Lugares que refrescan el alma;

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Un sonido de fondo lo despertó, luego siguió otro y luego otro más del mismo tono.

Joonmyeon reconocía ese sonido muy en el fondo de su cerebro pero no quería abrir los ojos y dejar de dormir. Aún tenía mucho sueño, sin embargo el sonido seguía haciendo que se levante con un gemido entre sus labios hasta su computadora. Con los ojos cerrados y un bostezo encendió la pantalla, sus ojos entre abiertos mientras aceptaba la solicitud de la video llamada, asesino en su imaginación a Jongin por ser un estúpido que le arruinaba todo y que tampoco siquiera lo dejaba dormir en paz un sábado.

—Pero qué carajo, Hyung ¿Qué te paso? — Fue el saludo del menor del otro lado de la pantalla, Joonmyeon se apoyó en el respaldar de la silla y largo otro bostezo antes de abrir por completo los ojos con mucho pesar.

Pero con lo que no contaba fue que aparte de su amigo bastardo hubiera otra persona. Amplió los ojos al ver que lo saludaban agitando las manos, Jongin junto a otro chico que estaba sentado en su regazo y la sonrisa de burla del menor se hizo muy notable.

—En-enseguida vuelvo, — tartamudeo antes de levantarse rápido e ir al baño para acomodarse un poco siendo capaz de oír la risa escandalosa de Jongin desde el baño, quería matar a ese miserable.

Joonmyeon era consciente de su estado desastroso cada vez que se levantaba aunque también sabía muy bien cuando empezó a verse aún peor, y cada día incluso más, y tan solo fue desde que el nieto del dueño de la casa había comenzado a tener pesadillas nocturnas bastantes seguidas para su gusto.

Iban varias noches que no dormía con el remordimiento de que en una hora de la madrugada se escucharían los gritos del chico de algún lado de la casa y luego de unos minutos, los talones descalzos de los ancianos buscando el lugar de donde provenían, era perturbador pero también un poco lamentable.

Sin mencionar que luego de esa noche, trato de no incomodar a la familia con su presencia alrededor, no lo hacía ver tan obvio pero bastaba en que él lo sabía y agradecía que el chico lo hiciera más fácil de casi no parar en la casa. Siempre regresando tarde de algún lugar o en las mañanas cuando se levantaba, él ya se había ido o simplemente aún dormía cuando Joonmyeon bajaba.

Joonmyeon había visto al chico solo un par de veces en las tardes, desde su ventana lo había observado varias ocasiones entrar a ese sembradío de girasoles pomposos y chirriantes de amarillo y luego de cierto tiempo salía con media docena de ellos en sus manos junto a una sonrisa plasmada en su rostro. Joonmyeon pensaba que por lo menos alguien sonreía en eso días.

Sus ojeras estaban más prominentes esa mañana y su rostro se veía demacrado, y las horas que estaba dedicándole a la modificación del edificio lo comenzaban a carcomer como muchas otras veces, más la espera incesante de la llamada de Jongin para que le de noticias sobre lo que le había pedido y en un momento se desesperó después de que el menor le indico que le enviara fotos del pueblo indicando que ayudaría mucho, sin embargo eso fue trece días atrás.

Cuando termino de asearse y estar un poco más presentable volvió a su habitación y en la pantalla todavía le mostraba un Jongin sonrisas con los brazos cruzados, solo que ya no había...

—No, no estabas soñando. — Gruño ante las palabras del menor, como si le hubiera leído la mente el otro respondió. —Y créeme, vaya primera impresión que le diste, me tuve que disculpar por cómo te veías, — se burló entre risa y Joonmyeon rodo los ojos.

—Muérete.

Vio reír al otro a carcajadas y lo dejo seguir hablando. —Vaya, no creí que te estresara de esa manera el lugar, por las fotos que me mandaste no se ve tan mal, — Jongin argumento con una ceja levantada.

Colorea mi mundo | SulayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora