Capítulo 3: Ange, mi abuela.

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Mon Ange, es una persona muy culta y educada.
El primer recuerdo que siempre se me viene a la cabeza cuando dicen su nombre, es a ella sentada en la mecedora de madera blanca del patio delantero frente al mar, leyendo algún libro de mitos griegos, ya que era su tema favorito; vestida con su hermoso vestido blanco y una taza de té verde con una cucharada de miel y leche.
Y cuando entraba después de su lectura matutina, se refugiaba en el pequeño invernadero que tenemos detrás del patio trasero a cuidar las flores y plantas exóticas, de las que muchas veces se inspiraba para hacer hermosos cuadros que cuelgan en el salón de la casa.

Recuerdo que siempre me decía que tenía un don especial, pero nunca me llegó a decir de qué se trataba.

Pero supongo que se quedará en eso, sólo un hermoso recuerdo. El 3 de agosto hace ya 5 años que murió.
Ese 3 de agosto era un día muy triste, por la noche no hubo estrellas, y por el día había unas nubes que tapaban el hermoso Sol; y, por último, el mar estaba muy revuelto y travieso, enormes olas arrastraban todo hacia dentro.
Ese día estaba un poco apática, pero lo bueno es que mis padres habían venido tres días atrás. Estaba sentada en la mecedora de mi abuela, tomando unas pastas de frambuesas cuya receta me enseñó ange, y que hice con mi nana; con una taza de leche templada, cuando mis padres llegaron y se sentaron en las sillas de al lado en frente de mí, y me dieron la triste noticia. Había fallecido en la madrugada, mientras dormía. Cierto es que llevaba dos semanas enferma con una gripe espantosa, todas las tardes a la hora de la siesta la llamaba y le leía un pequeño fragmento de algún libro de mitos griegos hasta que se dormía; cuando lo hacía, le decía "te quiero, mon ange", y colgaba.
Después de saber la horrible noticia que me marcó para siempre, subí a mi cuarto, y llorando toqué a un ritmo lento, la canción estrellita, ¿dónde estás?, con el piano, recordándola, ya que era la primera canción que toqué con este instrumento, y la canción que cantábamos cuando no era una noche estrellada. Así estuve durante horas, sin dormir, ni comer, ni salir de la habitación, hasta que conseguí quedarme dormida encima del piano.
Esa noche, estaba muy iluminada. Pensé que mon ange estaba cuidándome desde allí, y que las estrellas brillaban tanto, porque mi querida abuela, estaba con ellas. Y lo último que dije en ese día fue: "espero que estés en bien con las estrellas, ange."

Una parte de mí murió ese 3 de agosto. Lo más importante de mí, se fue sin dejar rastro, sin poder darle todas las gracias por todo lo que me ha enseñado. Sin poder darle un último beso, un último abrazo, un último "te quiero".

La última llamada que le hice, no consiguió dormir, pero me dijo: "No olvides quién eres, Bibi. Te quiero, mon coeur."

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