Uno

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El odio es un sentimiento muy profundo que conlleva a personas a hacer cosas increíbles...

José detesta a Rafael con todo su ser. Un odio extremo. Se le ha preguntado de momento, al azar, la razón del odio. Él contestaba que aborrecía la forma de ser de Rafael.

En cambio, Rafael no le importaba, seguía su vida, sin prestarle atención a aquel chico. José, su nombre. Inteligente pero no como Rafael, no tan lindo y alto en comparación con Rafael y con amigos pero no como Rafael (aunque eso de verdad no le importaba a Rafael).

Sin embargo, un día todo en la relación de estos jóvenes cambiaría. Bueno, si a eso se le podía llamar relación.

José, estaba que ya no podía más. El Rafael, que había venido dos años atrás a la escuela, le había llenado la copa. José tenía que vaciarla de alguna forma y ¿cómo no? Con una broma sería genial.

Justo cuando menos lo esperaba Rafael tenía sus zapatillas deportivas, que eran de un azul claro, llena de garabatos hechas con marcador permanente.

¿Quién podría haberle hecho eso? Se preguntó Rafael

Un amigo cercano a él le recordó al tal José.

—Maldito cabrón— dijo en aquel momento.

Lamentablemente no había prueba alguna de que hubiera sido José. Pero Rafael sabía que había sido José y este sabía que Rafael sospechaba de él pero como no había prueba de que lo había hecho él, se reía a escondidas.

Pasaron algunos días. Rafael tenía el ojo puesto en José, calculando sus movimientos, tratando de saber si iba a cometer un siguiente acto. Nada pasaba y poco a poco Rafael bajó la guardia pensando en que José podría odiarlo con todo su ser pero no le haría nada para que sufriera, si no que esperaría a que el mismo, Rafael, se hundiera para poder reírse de él, además, pudo ser cualquiera.

Por otro lado José sabía que Rafael lo miraba y le gustaba que dudara de él porque, en efecto, fue él quien hizo la broma. Vio como poco a poco Rafael bajaba la guardia y como las ganas de hacer una nueva broma surgía dentro de su mente. Su copa no había sido vaciada ni un poco y sabía que necesitaba de mucho más para vaciarla.

José no resistió y cometió su segundo acto, alteró la botella de agua que tenía Rafael con pega transparente no-tóxica. No quería matarlo, solo quería hacerle pasar por un mal rato.

Hizo su travesura cuando le dijo al maestro de Educación Física que iría al baño, aunque era cierto pasó por el salón buscó la botella de su compañero y la alteró. Nadie podía culparlo, al menos de que lo hayan visto o tenga algo que lo relacione pero como José no era tan bruto botó la botella de la pega en un sitio fuera del salón o baño. Eso era sencillo pues había varios zafacones por toda la escuela y cualquiera puede botar una botella de pega.

Sin embargo, su vaso no se vació o hizo el intento hasta que el tal Rafael probó el agua alterada. Enseguida la escupió. Y gritó:

— ¿Qué carajo?

—Woah, Rafael. ¿Pero qué pasa?— le preguntó su amigo. Todo el mundo lo miraba por tal reacción.

—Rafael, vocabulario— le regañó el maestro de Educación Física.

Rafael solo asintió hacia el maestro y volvió a mover su mirada a su amigo Salvador. Le acercó la botella.

—Prueba— le retó.

— ¿Qué? ¿Por qué? — le preguntó Salvador extrañado.

Rafael negó con la cabeza.

—Solo prueba y dime a qué sabe— insistió Rafael.

Salvador, para que su amigo dejara de molestarle con hacer aquello, cogió la botella y probó.

Al menos no tuvo la misma reacción que Rafael. Salvador aguantó hasta llegar a uno de los zafacones del salón para botar el líquido que había en su boca.

— ¿Qué coño? Eso sabía a... a...

— ¿Pega? —completó Rafael.

—Sí, exacto.

—Por lo que no estoy loco, ¿verdad?

—No, no lo estás— confirmó Salvador.

—Por lo tanto tuvo alguien alterar mi botella.

—Bota eso.

— ¿Pero quién?

—Olvídalo, loco, y bota eso.

—Esto es otra broma.

—Sí y posiblemente ya sabes quién lo hizo. Te digo: bota eso— y señaló a la botella.

— ¿Hablas de José? — preguntó Rafael con cierta duda.

— ¿De quién más, zopenco? — dijo Salvador

Entonces Rafael miró hacia donde se encontraba José y pensó: ¿Sería posible que ese estúpido le esté gastando todas estás bromas? Sí. ¿Podría ser por el simplemente hecho de que lo odia? Sí.

Rafael asumió una nueva postura, ahora no se iba a dejar. Se dice que la tercera es la vencida y Rafael no desperdiciaría eso, iba a conseguir que le den un regaño al José ese.

Sin embargo, Rafael subestimaba la inteligencia de José y su manera de enterarse de las cosas, porque a diferencia de otro joven él tenía amigos fieles. Eran pocos, sí, pero le ayudaban sin saber y por eso se enteró que para la próxima Rafael lo estaría vigilando.

Esto hizo que José se atrasara mucho en hacer su próximo acto por que iba hacer que Rafael cayera en su propia trampa. Sin embargo, las ansias de vaciar su copa eran mucho más ya que sabía que su obra maestra iba a salir a la perfección.

Entonces unos días después hizo su tercer y a lo mejor último acto maestro y Rafael cayó como culpable teniendo una suspensión de tres días.

José se reía por dentro porque todo había salido como él quería. Por otro lado, Rafael pensaba en qué iba a hacer: si enfrentarlo o ignorarlo.

Al final, Rafael decidió enfrentarlo. Así que en el segundo día de su suspensión consiguió la dirección de José y en su patineta se dirigió hacia la casa del joven miserable.

Tocó a la puerta cuando llegó al lugar, una mujer lo recibió. El joven se presentó, le mintió con respecto a la razón del por qué estaba allí, diciendo que había tenido una cita médica y venía a buscar lo que dieron en la escuela ese día. La señora le dijo que José aun llegaba pero que lo podía esperar en su cuarto, cosa que el joven agradeció que le solicitara porque iba a tomar de sorpresa a José.

Así fue, José fue al cuarto pensando en que iba a encontrar a otra persona pero cuando vio que era Rafael sus cara se transformó.

— ¿Qué haces tú aquí? — preguntó con desagrado.

—Necesitamos dirigirnos algunas palabras— le contestó Rafael.

Y así empezó esta historia de Odio y Amor.             

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Muchas gracias por leer. No se olviden de votar y comentar. 

XOXO;

Alana

Odio y Amor (Novela Corta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora