Solamente por el placer de sentirte.

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Llegamos a su apartamento. Escurrí un poco las puntas de mi camisa antes de entrar.
Tomó sus llaves llenas de colgantes de pokemon y abrió la puerta.
-Aquí estamos- comentó Rubén mientras se sacudía un poco los pies mojados en él tapete principal.

Camine lentamente tras él mirando cada parte de su hogar. Joder, era aún mas hermoso de lo que había imaginado. Su silla, sus figuras coleccionadas, el Virtual Héroe I y II, Raspberry, Willson... Todo era tal y como lo mostraba en sus vídeos, sólo que mil veces más bello.

-Llamare a mi amigo Cheeto para que pueda llevarte a casa- dijo el mientras tomaba su iPhone.

Afirme con la cabeza mientras me sentaba insegura en su sofá. Lo notaba algo angustiado. Sus movimientos eran apresurados. Como si estuviera nervioso por algo.

-¡Ostia! ¡Pero que tonto que soy! Debes estar muerta de frío- agrego él mientras me ofrecía una toalla.

-Gracias- dije con la mirada un poco extrañada por su comportamiento.

-Debéis perdonarme. Es solo que no tengo de invitada a una chica desde hace ya mucho tiempo. Es un poco extraño- respondió.

Puse mi mano sobre la suya y le regale una cálida sonrisa en señal de incomodidad nula.

De inmediato él me devolvió la sonrisa.

-Valla que mi ropa esta empapada- agregó.

Se levantó del sofá y retiro su camiseta de su cuerpo, quedando su piel descubierta.

¡Maldita sea! Era demasiado lindo!
Tal vez él no tenia el mejor cuerpo del mundo. Pero tenerlo así frente a mi era realmente como un sueño hecho realidad. Su piel blanca, perfecta y muy deseable.
Mi rostro comenzó a sonrojarse por obvias razones y, cuando me percate de que él tenia su mirada puesta en mi, mi piel se sonrojo aún más.
En un acto desesperado por disimular la pena que sentía por su mirada y él deseo que tenia por su piel, me levante rápidamente del sofá y agregue:
-¡¿Tienes un vaso de agua que me puedas regalar!?- pregunte mientras que con la mirada desviada caminaba hacia la cocina.

-Oh, claro. Solo que cuidado al caminar, que Willson se atraviesa algunas veces - respondió.

De pronto, sentí algo entre mis piernas. Enredándose y haciéndome perder el equilibrio (debí hacerle caso a su indicación).

Sentí como mi cuerpo se inclinaba hacia adelante. Cerré los ojos preparándome para él golpe de la caída, cuando de repente sentí que alguien me sostuvo evitando que yo terminara en el suelo.

Y en un abrir y cerrar de ojos, estaba recargada sobre él pecho desnudo de Rubén.
Su piel era suave, estaba fría y húmeda por él agua.

-¿Estas bien?- preguntó mientras me miraba a los ojos.

-S...si- respondí apenada.

-Debéis tener más cuidado- comentó mientras me miraba -Ostia Te ves demasiado mona así.

Nuestras miradas eran mutuamente penetrantes. Podía ver el universo en sus preciosos ojos color verde miel.
Soltó una sonrisa espontánea, obligándome a devolverla. Había sido una conexión inmediata entre nuestros pensamientos.

Comenzó a acariciar mis mejillas con sus dedos. Mientras se encorvaba para acercarse más y más a mi rostro.
Sentí que estaba siendo sostenida por los ángeles.
Nuestros semblantes se acercaron a tal manera, que sentí sus labios posando sobre los mios.
Un beso pequeño. Discreto. Suave. Simplemente perfecto.
Poco a poco, la cercanía fue floreciendo.
Aquel beso se alargaba segundo tras segundo, rose tras rose. Haciéndose cada vez mas profundo.
La confianza comenzaba a sentirse y paso de ser un beso tímido, a algo que llegaría hasta donde nuestros cuerpos lo permitieran.
Percibí su lengua entrando entre mis labios. Esto se estaba acelerando cada vez más.
Extendí mis brazos y con delicadeza acariciaba su nuca, bajando por el cuello y volviendo a subir.
El bajó sus manos, acariciando mis costillas y llegando a la cintura. Presionándola sutil y de una manera muy agradable.
Nuestros pulsos palpitaban con rapidez al igual que, el calor de la piel y la intensidad de aquel beso aumentaba.
Caminamos casi inconscientes hacia uno de los lados de la cocina, recargando mi espalda sobre uno de los muros.
Sus manos apretaban cada vez mas mi cadera, haciendo el momento mas apasionado.
Empezó a acariciar mi espalda, y sus dedos presentaban intenciones de entrar dentro de mi camisa.
Mientras tanto, baje mis manos, recorriendo por sus hombros y llegando a acariciar su pecho.
Nuestros besos no dejaban de subir su intensidad.

Las Cenizas Del AnheloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora