♨ Prólogo ♨

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Seúl – Distrito de gwangjin

11:57 pm

Era una noche bastante sombría y solitaria. Sólo la luz que derramaban las farolas negras a lo largo de aquellas calles de Seúl situado en la orilla norte del río Han, ofrecía la suficiente iluminación para poder caminar y no tropezar o chocar con nada. Aun así, el lugar aún conservaba la misma decoración como si de una serie de fotografías se tratase, permanecida en la penumbra, prácticamente sumergidos en la oscuridad.

La quietud y el silencio definitivamente era algo que reinaba en el lugar, algo que contrastaba totalmente con los bullicios de unos metros mas arriba de la calle, donde la gente abundaba y el comercio no cesaba. Ni siquiera el ruido del trafico perturbaba el sosegado ambiente.

Por eso había elegido caminar por aquella particular zona para su reunión de negocios, como prefería llamar a su transacción que se proponía a realizar. Le gustaba mucho esta parte del lugar, que parecía como si estuviera flotando, suavemente lejos del bullicioso centro de la cuidad.

Un movimiento, pocos metros mas adelante, llamó su atención y sus ojos se clavaron allí donde se había producido.

Mantuvo el ritmo de su caminar, calmo poco a poco su nerviosismo permitiendo enfocar sus sentidos auditivos a su acompasado sonido de sus zapatos negros, brillantes de piel los inundara hasta llegar aquel punto.

–¿Tienes fuego cariño? – una mujer de una delgadez extrema, con una vestimenta vulgar y escasamente arreglada, quien coloco en sus labios, resecos por el frio, un pitillo de tabaco entre ellos. Le miro el rostro. Una bella cara femenina, arruinada por un excesivo maquillaje y una vida probablemente difícil. Sus brazos, totalmente blancos y algo azulados por el frio cortante de la noche, mostraban señales evidentes de sus vicios.

– No, no fumo – contestó al tiempo que apretaba más su agarre al asa del maletín y echaba una mirada a su alrededor.

–¿No? Es una pena– repitió mientras sacaba ella misma un mechero. Se tomo el tiempo necesario para prender el cigarrillo y sorber para exhalar una larga bocanada de humo blanco – Entonces, quizás te interese un poco de diversión un rato. Siempre es bueno descargar un poco las tenciones del cuerpo ¿no crees? – se acercó aún más, al tiempo que pasaba sus largo y delgados dedos en la solapa del abrigo. – Mmmm, al juzgar por la calidad de tu ropa has de trabajar mucho cariño, vamos, se que te gustará. –

Observo como sus descuidadas unas raspan el tejido por un momento, para luego regresar la mirada a sus ojos, haciendo la retroceder, intimidada, un paso para evitar seguir tocándome.

Sin mostrar emoción en su rostro, la mujer aparto los ojos para nuevamente darle una calada a su cigarrillo, la punta incandescente brillo intensamente. Exhaló al aire la última calada, lanzó el cigarrillo contra el suelo y lo aplasto con saña. Solo entonces volvió a mirarle.

–Jeon, Jeon, Jeon. Esas no son formas de tratar a una dama.

Lo sabía, desde el momento en el que se había acercado, algo en ella le advertía que no era lo que aparentaba ser.

–Veo que no te sorprendes, chico listo– mientras de dedicaba un guiño acompañado de una sonrisa–. Vamos, empieza a cantar, no tengo toda la maldita noche, ¿Qué llevas en el maletín? – inquirió esta vez con un semblante serio, no quedaba nada de esa coqueta sonrisa que le dedico momentos atrás.

–¿De verdad creías que esto iba ser asi de simple? –

–¿Me tomas por estúpida? Yo misma he conseguido averiguar quien diablos eres y donde se esconden tu y tus otros falderos. Los he investigado durante mucho tiempo y te he seguido hasta confirmar mis sospechas. Eh de reconocer que al principio no podía creerlo, pero ahora...– escupió sus palabras con desdén – Ahora conozco de sus existencias, y gracias a esto conseguiré lo que más deseo.

El caballero en la oscuridad | Kookmin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora