Azul Piscina

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Fernando abrió los ojos cuando la música paró de sonar. Contempló el cielo nublado durante unos momentos, intentando quitarse la morriña de encima y se estiró perezosamente, tratando de desentumecer su cuerpo, pues llevaba demasiado tiempo quieto en la tumbona.

Se incorporó apoyándose en los codos, aún medio dormido y contempló el jardín desierto, tan solo algún helecho y un par de palmeras, rodeando la gran piscina. Era aún principios de Junio y no había nadie en la urbanización, pero sus hermanos pequeños habían insistido tanto en venir... total para que ahora estuvieran enganchados a la PSP y Fer solo en la piscina, buscando algo de tranquilidad.

De pronto, le pareció ver por el rabillo del ojo un reflejo en el agua, una sombra cerca de la superficie en la parte más honda; pero cuando dirigió su vista hacia allí, no alcanzó a ver nada. «Fer, has tomado demasiado el sol» pensó, dándole al play y volviendo a cerrar los ojos acompañado de Fireflies. Sin embargo, apenas se había vuelto a recostar cuando oyó un leve chapoteo que le hizo volver a mirar, y allí estaba.

Una chica había sacado la cabeza del agua para respirar y su pelo teñido de azul flotaba formando un aro a su alrededor, a duras penas distinguible de la propia piscina. Ella se giró y sonrió al verlo, con sus brillantes ojos aceituna, un poco enrojecidos por el cloro, y los hoyuelos en sus mejillas... a Fernando por poco se le para el corazón. Era la chica más guapa que hubiera visto nunca. La observó dirigirse hacía un extremo un poco menos profundo, nadando con elegancia, apenas levantando agua, con movimientos fluidos y Fernando se fijó en que su bikini conjuntaba perfectamente con su pelo. «Debe de ser por eso que no la he visto... ¡Mira que perderme este bellezón!»

Fernando se recostó de nuevo contra la hamaca, entretanto la chica llegaba a la escalera y se impulsaba para salir del agua. La larga melena azul cayendo en cascada por su espalda -nunca mejor dicho- la piel del color del café tostado adornada con un colorido tatuaje de sirena en las costillas derechas y ese culo de infarto al que Fernando querría aferrarse como lo hacía la tela del bañador. El aire se escapó de sus pulmones mientras contemplaba a la muchacha como si de una aparición se tratase, era la más hermosa que había visto nunca. Las gotas de agua caían al suelo como perlas, resbalándose por su cuerpo, mientras ella se agachaba para recoger su toalla de la hamaca y empezaba a secarse.

La brisa soplaba suavemente y empezaba a refrescar, haciendo que ambos jóvenes se estremecieran, cada uno en una punta de la piscina. Lukas Graham empezó a sonar en 7 years cuando sus miradas se volvieron a cruzar y el rubor cubrió las mejillas de Fer, mientras ella le sonreía y le saludaba con un gesto de la mano. Él se lo devolvió de forma automática y tragó saliva cuando la vio acercarse, las caderas meciéndose al son de sus pasos y los pezones marcándose a través de la fina tela del top, debido al frío. Fernando lo vivió todo a cámara lenta, recreándose en la visión de esa maravillosa diosa del agua caminando hacía su hamaca.

La sirena lo miró intensamente con esos ojos aceituna tan profundos como las calmadas aguas de un lago sin fondo y se relamió lentamente sus carnosos labios, provocando que Fer tuviera una erección en ese mismo instante. Los ojos de ambos se desviaron hacia su pene y Fernando empezó a desear que la tierra se lo tragara o mejor, ¿Por qué no se tiraba al fondo de la piscina y no volvía salir nunca más? Pero entonces la chica empezó a ronronear y se inclino encima suyo, una rodilla en la hamaca justo en medio de las piernas de Fer y los brazos a ambos lados de la cara de este, mientras lo miraba con la mirada más lasciva que el chico hubiera visto jamás, provocando que se olvidara incluso de su nombre: ¿Federico? ¿Felipe? ¿Fabian? ¿qué más daba?

Alargó una mano temblorosa para acariciar con cuidado sus increíbles rizos azules mientras que la vista se desviaba sin querer a sus pequeños pechos. La sonrisa lobuna que se dibujó en la cara de la chica hizo que Fernando se olvidara de cualquier vergüenza que pudiera tener y se lanzo a besarla furiosamente, devorándola. No le importó que estuviera empapada cuando ella se apretó contra él, subíendose a la hamaca y ambos gimieron cuando empezó a restregarse contra su erección. La tela del bañador, tan fina y empapada era como una segunda piel y se ajustaba perfectamente a la forma de la vulva, dándole a Fernando una idea muy clara de como los labios de ella rodeaban su pene y aportando una fricción extra que le estaba volviendo loco.

Cuando ella paró de besarle y se separó a Fer se le escapó un gemido de frustración que provoco que su sirena se riera. Dios, que sonrisa más sexy y esa mirada penetrante que le hacía sentir desnudo y le invitaba a hacerle de todo. La chica levanta una mano y se desabrocha el top del bikini sin dejar de devorarle con la mirada, dejando caer sin cuidado alguno la prenda al suelo y dejando al descubierto sus pechos que Fernando se apresuró a devorar. La lengua de él recorre los erectos pezones y las pequeñas y oscuras aureolas que los rodean, mientras ella gime apretando su cabeza contra su pecho. La mano derecha de el se desliza por su espalda, hasta llegar a la braguita del bañador y empieza a bajarla lentamente, dejando libre su generoso culo; sus dedos dibujando el camino que las estrías han dejado en él, hasta llegar a las caderas donde se detiene y vuelve a las carnosas nalgas para soltar un azote firme. Ella gime en respuesta y su mano también se desliza por el vientre de él y por debajo del boxer hasta agarrar su pene, dibujando círcumferencias en el glande mientras no para de restregarse.

Vuelven a parar apenas unos segundos para coger aire y se funden en un nuevo beso, más apasionado y caliente. Los gemidos de ambos resuenan por toda la piscina pero a Fer ya no le importa si alguien les oye, todo lo que puede pensar es en las ganas que tiene de sumergirse hasta lo más profundo de su sirena y hacerla gritar de placer. Decidido a ello, desliza su mano entre sus húmedos pliegues, hasta introducir un dedo dentro de ella y casi se corre de golpe al oírla gemir en respuesta. Ambos están a punto de estallar cuando ella se levanta, cayéndose al suelo la braga y quedando completamente desnuda. Le sonríe picara, con la respiración entrecortada y ruborizada, su melena azul completamente enredada y le hace un gesto para que la siga, haciendo rebotar su culo a cada paso que da hacía el agua. Se zambulle con elegancia y empieza a acariciarse en la parte menos honda de la piscina, con los ojos clavados en él y una invitación clara a unirse. Fernando no se lo piensa dos veces, le falta tiempo para arrancarse el bañador y lanzarse al agua.



Fernando se despertó de nuevo cuando la lista de reproducción volvió a terminar. Miró a su alrededor confundido y deslumbrado por el sol, que ya estaba en lo alto del cielo. La piscina estaba completamente vacía y no había rastro de su sirena, aunque si tenía una erección de caballo. Fernando se río entre dientes y agradeció que no hubiera nadie mientras recogía sus cosas dispuesto a marcharse. De repente pero, se paró y se quedó contemplando los restos de unas pisadas húmedas que íban de su hamaca a la piscina... Una sonrisa afloró en sus labios, hubiera sido un sueño o no, de seguro esa noche íba a pasarlo muy bien.

Nuestros sueños -eróticos-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora