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me pedía que no lo hiciera. me lloraba, me encantaba cuando me suplicaban. agarre mi bate y golpee su cabeza hasta que quedó irreconocible. su voz, su simple existencia la condenó. cuando dejó de gritar y llorar fue cuando me aburrí de de ella. la mira por última vez y no pude contener una pequeña sonrisa. me hacía tan feliz esto, ¿porque no lo hacía antes? me sentía vivo, más vivo que nunca. lo mejor de todo, es que nadie sospecha del niño de los grandes lentes que siempre está leyendo en el salón. nadie sospechaba de mi. solo tú, solo tú eras quien me conocía de pies a cabeza. por eso mismo, merecías morir.

1: am • meanieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora