Final

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—Veinte de Julio; Cumpleaños de Nagisa—

—Bien, hemos llegado—exhaló lo más que pudo el pelirrojo. Se encontraba bastante nervioso y todos lo sabían.

—Vamos, Karma. Mantén la calma—le dio unos pequeños golpecitos en la espalda Isogai, en forma de apoyo. Debía calmarlo, después de todo, era consciente de lo que sentía el de orbes cobrizas.

—Wow, nunca esperé verte tan nervioso—la voz y un poco escandalosa risa de Nakamura se hizo presente.

—Ya relájate, estoy segura de que Nagisa se alegrará de verte—sonrió con bastante ternura, Akari. Conocía al pequeño celeste y sabía de antemano que aun quería a este tonto pelirrojo.

—Estoy de acuerdo con ella—secundo, Asano—. Karma, Nagisa te quiere, aun lo hace, a pesar de lo que pasó. No sé cómo, pero te aseguro que se pondrá feliz de verte nuevamente.

—Además, con la sorpresa que le tenemos—interrumpió, Maehara—, se animará por completo.

—Bueno, dejen tanto drama y toquen—sugirió Itona con ese típico tono serio, aunque, él también estaba feliz. Asano, le había contado lo de Nagisa y la verdad es que el ojizarco en tan poco tiempo se había ganado su aprecio.

—Akabane, no seas cobarde y toca—la molestia de Ren fue evidente, al ver que dudaba en hacerlo.

—Ya voy—respondió algo molestó. No es que estuviera nervioso, mejor dicho, lo que sentía era miedo. Temía al rechazo que podía recibir por parte de su expareja.

Dejando atrás sus dudas tocó el timbre; tres pequeños timbrazos se escucharon en aquel departamento, pasaron varios segundos y nadie abrió.

— ¿Habrá salido?

—No creo. Si lo hubiera hecho no estarían las luces encendidas—farfulló, Yūma.

— ¿Cómo sabes que las luces están encendidas? —indagó el de corte moicano.

—Si te colocas de esta forma—Karma, se pegó a la pared quedando a un costado de la puerta—, por esta pequeña abertura, ves la luz.

— ¡Oh!

—Vuelve a tocar, tal vez esté durmiendo.

—Maehara, dudo que Nagisa esté durmiendo a esta hora. A penas son las siete de la noche.

—Puede que tenga razón, Maehara-kun.

— ¿A qué te refieres?

—La última vez que vimos a Nagisa estaba un poco pálido y tenía pequeñas ojeras, pero se encontraba bien, supongo que el trabajo lo mantenía ocupado—explicó la joven de cabellera azabache.

—Akari..., Nagisa no trabaja...—respondió nervioso, Isogai.

—Yūma, ¿qué pasa?

Isogai, ignoró, por completo a los demás. Algo en su interior estaba intranquilo, buscó entre sus cosas y no encontró la duplica de la llave del apartamento.

—Karma, ¿aún tienes tu llave? —inquirió serio mientras señalaba la cerradura de la puerta.

—Sí, ¿la quieres?

— ¡Idiota, si la tenías sólo abre! —reclamó el de orbes violetas.

— ¡Oye, no voy a abrir la puerta de un departamento que no es mío!

— ¡Pero fue tuyo! ¡Nagisa no se molestaría por algo así, idiota!

—Asano, no quiero pelear. No hoy—respondió con una sonrisa y una venita palpitante en su frente. Comenzaba a molestarse.

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