III

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Reflexiones apresuradas sobre los atrasos de la, sociología. - Un diálogo de sordos. - Los planetarios y los


provincianos. - Un caballero de vuelta entre nosotros.- Un poco de lirismo.
En física, en matemáticas, en biología moderna, la vista se extiende hasta el infinito. Pero la sociología tiene


siempre el horizonte tapado por los monumentos del siglo pasado. Recuerdo nuestro entristecido asombro


cuando, en 1957, Bergier y yo seguimos la correspondencia entre el célebre economista soviético Eugenio Varga


y la revista americana Fortune. Esta lujosa publicación difunde las ideas del capitalismo ilustrado. Varga posee un


espíritu sólido y goza de la consideración del poder supremo. Del diálogo público entre estas dos autoridades,


cabía esperar una ayuda seria para comprender nuestra época. Sin embargo, el resultado fue terriblemente


descorazonador.


E. Varga seguía al pie de la letra su evangelio. Marx había anunciado la crisis inevitable del capitalismo. Varga


veía esta crisis muy próxima. El hecho de que la situación económica de los Estados Unidos mejore sin cesar y de


que el gran problema empiece a ser el empleo


racional del tiempo de ocio, no impresiona en absoluto al teórico que, en tiempos del radar, seguía viendo las


cosas a través de las antiparras de Karl. La idea de que el anunciado derrumbamiento podía no producirse


según lo previsto, y de que tal vez una nueva sociedad está a punto de nacer allende el Atlántico, no le turbaba


ni un segundo. La redacción de Fortune, por su parte, no consideraba tampoco un cambio de sociedad en la


URSS, y explicaba que la América de 1957 representaba un ideal perfecto, definitivo. Todo lo que los rusos podían


esperar era llegar a tal estado, si eran buenos, dentro de un siglo o de un siglo y medio. Nada inquietaba, nada


turbaba a los adversarios teóricos de E. Varga; ni la multiplicidad de nuevos cultos entre los intelectuales americanos


(Oppenheimer, Aldous Huxley, Gerald Heard, Henry Miller y tantos otros, tentados por las antiguas filosofías


orientales), ni la existencia, en las grandes ciudades, de millones de jóvenes «rebeldes sin causa» agrupados en


gangs, ni los veinte millones de individuos que sólo soportan el modo de vida absorbiendo drogas tan perniciosas


como la morfina o el opio. El problema de un fin en la vida no parecía alcanzarles. Cuando todas las familias


americanas tengan dos coches, habrá que hacer que compren un tercero. Cuando esté saturado el mercado de


los aparatos de televisión, habrá que instalarlos en los automóviles.


Y, sin embargo, comparados con nuestros sociólogos, economistas y pensadores, Eugenio Varga y la


dirección de Fortune están muy adelantados. No les paraliza el complejo de la decadencia. No se dejan llevar por


la delectación melancólica. No piensan que el mundo sea absurdo y que la vida no valga la pena de vivirse. Creen


firmemente en la virtud del progreso, marchan directamente hacia un aumento indefinido del poder del hombre

El Retorno De Los BrujosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora