Siete

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Mis manos no dejaban de temblar y estaban blancas como el papel. La espera me tenia loca. No tenía mucho tiempo de haber llegado, pero las preguntas de si iba a venir o si me iba a dejar plantada ya me tenían preocupada.

Había pensado en enviarle un mensaje, pero no quería parecer muy intensa.

Ya cuando habían pasado 5 minutos estaba apunto de irme pero me llego un mensaje.

Sebastian:

Sebastian: Te ves muy bella isa

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Sebastian: Te ves muy bella isa...

Al ver esto mi cara tomo un color rojizo. Literalmente parecía un tomate.

Miraba para todos lados, parecía la propia loca, pero ni eso ni la espera importo cuando lo vi. Estaba en la entrada del parque. Había pensado mucho en este día, y en ese instante en el cual nuestras miradas se cruzaron logro cumplir todas las espectativas que tenia de este preciso momento. Para ser sincera se veía muy bien, a mi parecer era muy atractivo.

Estuvimos un rato viéndonos casi sin pestañear. Ninguno de los dos se había movido. Yo estaba literalmente en shock.

Cuando por fin se empezó a acercar, mi corazon latia a mil por hora.
Aun no lo podía creer.

En el momento en el que me saludo dándome un beso en el cachete mi piel se erizo.

—Hola ridícula —me abrazo fuerte y yo lo único que hacía era reírme—te ves hermosa.

—Gracias ridiculo —mi cara seguía roja y casi que estaba tartamudeando—. Tu tampoco te ves tan mal.

—Gracias. Sabes ahorita que te veo mejor creo que te dire minion —hice un intento de poner cara de molesta pero me costaba eliminar mi sonrisa.

Empezo a reírse y note que tenia un hoyuelo (algo que me parece muy atractivo de un chico) y me dejo en pocas palabras embobada.

—Bueno vale me vas a decir a donde vamos o me seguirás dejando con la intriga.

—Pensándolo bien, no te dire, solo te llevaré.

—¿Como? no entien...

Ni siquiera había terminado la oración cuando de una vez me cargo y comenzó a caminar. Empecé a decirle que me bajara pero hizo caso omiso a mis gritos y lo unico que hacia era reirse.

Estuvo un rato caminando sin parar. No me bajo ni una sola vez. Ya me había resignado, así que ya había dejado de gritar.

Cuando por fin me bajo me pidió que cerrara los ojos y sin poner ninguna queja le hice caso. 

—Abrelos en tres, dos, uno.

En el momento en el que abrí los ojos le salte encima para abrazarlo.

Me había llevado al paintball.

El primer dia que hablamos le había dicho que quería ir, pero que cada vez que planeaba la salida todos cancelaban. Pensé que no se acordaba de eso, la verdad es que hasta a mi se me había olvidado.

Estuvimos dos horas ahí, hasta que nos tuvieron que sacar porque ya iba a cerrar el lugar.

Mientras íbamos saliendo le empecé a agradecer por todo, y le dije que la había pasado super, pero no me dejo terminar.

—Aún no hemos terminado.

—¿Ah no? ¿Qué más tienes preparado?

—Hay una fiesta de pintura cerca. ¿Te gustaria ir?

—Me encantaria... Pero esta ropa es de Nora y no la puedo manchar.

—Eso no es problema.

Me llevo a un local de ropa que quedaba cerca y los dos compramos camisas blancas para no mancharnos mucho.

La fiesta si que estaba super cerca. Solo tuvimos que cruzar dos calles y llegamos.

La música, el ambiente, las personas, todo era perfecto. Estuvimos bailando por varias horas en las cuales sentia como si fuéramos los unicos en ese mar de personas.

Ya teníamos el cuerpo cubierto de colores y la fiesta aun no se habia acabado, pero ya se estaba haciendo un poco tarde y me dijo para llevarme a mi casa.

Estuvimos hablando de muchas cosas en el transcurso de ida a mi hogar. No hubo ni un solo momento en el cual existiera un silencio incómodo y esto fue una de las cosas que más me agrado.

Cuando llegamos vi que todas las luces estaban apagadas, así que supuse que mi mamá había salido. Menos mal, porque si no me iba a medio matar al verme toda cubierta de colores.

Tristemente ya tenía que despedirme de sebastian.

—Gracias por todo.

—Por nada pequeña.

—Esta ha sido la mejor cita que he tenido —al darme cuenta de que había dicho la palabra "cita" empecé a retractarme—. Eh...perdon quise decir que... que... —instantáneamente puse mi vista en el césped para que no notara la coloración de mis cachetes—bueno que me encanto conocerte.

Colocó su mano en mi barbilla y la fue subiendo lentamente haciendo que nuestras miradas se encontraran otra vez.

—Me encanta cuando te pones roja Isa —dijo enseñandome otra vez su hermosa sonrisa.

Estas palabras lograron que mi corazón latiera mucho más rápido de lo normal y me dejaron sin nada que decir. 

Sin previo aviso desplazó su mano con mucha delicadeza hasta mi cuello y me fue acercando a él poco a poco sin quitar su mirada fija en mis ojos. No sabia que hacer, esa mirada me había dejado hipnotizada y con la piel erizada. Algo en sus ojos color café oscuro había logrado que me olvidara de todo en mi alrededor. Suavemente unió sus labios con los míos formando un tierno beso cargado de deseo pero sin llegar a la lujuria.

Poco a poco fue separando sus labios, dejándome con los ojos cerrados aun en el proceso de analizar lo que había sucedido.

—Me tengo que ir Isa.

—Eh...si claro.

 Sus palabras me habían sacado del trance, pero aún estaba en shock por el beso y esto hacía que me costara responder.

—Espero que nos volvamos a ver.

—Eso tenlo por seguro.

Sin mas nada que decir me dedico una última tierna sonrisa antes de dar media vuelta para retomar su camino.

Difícil de olvidar Donde viven las historias. Descúbrelo ahora