ALMA PERDIDA

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El sonido de la chicharra anunciaba esta vez el inicio del receso. Los alumnos, como es costumbre, salían disparados de las aulas, algunos se dirigían al patio de juegos situado en la parte trasera de la escuela, otros iban al comedor y los más inteligentes solían siempre ir a la biblioteca. Tayler iva siempre al comedor donde, regularmente, comía sólo y en ocasiones ni siquiera comía pues Codie, Martine y Carlos acostumbraban arrebatar la comida de los demás niños y el pobre chico cabeza de pez, era un proveedor habitual. Por fortuna, ese día la pandilla había asaltado a otros y se olvidaron de él.

Después de haber terminado su almuerzo, el pequeño se dirigió a los sanitarios, entró en el último de los siete retretes y... el resto ya lo imaginarán. En ese preciso momento se escuchó la puerta principal que se abría de un golpe, eran esos tres malandrines que entraban a orinar. Del lugar donde se hallaba T. se escuchaban los típicos sonidos de alguien que está defecando, cosa de la cuál se percató Carlos quien se agachó para verificar si había alguien, identificando de inmediato los zapatos de T. y sus pantalones bajados hasta el suelo. Los tres pequeños demonios se rieron e idearon un plan malévolo en caliente.

Comenzaron a golpear puerta por puerta mientas Tyler temblaba y preguntaba << ¿quién anda ahí?>> sin recibir respuesta alguna, sólo otra puerta que se azotaba fuertemente. Al llegar a la séptima puerta hicieron una pausa. Tyler estaba tan asustado que tartamudeaba incontrolablemente la misma pregunta una y otra vez mientras miraba hacia el piso. De pronto dos pares de manos entraron por debajo de la puerta y arrebataron sus pantalones. Tyler gritaba desesperadamente por ayuda pero no encontraba más que las risas de aquellos tres perversos niños.

- Si los quieres de vuelta, ven por ellos- dijo Codie con voz retadora.

-¡Mi... Mi... Mis pantalo... Lo... Lones!- tartamudeaba desesperadamente Tyler.

- ya te dije, si los quieres de vuelta, sal de ahí y ven por ellos.

-E.. E... Está bi... bi... bien.

Se limpió el trasero rápido y salió pues por sus pantalones sin bajar la palanca. Martine y Carlos lo tomaron por los brazos rápidamente, Codie lo tomó de las piernas después de haber tirado los pantalones al piso y entonces lo alzaron de tal forma que su cabeza quedara donde debían ir sus piernas. Tyler gritaba y pataleaba hasta más no poder pero lo tenía muy bien sujetado, todos sus esfuerzos eran inútiles. Entonces fueron e introdujeron la cabeza alargada de Tyler en la misma taza donde minutos antes había estado defecando. El pobre niño se ahogaba y tragaba sus propias eses, mientras los tres diabólicos degenerados reían de puro gozo y satisfacción. Es imposible aceptar tanta maldad, es imposible que los que deberían ser lindos querubines juguetones, actuaran como demonios viles y despiadados. Es una pequeña muestra del infierno en la tierra, de la podredumbre humana, de la falta de valores, de humildad, de respeto.

Segundos después, lo sacaron y lo pusieron en el piso. Tyler escupía excrementos y trataba de tomar aire desesperadamente.

- Jajaja. ¡Pez come caca! ¡pez come caca!- repetían los tres pequeños engendros mientras salían del ligar sin el más mínimo remordimiento.

Cuando la puerta principal se cerró indicando que aquellos habían salido ya, T. se incorporó un tanto tembloroso y, como pudo, llegó hasta los lavabos, abrió el grifo y comenzó a lavar su cara comenzando por los párpados lo cuales mantuvo cerrados todo el tiempo. El alma parecía haber salido de su cuerpo, pues el pobre infeliz sólo veía su propio rostro en el espejo sin ninguna expresión, pero el odio se podía ver en su mirada, oído consigo mismo, oído por la humanidad.

Cuando hubo retirado la mayor cantidad de porquería y lavado un poco su camisa, se puso sus pantalones y se quedó allí, esperando el toque de salida. Después de unas horas la escuela quedó completamente vacía y sólo hasta entonces fue que Tyler pudo salir. El eco de sus pasos se escuchaba a través de los largos pasillos. Caminó como un zombie hasta su casa. Por suerte sus padres llegaban hasta tarde, lo que le daba tiempo para darse un baño y asearse por completo. Cuando hubo terminado, tomó la ropa y la quemó para que no se dieran cuenta de lo ocurrido o (pensaba en su mente) sus padres le darían la regañiza de su vida.

Al rededor de las seis de la tarde, sonó la puerta de la casa. Mamá había llegado.

-¡Tyler, ya llegue!- dijo, un poco cansada del día.

Pero el niño estaba en su habitación con enormes malestares y fiebre. La tremenda infección que había adquirido estaba ya empezando a desarrollarse. Mamá hizo lo habitual; se puso una ropa más cómoda, preparó la comida y se sentó a esperar a su marido mientras veía la televisión. Era un día común, a excepción de que Tyler yacía terriblemente enfermo en su cama.Cuando el padre llegó, la mesa ya estaba servida y llamaron a Tyler pero este no bajaba, entonces su mamá fué por él; subió las escaleras, abrió la puerta y se acercó a la cama.

-¿No quieres cenar?- preguntó ella, pero el niño seguía acostado, cubierto por sábanas y tembloroso.

-¿No te sientes bien?- volvió a preguntar sin recibir respuesta. Fue entonces que tocó su frente callendo en cuenta de lo grave que estaba su hijo.

-¡Tomas!...- así se llamaba el papá deL niño- ¡Tyler está muy enfermo, tenemos que llevarlo al hospital!- gritó la madre sumamente desesperada. Tomas subió las escaleras rápidamente y vio a Tyler que se quejaba y temblaba ardiendo en fiebre.

-¡Rayos!, ve por las cosas- dijo el hombre, tan asustado como su mujer. Lo tomo y se fue directamente a la cochera. Sara (el nombre de la madre) tomo su bolso y salió rápido para abrir la puerta trasera del auto. Tomas lo acomodó junto a su madre, tomó las llaves y partieron rumbo al hospital.

Cuando llegaron a urgencias, la trabajadora social los atendió rápidamente. La ayuda llegó de inmediato, subieron a Tyler a una camilla y lo llevaron pronto a terapia intensiva por órdenes del médico en turno. Al cabo de una media hora, quizá más:

- Familiares de Tyler McCabe- anunció el Dr.

-Si, nosotros somos. Como está mi hijo doctor- dijo Sara con lágrimas en los ojos.

-Seré franco señora- una pequeña pausa- su hijo está muy grave. Una fuerte infección a atacado a su sistema, haremos todo lo posible para salvar su vida pero no le aseguramos nada.

El temor y la desesperanza se apoderó de los padres del moribundo. Sara lloraba inconsolablemente mientras Tom la abrazaba y luchaba por mantenerse estoico. Mientras tanto Tyler yacía medio muerto, conectado a diversos cables que monitorizaban sus signos vitales.

Las horas pasaban y los medicamentos no surtian efectos en el cuerpo del infante. Un día transcurrido y todo seguía igual. Ya era el segundo día y su corazón apenas latía, pero aún tenía conciencia para odiar y maldecir a todos los de la escuela, su odio era tan grande que aún con el inmenso dolor que seguro sentía, sus ojos denotaban aquel terrible sentimiento; su fin estaba cerca.

Las luces casi mortecinas del lugar dejaban ver el rostro pálido de un hombre que yacía sentado al lado de Tyler, llevaba una sabana vieja con la cual cubría su calaverico cuerpo. Tenía escaso cabello, unas tremendas ojeras, labios negros y lo miraba fijamente desde un rincón obscuro. Tyler podía verlo claramente, pero sólo él. Al parecer, estando en el umbral de la muerte, podía tener contacto con seres del inframundo.

-Tus deseos han llegado hasta mí- dijo aquel ser con una voz menos que humana, diabólica.

-¿Quién eres?- preguntó el niño con toda la debilidad de su voz.

-Tú me has llamado, con tu odio, con tus deseos de venganza... Puedo darte lo que pides, pero necesito algo a cambio.

- ¿Qué... Qué quieres? Lo que pidas te daré, sólo pido que ellos paguen por todo lo que me han hecho.

- Entonces, lo que quieres es muerte...

- Si, eso quiero- interrumpió Tyler.

-Lo único que te pido a cambio es... Tu alma. Sólo tienes que decir " deseo que todos mueran" y el trato estará hecho.

El niño, ingenuo de que trataba con el mismísimo diablo, repitió las palabras tal y como le indicó el Príncipe de las tinieblas; al instante su corazón se detuvo. Tyler se encontraba fuera de su cuerpo, en ese momento el diablo lo tomó por los hombros y lo condujo lentamente hacia las sombras sin mirar hacia atrás, riéndose de rencor, de gozo, de venganza. Cuando los doctores y enfermeras entraron en la habitación, los monitores indicaban un milagro en la habitación, un milagro del demonio, un niño completamente sano y vivo; pero lo que había en esa habitación ya no era Tyler, ya no era humano, ya no era nada.

BULLYING BLOODDonde viven las historias. Descúbrelo ahora