Una pena.

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No has muerto, pero no vives. Nadie sabe cómo eres, ni siquiera tú. Actúas para complacer a los demás y a la primera persona que deberías gustar es a ti misma, pero no lo haces.

Tus múltiples personalidades te han hecho olvidar quién eres y ya no sabes quién quieres llegar a ser. Conviertes en públicas tus metas ficticias y no eres capaz ni de ser tú misma. Dices ser un espíritu libre, pero las opiniones ajenas te atan más que una correa.


Algún día te mirarás al espejo y no verás nada. Cuando llegue ese día, por desgracia, se te habrá acabado la arena. Muchas personas como tú, trataron de dar la vuelta al reloj, pero no te lo aconsejo; es inútil.

Versos mundanalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora