2- Ruby: "Odiando Londres".

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Después de mucho insistir, Matthew dejó que Ruby le acompañara.

Sin embargo esta vez pidió a Anne, su doncella, que le ayudara a vestirse, no era que ella misma no pudiese elegir un buen conjunto, es que lo que menos pensaba la señorita Blackwell era en Londres y en lo que pensaba de los colores que se pondría ¿Hasta el color sería un problema aquí?.

Matthew quedó maravillado cuando al fin llegó su hermana menor en un vestido blanco hueso en satén con hombros llamativos y un gran lazo alrededor de la cintura, sus accesorios eran de perlas con un simple recogido en el que su doncella se había esmerado. Sir Fielgingshire rió por lo bajo al notar los guantes que llevaba puestos Ruby, sabía perfectamente el intenso odio que sentía por esa clase de prendas.

—Tengo una hermana preciosa— dijo cuando tuvo de frente a la señorita Blackwell.

—Tu también estás muy apuesto hoy— habló Ruby mientras despeinaba un mechón de pelo de su hermano.—¿Hay alguna razón importante por la que hayas querido lucir especialmente apuesto?— preguntó ahora la señorita con un tono burlón mientras él gruñía por lo molesta que podía llegar a ser su hermana.

—Ruby, espérame en el carruaje por favor, iré a buscar algo importante— ordenó Matthew mientras arreglaba el mechón que había despeinado su hermana y caminaba hacia el despacho que alguna vez perteneció a su padre.

[***]

Habían llegado a la residencia de los Beesley, Ruby estaba ansiosa por levantarse y comenzar la ruta hasta las puertas, era ya de noche y las luces de los jardines dejaban alumbrada las flores cerca del estanque que embellecía la entrada de la casa.
"Es todo verdaderamente hermoso" pensó mientras bajaba del carruaje.

Una vez dentro, el mayordomo los encaminó hasta el comedor en donde se encontraban todos los invitados, Ruby empezaba a sentirse fuera de lugar pues apenas conocía al mejor amigo de su hermano y a la señorita Angeline, quien aun no había hecho acto de presencia.

El marqués de Smithfield, como anfitrión, estaba sentado en la cabeza de la mesa, a su derecha Lady Scarlett Beesley, su esposa, y a su izquierda el duque de Winthills seguido del tan querido Conde de Islingshire, después le seguía Lady Elizabeth, la condesa viuda, quien había venido como carabina de su hija, la tímida Alice Hemingway que recientemente se había comprometido con el conde de Faithwell sentado a su lado. Después de Lady Scarlett habían tres asientos vacíos que supuso pertenecían a ellos y a la señorita Beesley.

Ruby tomó asiento al final de la mesa de modo que pudiese estar lo más escondida posible. Conversaban de temas que Ruby había dejado de entender cuando el duque de Winthills había empezado a hablar. Cuando la señorita Angeline se presentó con una reverencia, el silencio reinó en la sala, llevaba puesto un copioso vestido bordado en color coral que iba perfecto con su tono de piel, su gran y elaborado recogido dejaba ver sus hombros mientras que algunos rizos dementes se paseaban por los costados de su rostro; inocente buscaba con la mirada un lugar
donde sentarse.

—Angie, mi amor— habló Lord Raphael mientas se levantaba de su asiento para besar a su amada hija, le acomodó la silla y esperó a que tomara asiento para regresar al suyo.

— Ahora que estamos todos pueden servirnos— tan pronto como terminó de hablar, las nodrizas comenzaron a traer las bandejas.

Ruby rió por lo bajo cuando descubrió a su distraído hermano admirar silenciosamente a Angeline, sin embargo decidió no entrometerse en ello y concentrarse en parecer absolutamente invisible. Mientras la señorita Ruby disfrutaba de su comida, Matthew buscaba la forma de dirigirse a la señorita Angeline, pero hasta aquel instante todos sus intentos habían resultado fallidos.

Lejos de ser perfectaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora