● Capítulo 3 ●

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Ya están todos listos en la sala, preparando sus lápices y torpedos para no tener que preocuparse durante el examen. Yo sólo tengo un lápiz y, debajo de mi palma, el papel doblado. Y espero que no mojado, porque con el sudor de manos que estoy teniendo... uy. Bueno, lo importante es que está listo para ser entregado a mi fiel amiga. Al llegar la profesora todos callan, mientras intentan leer las hojas que sostiene su brazo derecho, como si les sirviera de algo.

La profesora Clarie Johnson comienza a repartir las hojas, alumno por alumno, pupitre por pupitre. Siempre con esa cara amenazadora acompañándola, asustando a los que quieran pasarse de listos. Jamás creí que lo diría, pero me alegro a que quiera encontrar esos torpedos. No tendré que hacer tan obvio que le esté dando el papel a Amara.

A los veinte minutos de intentar contestar algo en alguna de las cuatro hojas, Amara me hace la señal de que le entregue el papel. Ella está justo a mi izquierda, así que no se me hace difícil el estirar la mano y pasárselo "disimuladamente". Enseguida la profesora lanza un grito al aire, haciendo voltear todas las cabezas en la sala en su dirección. Yo incluyéndome, con el susto y los nervios.

Se dirige a nosotras, rígida como un palo, y queda en medio de las dos.

-El papel -le ruge a Amara mientras estira su mano hacia el escrito. Ella se lo entrega casi inconsciente.

Da media vuelta y se va al frente de la clase con el papel en un puño, mientras todos la siguen con la mirada. Al llegar, alza el papel y comienza el típico discurso. Hasta que añade algo que no había escuchado antes.

-Bueno, creo que ya saben de memoria todo lo que les he dicho sobre copiar, no es necesario. Y ahora me dirijo a usted, Hannah. No sabe todo lo que su madre cree en usted y lo buena persona que es, y al ver este papel, solo me entristece el hecho de que no hagas un esfuerzo para que ella esté orgulloza de ti. Que le devuelvas el favor de ocupar una larga parte de su vida en tu persona -su mirada de desaprobación me llega fuerte, estoy empezando a creer que la he cagado.- Ahora, pueden seguir con el examen.

Ella se sienta y la mayoría me mira. Burlones, molestos por haber distraído minutos importantes en el examen, o con pena. Pero a mí no me importa ninguno de ellos. Ahora mi atención principal es la profesora Clarie.

Y no puedo sentirme peor persona que ahora.

Creo que me estoy arrepintiendo de esto, pero no hay vuelta atrás. Sólo espero que no se sienta tan mal cuando lo lea. Solo quiero que deje de hablarle a mi mamá.

Oh no, lo esta leyendo.

Su cara es muy seria al principio, pero a los segundos se ve su enojo y tristeza. Quizás cuánto le esté doliendo el leerlo. Aun así, no se detiene hasta terminar el papel. Sus ojos recorren la mesa, al parecer procesando todo. Y después me observa a mí, con un gran desprecio. Enseguida bajo la mirada hacia la hoja en blanco que tengo que llenar, avergonzada. Quizás de la horrible persona que soy, o de la mala persona que hice parecer a mi madre. Es peor lo segundo.

Amara se voltea con cuidado para darme una sonrisa triunfadora, pero no se la devuelvo. No he hecho algo bueno, no puedo estar feliz por ello.

(...)

Camino hacia mi casa con las manos en los bolsillos, mientras veo cómo avanza la vereda bajo mis pies. Bastante lento. No dejo de procesar lo que sucedió, dándole vueltas a todo una y otra vez. Arrepintiéndome cada vez más fuerte.

No pude escribir más que mi nombre en el examen. Y no es porque no supiera absolutamente nada. Sino porque me daba vergüenza que ella leyera algo de mi parte, porque al leer mi examen recordaría lo que sucedió, se sentiría peor de lo que ya le hice sentir. Y quiero evitarlo.

De alguna forma me ayudó lo que me dijo enfrente de toda la clase, a pesar de que me doliera, solo me estaba mostrando lo que no quiero ver, pero debo tener presente. Ella no ha hecho nada tan malo. Su error fue conocer a mi madre.

Pero bueno, pasado pisado. Yo no soy de las que están tristes por más de una tarde, así que sólo me queda sonreír, sonreírle a mi madre.

No sé qué le vaya a decir cuando llegue. Una mentira, por supuesto. ¿Cuál? Ni idea.

Continuará...

El Muchacho de los ojos TristesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora