Hogwarts, primeros años y primeras experiencias

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Siempre había sido alguien reservado, frío, insensible... nunca había tenido verdaderos amigos, tan solo mi primo, Dorian Nott, y hasta con él tenía mis reservas. Entonces recibí la carta, esa carta que me abría las puertas a un mundo nuevo y fantástico o por el contrario, me llevaría al mismísimo infierno.

Las cosas habían cambiado desde que mis padres estudiaron ahí, la mayoría ya no respetaba, ni temía nuestro apellido, todo lo contrario, la gente lo repudiaba. Eso lo tenía bastante claro, mi única intención era pasar lo más desapercibido posible hasta llegar al Gran Comedor, en ese lugar se decidiría mi destino, nada más y nada menos que por un sombrero parlante. Lo dicho, tenía que evitar que la gente se fijara en mí, al menos hasta aquel irremediable momento. Aunque difícil lo tenía, era igual a mi padre, pelo rubio oxigenado, ojos grises...

Por suerte o por desgracia mi compartimento era el único vacío cuando aquellos dos niños aparecieron por la puerta, él era blanco como la leche, pelo azabache y ojos verdes, ella tenía una melena pelirroja enmarañada, pecas por toda la cara y ojos azules. Estaba nervioso así que no me puse a sacarles parecido, absolutamente solo ante el peligro ya que mi primo, un año mayor, estaba en otro compartimento con sus amistades. Educadamente el chico me pidió entrar, yo no se lo negué y ambos se sentaron enfrente de mi persona. Pensé que se pondrían a hablar entre ellos, que no repararían en mí, pero no conté con que la chica cuando estaba nerviosa no podía callarse, un mal hábito que todavía detesto hoy.

Me preguntaron mi nombre y una gota fría de sudor me recorrió la espalda, no sabía qué hacer, pero entonces recordé que debía tener un absoluto control de mis emociones, un paso en falso y todo el mundo podría acabar conmigo. "Malfoy" dije arrastrando las palabras "Scorpius Malfoy" complete lo más fríamente posible. Los primeros segundos estuvieron descolocados, era obvio que no se esperaban esa respuesta, después el chico tomo la iniciativa alargándome su mano para estrecharla.

-Yo soy Albus Potter –sonrió –y ella es mi prima Rose Weasley –ella no me sonrió, solo asintió con la cabeza –un placer –concluyó su presentación. Acepté el saludo con la mayor calma posible, aunque por dentro no me lo creía. Jamás pensé que uno de ellos me dirigiera la palabra. Nos costó un poco arrancar la conversación, sobretodo porque Rose tenía demasiados prejuicios conmigo, todo gracias a su "estupendo" padre, lo reconozco, no es mi Weasley favorito, prefiero a cualquiera de sus hermanos antes que a él.

Al llegar, Hagrid nos recibió, uno de mis momentos favoritos en Hogwarts fue llegar el primer año al castillo en barca, fue algo increíble. La mismísima directora nos explicó lo que pasaría al entrar en el comedor y se abrieron las puertas. Me ponía muy nervioso todo el mundo mirándome, pero no lo demostré, solo esperaba mi turno. Cuando me llamaron pude escuchar algunos comentarios poco agradables, pero ya me acostumbraría a eso, lógicamente acabe en Slytherin, de no haber sido así mi abuelo me hubiera desheredado. Tengo que reconocer que no me recibieron tan mal como pensaba, pero eso sí, todo el comedor se había quedado con mi cara, de eso no tenía dudas.

Pero sin duda alguna lo que me sorprendió más aquella noche fue que el mismísimo hijo de Harry Potter acabara no solo en mi casa, sino también en mi habitación. Nadie en el colegio podía creerlo, el primer Potter-Weasley en acabar en la casa de las serpientes, eso sí que fue todo un acontecimiento. Rose acabó en Griffindor, lógicamente por su inteligencia debía estar en Ravenclaw, pero al igual que a su madre, la casa de los leones le pegaba más, al fin y al cabo era una Weasley. Esa noche no lo sabíamos, pero los tres seriamos grandes amigos durante todo el colegio, aun lo somos y me alegra contar con ellos.

Al año siguiente me presente para buscador del equipo, me cogieron, pero como suplente, no me gustaba, pero era lo que había. Intente convencer a Albus de que hiciera las pruebas para cazador, pero no hubo manera. Lo entendí entonces y lo entiendo ahora, no quería enfrentarse a su familia, ya fue bastante duro para él que su hermano aceptase que no había entrado a Griffindor, no quería tener que lidiar con el ego de James en los partidos también. Por aquel entonces yo seguía siendo ese niño frío e insensible, ese que jamás se reía, es cierto no lo hacía, no delante de todo el mundo al menos, tuvieron que pasar unos cuantos años para que me riera a carcajadas por primera vez en medio de un montón de gente, pero no adelantemos acontecimientos.

Recuerdos de un MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora