II

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La delectación burguesa. - Una dama de la inteligencia o la tempestad del idealismo. -Apertura a otra realidad.
- Más allá de la lógica y de las filosofías literarias. - La noción de eternidad presente. - Ciencia sin conciencia: ¿y
conciencia sin ciencia? - La esperanza.
«La marquesa tomó su té a las cinco.» Valéry decía, más o menos, que no pueden escribirse tales cosas
cuando se ha entrado en el mundo de las ideas, mil veces más vigoroso y romántico, mil veces más real que el
mundo del corazón y de los sentidos. «Antonio amaba a María, que ama a Pablo; fueron muy desgraciados y
tuvieron muchas nadas.» ¡Toda una literatura! Palpitaciones de amibas y de infusorios, cuando el Pensamiento
arrastra tragedias y dramas gigantescos, transmuta seres, transforma civilizaciones, moviliza enormes masas
humanas. ¡Soñolientos goces, delectación burguesa! Nosotros, adeptos de la conciencia despierta, trabajadores
de la tierra, sabemos dónde están la insignificancia, la decadencia, el juego corrompido...
Las postrimerías del siglo XIX marcan el apogeo del teatro y de la novela burguesa, y la generación literaria de
1885 reconocerá un momento como maestros a Anatole France y Paul Bourget. Ahora bien, en la misma época,
se representa, en el campo del conocimiento puro, un drama mucho más grande y palpitante que el de los
héroes del Divorce o los del Lys Rouge. Una súbita borrachera se desliza en el diálogo entre materialismo y
espiritualismo, ciencia y religión. Del lado de los sabios, herederos del positivismo de Taine y de Renán, ciertos
descubrimientos formidables hacen que se derrumben las murallas de la incredulidad. No se creía
más que en las realidades debidamente comprobadas: bruscamente, lo irreal se hace posible. Obsérvenlo
como si se tratara de una intriga romántica con presentación de personajes, intervención de los traidores,
pasiones contrariadas y debates entre las ilusiones.
El principio de la conservación de la energía era algo sólido, cierto, inconmovible. Y he aquí que el radio
produce energía sin tomarla de ninguna fuente. Se estaba seguro de la identidad de la luz y de la electricidad:
no podían propagarse más que en línea recta y sin cruzar obstáculos Y he aquí que las ondas y los rayos X
atraviesan los cuerpos sólidos. En los tubos de descarga, la materia parece desvanecerse, transformándose en
corpúsculos. En la Naturaleza se produce la transmutación de los elementos: el radio se convierte en helio y
plomo. El Templo de la Certidumbre se hunde. ¡El mundo ya no sigue el juego de la razón! ¿Será todo posible?
De un solo golpe, los que saben, o creían saber, dejan de separar lo físico de lo metafísico, lo comprobado y lo
soñado. Los pilares del Templo se esfuman, los sacerdotes de Descartes se vuelven locos. Si el principio de la
conservación de la energía es falso, ¿qué impide que el médium fabrique un ectoplasma partiendo de la nada? Si las
ondas magnéticas atraviesan la Tierra, ¿por qué no puede viajar un pensamiento? Si todos los cuerpos emiten
fuerzas invisibles, ¿por qué no pueden emitir un cuerpo astral? Si existe una cuarta dimensión, ¿será ésta del
dominio de los espíritus?
Madame Curie, Crookes, Lodge, hacen bailar los veladores. Edison intenta construir un aparato para
comunicarse con los muertos. Marconi, en 1901, cree haber captado mensajes de los marcianos. Simón
Newcomb encuentra perfectamente natural que un médium materialice conchas frescas del Pacífico. Un temporal
de irrealidades fantásticas derriba a los buscadores de realidades.
Pero los puros, los irreductibles, intentan rechazar la marea. La vieja guardia del positivismo libra un último
combate por su honor. Y, en nombre de la Verdad, en nombre de la Realidad, lo niega todo en bloque: los rayos
X y los ectoplasmas, los átomos y el espíritu de los muertos, el cuarto estado de la materia y los marcianos.
Y así se desarrollará, entre lo fantástico y la realidad, un combate a menudo absurdo, ciego, desordenado, que
pronto resonará en todas las formas del pensamiento, en todos los campos: literario, social, filosófico, moral,
estético. Sin embargo, será la ciencia física la que restablecerá el orden, no por regresión, no por amputación, sino
por adelantamiento. Ello se debe al esfuerzo de unos titanes como Langevin, Perrin, Einstein. Y aparece una ciencia nueva, menos dogmática que la antigua. Las puertas se abren sobre una realidad distinta. Como en toda gran

El Retorno De Los BrujosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora