Me levanté cuando oí un motor rugir. Me refregué los ojos y luego me estiré, acto seguido salí de mi cama. Asomé a la ventana y vi un coche rojo estacionado, estaba muy nuevo, y mis primos y tíos estaban saliendo de él. Me puse un buzo, me calcé las ojotas y fui a saludar. En cuanto asomé por el umbral Facu me vio, corrió a mi encuentro y me abrazó con fuerza levantándome del piso.
—Ana, cuanto te eh extrañado — decía mientras me giraba en el aire.
Una vez que me bajó pude mirarlo a los ojos. Esos ojos grises seguían con la misma chispa de picardía, pude reconocer al instante a mi primo mayor menor, Facundo. Antes de poder contestar volví a volar por los aires, esta vez era Gabi quien me abrazaba y giraba.
—Ana, mírate cuanto has crecido pequeña niña.
En cuanto me bajó pude verlos a los dos, juntos, como cuando eran chicos, unidos por un lazo inigualable. Sonreían de oreja a oreja y me observaban como si de un nuevo coche se tratara, mirando absolutamente todo. Me sentí un tanto incómoda y me sonrojé. No esperaba semejante muestra de afecto de su parte teniendo en cuenta que no nos veíamos hace varios años.
—La misma Ana de siempre, sonrojándose con lo más mínimo — dijo Gabi negando con la cabeza.
—Y ustedes siguen iguales — los mire a ambos—, pensándolo bien, de niños eran más atractivos. — bromeé.
Los tres reímos.
—Tu, en cambio, estás más bonita que antes — observó Facu.
— ¡Oh madre santa! ¿Esta es mi pequeña Ana, la que pedía todos los días le trenzara el cabello? — exclamó mi tía acercándose a mi.
—Tía tanto tiempo, si soy yo, he crecido un poco desde la última vez que nos vimos — reí incómoda.
—Un poco dices, ya eres toda una mujer — dijo abrazándome —.Chicos ayuden a su padre con las valijas.
Luego de un largo abrazo me soltó, me tomó por los hombros y me observó de arriba a abajo, con una sonrisa de amor en el rostro.
—Esta tan linda Ana, que no te extrañe si los chicos te miran, eres toda una princesa.
—Gracias tía — contesté nerviosa.
—Vengan aquí y ayúdenme — dije a los chicos que se encontraban sentados en el sofá.
Volví a la cocina y ambos entraron enseguida dispuestos a ayudarme.
— ¿Qué necesitas princesa? — era Gabriel.
— ¿Podrías pasarme una salsa de tomate? — Me giré— Por favor.
— A sus órdenes princesa — dijo fingiendo una reverencia y yendo hacia la alacena.
— ¿Qué necesitas hoyuelos? — esta vez era Facu.
—Tú tráeme el jamón y el queso de la heladera, porfas.
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El Verano en el campo es Azul [✔]
Truyện NgắnAna no está ni un poco entusiasmada por ir a pasar, nuevamente, sus vacaciones de verano al campo de su abuela. En aquel lugar se aburre demasiado y siempre ha tenido que hacer todo sola. Pero este verano eso cambiará, ya que se reencontrará con sus...