capitulo 4

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  Todavía temblaba cuando entre en la amplia avenida de entrada de la casa de mi padre. Las sombras de la tarde invadían la majestuosa mansión virginiana, derramándose sobre la casa y el arbolado patio circundante. El trayecto desde mi casa  no había sido duro, pero mi estado de nervios me habían dejado exhausta. Definitivamente no estaba preparada para enfrentarme a Kai. Mi rostro se encendió ante el pensamiento. Intente no pensar en la llamada de esa mañana o en el núcleo de calor que había dejado palpitando en mi interior.

Casi había sido suficiente para hacerme dar la vuelta varias veces y regresar a la cómoda y segura vida en la casa de mi madre. Lo habría hecho, hasta que pense en mi madre quien temía demasiado el mundo como para sacar la cabeza de sus libros y ver las cosas que se perdía. Había perdido a mi padre años antes de su divorcio por su aversión a las demandas sexuales que él hacia me había contado a menudo mi madre lo asqueroso y vergonzoso que consideraba el sexo.

Yo no quería envejecer sabiendo que había dejado pasar las cosas emocionantes de la vida. No quería pasar toda mi vida suspirando por lo que más había necesitado y que había dejado escapar. Pero tampoco deseaba que me rompiesen el corazón. Y tenía la sensación de que Kai podría rompérmelo.
Lo deseaba tanto. Me había dado cuenta de eso durante los pasados meses. Los sueños me estaban volviendo loca. Sueños de Kai atándome a la cama, burlándose de mi, tocándome, con su oscura voz susurrándome promesas sexuales. Cada vez más a menudo me despertaba con el sexo húmedo, la respiración agitada y una súplica en los labios.

Supe que él era un mal asunto incluso antes de que mi padre se casase con su hermanastra. Sus ojos eran demasiado pícaros, sus miradas demasiado sensuales. Era malvadamente sexy, pecaminosamente sensual.

Dejando las llaves en el contacto para que el mayordomo lo aparcase, salte del coche. La noche ya se acercaba y maldita fuese si me quedaba sentada en el coche porque estuviera demasiado asustada como para entrar en la casa. Afortunadamente, Kai no estaría allí. No estaba siempre allí.

—Buenas tardes, señorita Kim—. El mayordomo, un antiguo gorila de discoteca alto y fornido, abrió la puerta cuando me acerque.

Por lo que sabía, Park Jae Geun el mayodormo pasaba de los treinta. Medía arriba de un metro ochenta, estaba abundantemente musculoso y lucía una nariz torcida y varias cicatrices pequeñas en su amplia cara. Su espeso cabello castaño estaba casi afeitado y su amplio rostro se abría con una sonrisa.

—Buenas tardes, JaeGeun. ¿Mi padre está en casa? —Di un paso al interior, más incómoda de lo que pense que estaría.

Este era el hogar en el que me había criado, en el que corría tras el cachorro que una vez le había comprado mi padre pero del que mi madre se había deshecho. El hogar donde mi padre le curaba las rodillas despellejadas y un corazón magullado. El hogar del que mi madre la había sacado cuando mi padre reclamó sus derechos como esposo o un divorcio.

—Su padre y su esposa han salido esta tarde, señorita —me respondió él. — ¿Se quedará usted un tiempo?

—Sí —inspire hondo. —Mi equipaje está fuera. ¿Mi habitación está todavía disponible?
Senti una punzada de dolor mientras hacía la pregunta. Me había enterado de que MiYoun había dispuesto mi habitación para los invitados, en lugar de conservarla para mis escasas visitas.

—Lo siento, señorita ______tn —dijo con suavidad. —La habitación está siendo redecorada. Pero el cuarto de la torre está disponible. Lo preparé yo mismo esta mañana.

El cuarto de la torre era el más alejado de los dormitorios de los invitados o de la familia. Detrás de la casa, en la tercera planta. La torre se había añadido décadas atrás por mi abuelo y cuando era niña la había adorado. Ahora me resenti del hecho de que no era una habitación de la familia, sino una que sabía que MiYoun asignaba a aquellos visitantes que apenas podía tolerar. Evidentemente, pensé, había bajado algunos peldaños en la cortesía de mi madrastra.

Inspire profundamente, no eran lágrimas lo que se atascaba en mi garganta, me asegure a mi misma. mi pecho estaba tenso por el agotamiento, no por dolor.

—Bien —trage con fuerza. — ¿Podría subirme el equipaje? Necesito una ducha y un poco de sueño. Veré a mi padre por la mañana.

—Por supuesto, señorita _______tn —. La voz de JaeGeun era amable. Llevaba con la familia más de lo que podía recordar y supo que mi dolor no le pasaba desapercibido.

— ¿Mi padre es feliz? —le pregunte haciendo una pausa antes de bajar por el pasillo hacia la escalera oculta que conducía al cuarto de la torre. — ¿MiYoun se ocupa de él?

—Su padre me parece muy feliz, señorita ________tn —me aseguró. —Más feliz de lo que nunca le he visto desde que la señora Ah Hyun se marchó.

Eso era todo lo que importaba. Baje rápidamente por el pasillo, girando hacia la cocina para entrar por la escalera de la derecha. La escalinata conducía a un solo lugar. El cuarto de la torre.
Era una habitación hermosa. Circular y espaciosa, el mobiliario se había fabricado para encajar en el cuarto con exactitud. La cama era grande con una cabecera de madera de nogal maciza que se asentaba perfectamente contra la pared. Pesados cajones a juego se deslizaban en la pared de piedra formando un tocador, cubierto con un tapete a un lado de la cama. Al otro lado de la habitación había una pequeña chimenea, la madera eran troncos falsos que funcionaban con gas, pero era bastante bonito.

Me sentia como Cenicienta antes de que el Príncipe la rescatase. Me sente pesadamente sobre el edredón que cubría la cama. Esto era una mierda. Debería regresar al coche e irme directamente de vuelta al hogar al que pertenecía. Ya no pertenecía a este lugar, y comenzaba a preguntarme si alguna vez lo había hecho.
Respirando hondo, me pase las manos por el pelo y escuche como JaeGeun subía las escaleras. Él entró en el cuarto con una sonrisa amistosa, pero sus ojos marrones eran sombríos cuando se encontraron con los mios.

— ¿Estará usted bien aquí, señorita ________tn? —le preguntó mientras colocaba la maleta grande y la bolsa en la rejilla para el equipaje junto a la puerta. —Puedo preparar rápidamente otra habitación.

—No. Estoy bien —. Sacudi la cabeza. ¿Qué más daba? Había regresado, principalmente para encontrar algo que nunca existió. Era mejor que lo supiese ahora, antes de llegar más lejos.

JaeGeun asintió mientras se encaminaba hacia la chimenea. Con movimientos expertos encendió el fuego de gas, luego se echó hacia atrás y asintió con satisfacción ante el calor que se irradió desde los troncos de cerámica.

— ¿Quiere que le pida la cena, señorita ___tn? —me preguntó.

Mi padre y mi madrastra no estaban, asi sabía que los criados estarían preparando su propia cena. Negue con la cabeza , Probablemente habían esperado una noche de descanso y yo no les privaría de eso. Lo que más le dolía era la ausencia de mi padre. Él sabía que venía, y no estaba allí. Era la primera vez que se marchaba sabiendo que vendría a casa. La primera vez que me sentía como si fuese una extraña en mi propia casa.

* * * * * * *

Una cosa que me encantaba de la habitación de la torre era el baño. El espacioso cuarto estaba situado a la derecha de la cama, y poseía una enorme bañera lo bastante grande para tres personas y una pared entera cubierta de espejo. JaeGeun había abastecido la pequeña nevera en contra de mis protestas. Una de sus pequeñas sorpresas fue una botella de su vino blanco favorito. la abri, me servi una copa llena y comenze a dar sorbos mientras el agua llenaba la bañera. El vapor se elevó llenando el cuarto, creando un efecto etéreo junto con el brillo de las velas que había encendido.


Me quitó el pantalón y la camiseta, apoyando la copa y la botella sobre un pequeño estante, y me hundi en el burbujeante líquido. Exquisito. Me incline hacia atrás contra la porcelana y apoyó la cabeza en el reposacabeza acolchado.

Cerre los ojos e inspire profundamente. Había esperado que mi padre estuviese en casa, había esperado alguna clase de bienvenida. No me había esperado que me abandonen a mi suerte. Pero la pecaminosa riqueza de la bañera aliviaba un poco la herida. Podía disfrutarlo. Por esta última vez.

No había venido a la casa sin motivos ocultos, eso lo sabía. Quizás este era mi castigo por ello. No era mi padre quien me había atraído sino el hombre que sabía que llegaría tarde o temprano. "Kai" Inspire profundamente, sonrojándome una vez más ante el recuerdo de la conversación telefónica. Podía tener un poco de sexo con él. No era como si fuese una virgen. Era por todo lo demás. Kai no era de los que se limitaban a un sexo normal. Kai era salvaje y pervertido, y le gustaba dar más sabor a las cosas, según había escuchado. Gemi recordando su promesa de atarme a su cama y lo que haría conmigo allí.

Nunca había tenido sexo duro, aunque admitó que tampoco había tenido ningún sexo satisfactorio. Nunca había sido lo bastante intenso, lo bastante fuerte. El orgasmo más fuerte de mi vida había sido en aquel maldito vestíbulo, con los dedos de Kai empujando dentro de mi feminidad. Había estado tan excitada, tan mojada, que incluso mis muslos se habían cubierto de humedad.

Conocía a Kai desde antes de que mi padre se casase con su hermanastra. Había oído hablar de sus prácticas sexuales, de sus placeres. Era un hedonista, malvado. Y a veces, le gustaba dominar. No se comportaba como un matón fuera del dormitorio. Seguro de sí mismo, altanero sí, pero no un matón. Pero yo había oído los rumores. Historias sobre las preferencias de Kai, su insistencia en la sumisión por parte de sus mujeres. Los comentarios que él me había hecho a través de los años solamente daban mayor credibilidad a los rumores.

Temblé solo ante la idea de ser dominada por Kai. El miedo y la excitación vibraron a través de mis venas y de mi sexo a partes iguales, hinchando mis senos. No necesitaba el deseo que sentía por él. No necesitaba el corazón roto que sabía que él provocaría. Apure el vino de su copa y me servi otra, notando que los efectos de la bebida ya corrían por mi sistema. Finalmente me senti más relajada. No había estado tan relajada desde hacía meses. Disfrutando las sensaciones, me servi otra, esperando que al menos esta noche pudiera conseguir unas pocas horas de sueño sin soñar con Kai.


A la mañana siguiente baje la escalera esperando ser bienvenida por mi padre. Me había puesto el suéter gris que él me había enviado el mes anterior. Diminutos botones de perla lo cerraban en un ribete justo por encima de mis pechos. Traía zapatos bajos a juego y perlas en el cuello. Confiada y segura de mí misma, me sentía capaz de sortear las preguntas de mi padre, su insistencia para que volviera a casa por un tiempo.

En lugar de ello, cuando entre en el familiar cuarto débilmente iluminado, me encontre con Kai.  

TU MI TENTACIÓN (LEMON KAI ) FINALIZADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora