5. Sin sentido.

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Un intenso dolor inmediatamente se esparció desde mi pecho hasta mis pies, parecía que este se estrujía tal como una esponja, estrujiendose desde él, tristeza y desolación.

Estaba inmóvil, todo el rededor se hacía borroso, y podía escuchar el palpitar de mi corazón.

Las lágrimas, abandonaron el escalofriante dolor que expresaban mis ojos y bajaron por mis mejillas, pero mis pupilas seguían estáticas, carentes de fuerzas para seguir mirando, aunque con voluntad y terquedad para nunca abandonar aquella persona.

Era mi madre.

Lucía pálida, a pesar de aquel minucioso tinte tostado de su piel, con una expresión de calma.

Caí de rodillas, pero mis manos se mantuvieron arriba de la camilla, palpando el rostro de mi madre, y mi cabeza se apoyó en la cama.

Comencé a llorar como un niño.

-Lo siento mucho chico -agregó uno de los enfermeros palmando mi hombro-. Pero tenemos que llevarnos a tu madre al hospital, ya falleció, pero es parte del proceso.

Seguía llorando.

-Entiendo la tristeza que debes sentir pero tenemos que llevarnosla, es nuestro trabajo -insistió otro de los paramédicos.

Sentía que estaba enterrado, no movía ninguna parte del cuerpo, solo quería quedarme allí por siempre.

Insistieron en un par de ocasiones, pero tenía terror a modular alguna palabra, pánico.

No sé cuantos eran exactamente, ni quienes, no atiné a observar, solo veía a mi madre, estos a la fuerza me sacaron de la camioneta, y cerraron la puerta, terminando con nuestro vínculo para siempre. La camioneta desapareció,  desvaneciéndose el sonido que estás emiten unos segundos después, un sonido inservible y sin sentido, se supone que es para cuando una persona necesita ayuda médica en urgencia, mi madre ya no la necesita.

Había muchísima gente mirándome, incluyendo a los policias, algunos susurrandose entre sí, todos viéndome con lástima e impacto. No sabía a dónde ir ni que hacer, solo imploraba que esto fuera irreal.

Sin darme cuenta me vi tirado en el suelo, encima del acalorado pavimento, y encandilado por el sol posado encima de la cabezas de los presentes, inexplicablemente ya no descendían lágrimas por mi rostro, y las que aún quedaban se secaban de poco, causando un cosquilleo sólo evidente por unos momentos.

Había un silencio tan absoluto, que parecía que estaba solo en la calle, o tal vez había ruido y no era capaz de escuchar, el calor quemaba cautelosamente las palmas de mis manos apoyadas en el cemento, pero esto no me importaba.

De reojo noté que la gente aún no se movía un centímetro, pero su asombro ya había disminuido. Volví a fijar mi vista en un punto al azar, como si no tuviera control de esta, como si tuviera vida propia, desplazándose de un lugar a otro.

Cuando de pronto comencé a escuchar nuevamente, levante mi vista y los policías estaban aún observándome, y conversando entre ellos, uno de ellos me apuntaba con su dedo, tenían un rostro pensativo, algo estaban divagando. La gente de a poco comenzó a irse, y yo mantenia la posición que había establecido desde un rato.

De repente, algo interrumpe los rayos solares, sin permitir que el sol siguiera quemando suavemente la parte trasera de mi cuello, posandose una pequeña sombra sobre mi.

-¿Qué te pasó?  ¿Por qué te sale sangre del estomago? -preguntó algo nerviosa, y pausadamente una voz fina y dulce.

Me sorprendí, retiré mis manos del pavimento y me acomodé lentamente mirando hacia arriba al finalizar.

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⏰ Última actualización: Aug 23, 2016 ⏰

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