La reina y el prebeyo

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Los personajes de Bleach pertenecen a Tite Kubo.

One Shot dedicado a Sibreka.

Versión larga de la historia de la Reina-faraón Hatshepsut y Senmut incluida en el one shot A Thousand Years.

Advertencias: AU. Contiene OoC . Y aunque no me gusta hay ligero ByaRuki porque la trama así lo requiere.

Aclaración: En esta ocasión los eventos del presente estarán escritos en cursiva y los del pasado en letra normal para evitar molestias con la vista durante la lectura.

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LA REINA Y EL PLEBEYO

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El dios Sol, Amaterasu, caminaba al costado del gran río Amanogawa. Su cabello naranja bailaba al compás de la suave brisa que el dios del viento generaba y que desprendía las flores de los árboles.

Caminó hasta que encontró a su amada diosa de la luna, Tsukoyomi, sentada sobre una piedra a las orillas del río. Sabía que le gustaba contemplar el reflejo de la luna en las aguas cristalinas en los momentos de tristeza.

Se sentó junto a ella y tomó su mano.

—Todo estará bien. —señaló él. Y ella lo volteó a ver con sus hermosos ojos violetas inundados por la tristeza.

Momentos antes el dios de la creación Izanagi había castigado su desobediencia quitándole la inmortalidad a la joven, condenando su amor.

—Moriré. —respondió ella con tristeza. —te dejaré solo y no volveremos a estar juntos nunca más.

Él tomó más fuerte su mano.

—Te prometo que no me rendiré, buscaré la forma de estar juntos otra vez, en esta vida o en otra. —declaró.

Y ella le sonrió con esperanza para después fundirse en un beso.

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Ichigo miró su reflejo en el espejo de aquel baño. Su largo cabello seguía negro, como recordatorio de la perdida de sus poderes como dios a cambio de que su amada pudiera renacer.

Ansiaba el día de que su cabello se tornara de nuevo naranja, porque entonces su alma y la de Tsukoyomi podrían regresar al cielo y ser felices por la eternidad, y así se rompería aquel terrible castigo: experimentar una y otra vez la muerte de ella.

Pero dejó aquellos pensamientos de lado y salió del baño.

En la sala, sentada viendo la televisión estaba la chica de ojos violetas, su querida diosa de la luna, que en esa vida mortal tenía por nombre Rukia.

Habían regresado de ver el eclipse de luna en el parque, donde le pidió que fuera su esposa y ella había aceptado.

—¿Qué tienes? —le preguntó Rukia mientras le hacía un espacio para que se sentara a su lado.

Él seguía con un semblante triste y no era para menos, pues pensaba que tras el eclipse ella recordaría sus vidas pasadas, pero no fue así.

—Nada, sólo estaba pensando. —respondió sentándose a su lado.

—¿En qué? —preguntó con curiosidad.

—En que tal vez tu y yo tenemos una vida pasada juntos.

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