El lago negro

546 52 4
                                    

Claire's POV

Después de esperar una hora en la Sala de los Menesteres, Teddy apareció con una sonrisa en la cara. Algo me decía que todo había salido bien.

- ¡Se lo ha creído todo! La poción ha funcionado a la perfección.- me dijo antes de abrazarme y levantarme los pies del suelo. Era la primera vez que Teddy mostraba algo de afecto hacia mi y eso me reconfortó. Pensaba que me odiaba después de lo que había pasado por mí. 

- No sabes cuánto me alegro. ¿Qué ha dicho?

- Se ha despertado aturdida y le he dicho que estábamos hablando y que se había quedado dormida, que probablemente estaría cansada y que sería mejor que se fuese a dormir. La verdad es que tampoco ha preguntado mucho, tan solo que cómo habían ido las pruebas de Quidditch.

- Genial. Bueno, ¿tendrás que irte otra vez no? Por lo que se oye fuera es hora de clase.- dije un poco triste. Odiaba quedarme sola ahí dentro con tantas cosas que había por explorar ahí fuera.

- Claire, estaba pensando que como ahora me toca adivinación y nuestro profesor nunca se entera de quién falta a clase, podríamos dar un paseo por fuera del castillo aprovechando que todos están dentro. Seguro que te encantará.- dijo rascándose la nuca.

- Me encantaría.- y no pude evitar ruborizarme por la forma en la que me miraba.

Salimos rápido del castillo por miedo a que nos viese algún fantasma (nunca pensé que diría eso) y Teddy me llevó al Bosque Prohibido. Durante el día era un paisaje precioso aunque Teddy me dijo que nunca desearía entrar en él de noche. Estuvimos hablando sobre el mundo mágico y sobre el castillo. Luego Teddy me contó su historia y la de sus padres. No pude evitar abrazarle después de haberse sincerado conmigo. Se notaba muchísimo su admiración hacia ellos pese no haberlos conocido. También me contó la increíble historia de sus tíos Harry , Ron y Hermione. Casi no pude creer que existieran los basiliscos. Todo sobre el Señor Tenebroso me dejó petrificada. Y pensar que cuando yo nacía y pasaba una feliz infancia aquí estaban recuperándose de una guerra que nunca olvidarían. 

Teddy sacó su varita y empezó ha hacerme demostraciones de pequeños hechizos como hacer aparecer pájaros de su varita o que crecieran flores en mi mano. Estaba maravillada por todo lo que era capaz de hacer con lo que yo antes llamaba "palo". Luego estuvimos especulando sobre porqué yo pude cruzar el andén 9 y tres cuartos siendo muggle. Yo había sido la primera en la historia en hacerlo, porque cuando se fundó el castillo, los cuatro fundadores pusieron gran empeño en que nadie pudiese entrar, ni siquiera verlo.

Teddy se planteó el hecho de que yo fuese maga y que alguien me ocultase la carta a Hogwarts, aunque eso es prácticamente imposible (según lo que me contó sobre la carta de su tío Harry). También me dijo que yo podría ser squib, un tipo de personas hijos de magos que nacen sin poderes, pero mis padres definitivamente no eran magos. Era todo un misterio. 

Llegamos a un claro en el bosque donde nos encontramos unos caballos negros y alados con un aspecto demacrado y tenebroso. No pude evitar asustarme y medioesconderme detrás de Teddy. 

- Tranquila, son thestrals. Son inofensivos mientras no les hagas enfadar.- dijo cogiéndome de la mano y acercándonos a ambos hacia los caballos. Eran peculiarmente grandes. Teddy acarició a uno y llevó también mi mano hacia la cabeza. El tacto del pelaje era frío y húmedo, dándoles una sensación más tortuosa, pero cada segundo que pasaba, más confianza daban.- El aspecto de los thestrals es así porque solo los pueden ver los que han visto de cerca la muerte. ¿Tú a quién viste morir?- me preguntó.

- A mi abuelo, murió de un ataque al corazón mientras merendábamos en el parque. Nunca olvidaré ese día, fue horrible. ¿Y tú?

- Yo nunca he visto morir a nadie cercano a mí pero uno de mis vecinos fue asesinado por uno de los pocos mortífagos que quedaron con ganas de seguir luchando contra nosotros tras la guerra. Aun tenían esperanzas de ganar y de volver a "resucitar" a Voldemort. 

- Dios, Voldemort. Solo su nombre ya es escalofriante. Tus padres fueron muy valientes.

- Lo sé, no puedo evitar sentirme orgulloso.- y su pelo cambió a color morado.- Me pasa cuando me siento melancólico o triste, sólo ignoralo. 

- Está bien, pero habrá que hacer algo para que cambie de color ¿no? ¡Hagamos algo divertido!- ¿para qué había ido yo si no era en busca de aventuras?

- Está bien.-  dijo Teddy mientras de un salto se subía a un thestral.- Volemos.

- ¿Estás loco? Nos verán.- dije entre carcajadas. Teddy se me quedó mirando de forma persuasiva hasta que dije.- Bueno, qué mas da.- y subí detrás de él.

El caballo empezó a batir sus enormes alas y empezó a despegarse poco a poco del suelo. Yo no podía parar de reír. Subimos y subimos hasta dejar atrás el bosque y sobrevolar el castillo. Desde allí arriba pude porfió observarlo bien y me di cuenta de que todo aquello era lo más bonito que había visto nunca. Reposé la cabeza sobre la espalda de Teddy y él se giró a mirarme.

- ¿Estás bien?

- Nunca he estado mejor.- dije levantando las manos al aire.

Entonces el thestral empezó a descender rápidamente cerca de un enorme lago. Que digo cerca, ¡íbamos directos hacia dentro!

- ¡Teddy haz que pare, vamos a caer dentro!

- Tranquila, es muy juguetón y supongo que acabará por subir otra vez cuando estemos a punto de chocarnos contra el agua, o eso espero.

- ¿O eso esperas? Dios mio, como que....- y no pude acabar la frase porque el thestral nos tiró directos al agua cuando nos quedaban unos pocos metros y salió volando. 

El agua estaba fría y el agua no era muy clara, sino que el fondo estaba bastante ennegrecido. Salí a la superficie y cogí una bocanada de aire, y al instante salió Teddy.

- Maldito thestral, ya no le pienso llevar más comida.- dijo riéndose.

Ninguno de los dos podía para de reír, supongo que por el nerviosismo acumulado de la caída. Teddy me cogió de la mano y me acercó hacia él. Poco a poco dejó de reírse y solo quedó una pequeña sonrisa en su rostro. Yo no sabía si la piel de gallina que tenía en ese momento era a causa del frío o de tener el cuerpo de Teddy tan cerca. Cada vez iba tirando de mi hacia él suavemente y yo no sabía como reaccionar. Parecía tonta. Finalmente nuestras frentes se tocaron y me susurró:

- Estás preciosa cuando te ríes.- y la nuca se me erizó.

- ¿Solo cuando me río?.- dije sonriendo.

- No, siempre.- y juntó sus labios con los míos. 

   

Teddy LupinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora