarme por el cabello y arrastrarme fuera de la escuela.
Ya iban meses desde que la historia era así, todos los días a las 12:10 y al horario de salida, no importaba con quien estuviera o donde, ellos venían por mí.

Todo comenzó cuando me transferí a Sidney con mis padres dos años atrás, empecé la preparatoria como una chica normal.
Los primeros años todo iba bien, tenía muchos amigos hasta que un día decidí intervenir en una pelea que no era mía, firmando mi sentencia de muerte.

No pude siquiera levantarme de la escalinata a la que había sido arrojada y una violenta patada me llegó a la mandíbula golpeándola exactamente en el mismo lugar que el día anterior.
Un grito de dolor abandonó mis labios pero fue sofocado inmediatamente por otra patada, justo en el estómago y luego con otra en el lado derecho de mi tronco.
Alguien me levantó tomándome del brazo y me forzó a subir la escalera. Consideradas sus suaves y frías manos tenía que ser Michael, el chico de cabello rojo y ojos verdes.
Iba tanto tiempo desde que el ritual se repetía que podía ya reconocerlos por como me golpeaban, pero de lo que recordaba, ninguno de los cuatro había sido más gentil que los otros, todos cada día hacían su parte.
Terminada la escalera, las mismas manos me empujaron contra la dura pared de cemento haciendo que mi cabeza rebotara y cayera lentamente hacia el piso.
Luego de diez minutos comencé a perder la cuenta de los golpes que recibía, centré mis ojos enrojecidos por el llanto en los alumnos que pasaban y reían al verme, gente que gritaba como si fuera un juego, como si yo no estuviera en serio sangrando.
Veinte minutos después, el más alto, Luke, dio inicio a la segunda fase de nuestros "encuentros diarios", las heridas verbales con un poco de puño.

—Eres una maldita perdedora, mírate, das asco — dijo riendo mientras pasaba una mano por su perfecta melena rubia y jugueteando con el arete negro de su labio.
Su tuviese que ser completamente honesta, no soportaba ese gesto que solía hacer antes de abollar mi rostro a golpes, quizá porque me dejaba entendender que estaba disfrutando en serio el momento, o porque después de todo, sobre sus labios aquel piercing era la única cosa que se me era permitida ver mientras mi cuerpo se cubría lentamente de manchas violetas.

—De seguro les das asco a tus padres también, pobres ¿Cómo se puede vivir con una cosa como tú? — esta vez era el turno de Ashton, el chico de la bandana roja, quizá el que más fuerte golpeaba debido a los músculos.

—De seguro se esfuerzan por no suicidarse — un golpe seco y extremadamente fuerte alcanzó mi mejilla que rápidamente tomó un color rojizo, seguido por un desgarrador dolor que recorrió toda mi espina dorsal causado por tres o cuatro patadas preocuradas por su amigo Luke, el chico del piercing, por mi espalda.

—Oh no, espera... Ash, quiero recordarte que efectivamente la madre de la asquerosa ahora se pudre en el infierno — sabía que llegaría el momento en el que recordaran eso.
Una pequeña lágrima, en medio de todas las que eran causadas por dolor, corrió por mi mejilla, una lágrima toda para ella, ella, quien algunos meses antes había decidido hacer que su hija la encontrara colgando por la puerta de la cocina. Pero ellos no sabían nada sobre mi madre, nada.
Un amargo sabor de rabia mezclado al de la sangre invadió mi boca, sentí como mis manos se cerraban en dos estrechos puños, mi corazón palpitaba con tanta violencia que, si lo hubiese dejado salir de su caja torácica, podría haber explotado de un minuto al otro.
No obstante todo, los golpes no cesaban, los insultos tampoco. Tuve el tiempo justo para liberarme de sus agarres después de una fuerte patada en el estómago, pero alguien pisó mi tobillo con violencia.
En ese momento los tres chicos, antes dispuestos a "jugar conmigo", se alejaron entre risillas divertidas e incitaciones.
El que estaba antes frente a mí, dio una vuelta alrededor de mí hasta encontrarse cerca de mí rostro que se aseguró de aplastar con la espesa suela de sus Converse negras. Me maldecí cuando me di cuenta de que estaba gritando, no quería darle la satisfacción a aquel bastardo, pero el dolor era demasiado.

—Pequeña Jane — dijo el castaño sin romper el contacto entre mi rostro, su suela y el piso — ¿Cómo se siente saber que tu madre te abandonó y es todo tu culpa? — se agachó lentamente, aumentando la presión del pie, hasta llegar a la altura de mis ojos, sucios por la tierra, cara a cara con mi hinchado y violetaceo rostro — ¿Cómo se siente saber que nadie te quiere? ¿Que todos te tienen miedo o que simplemente les das asco? — una sonrisa malvada y complacida se hizo camino entre sus labios, acentuando así los rasgos asiáticos que poseía — ¿No te dan ganas de morir? ¿De seguir la cobardía de tu madre? — sus dedos pasaron suavemente por mi cabello  para luego tirar de él sin piedad alguna, tirando de los desordenados mechones de cabello rizado rojos y torciendo la muñeca — Puede que le hagas un placer a todos — otra sonrisa invadió sus carnosos labios que hacían juego con su particular piel morena, y quitando el pie de mi cabeza de alguna manera logró levantarme de los pelos lo suficiente como para quedar frente a sus ojos, en ese punto posó sus labios en mi oreja — probablemente te hagas un placer también a ti misma.

Las lágrimas seguían cayendo entre los sollozos, así que decidí centrar mi mirada en un punto definido para tranquilizarme, pero mi visión se veía cubierta por el atlético cuerpo de Calum, así que la centré involuntariamente en la parte del pecho que quedaba descubierta de su playera gris, donde encontré una mancha negra que representaba una fecha. Debió darse cuenta porque, con mucha rabia, me tomó por el mentón y me obligó a mirarlo directamente a los ojos, aquellos ojos que eran como el verano, cálidos y acogedores pero al mismo tiempo ardientes y sin ninguna piedad, aquellos ojos que odiaba pero adoraba.

«Mírame cuando te hablo, sólo eres una perdedora, exactamente como tú madre — y en aquel preciso instante hice lo que me había prometido no volver a hacer: jugar con fuego, no obstante me hubiera quemado muchas veces.
Con toda la rabia que tenía dentro de mí, lo golpeé en el estómago y cuando debilitó su agarre comencé a patearlo con toda la fuerza que tenía en mi cuerpo. Sin hacerse rogar, los tres chicos que observaban la escena corrieron a ayudar a su amigo y, después de haberme despegado de él, decidieron recordarme por qué efectivamente no tenía que jugar con el maldito fuego.

--------

Nota de la autora (original):
HOLAAAA!
les presento mi nuevo libro, puede no ser una "clásica fanfiction", pero espero que el tema les interese en todos los casos!
Si es así, háganmelo saber!
ValenRozzi

Nota de la traductora (yo):
HOLAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA, SOY YO, DE NUEVO! YAY, ESTOY TRADUCIENDO, ALGO PARA LA LISTA DE COSAS QUE NO SABIAN DE MI MUAJAJAJAJAJAJAJ ESTA HISTORIA ES DE MI MEJOR AMIGA ITALIANA (TANA) Y ES MUY COOL.
okay, dejo las mayúsculas chao!

Fire ||c.t.h.||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora