1-. Lo maravilloso de la vida

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1—. Lo maravilloso de lavida

«El hombre no puede ganar nada sin perder algo a cambio. Para ganar, algo de igual valor debe perderse. Esa es la primera ley de la alquimia de la equivalencia de intercambio; en aquel entonces...

Bla, bla, bla, soberanas tonterías...

Yo, Winry Rockbell, desde que pasé a la secundaria he dejado de ver animes de fantasía y magical girl en general, entre otras muchas más boberías; me tenían sin cuidado alguno. Creía que eso de la magia, lo hechizos, y el animé de chicas mágicas vestidas con trajecitos súper-ultra ridículos y de colores chillones eran signos de inmadurez total, y que al dejar de creer en ellos y hacerle caso omiso a esas "boberías para niños de primaria" ya era una chica madura, una adulta responsable que como tal debía comportarse.

... pero todo eso cambió cuando conocí a Sakuno Ryusaki...»

Era un día normal en el internado de Morinomiya. O al menos eso parecía; nada daba indicios de que fuera tan especial como lo iba a serlo.

Winry Rockbell, era una de las chicas populares del instituto Morinomiya, muy reconocida por sus dotes de belleza e inteligencia, además de sus habilidades en el tenis. Andaba por los pasillos si ningún interés en especial. Admirada por los chicos e idolatrada por las chicas menores y estudiantes de su mismo grado, se sentía incómodamente observada, aunque no les prestaba mayor atención: su objetivo estaba más allá de tener a un puñado de chicos tras ella, porque a su creer no valía eso nada si "ese" chico especial iba tras ella.

Suspiró.

Que él la quisiera como ella le quería tal cual era resultaba parecer un sueño tan tonto...

Por culpa de esa misma distracción en las nubes de pensamientos, acabó chocando contra alguien y terminó junto con esa persona en el suelo.

― ¡Perdona! —se disculpó apenas pudo, ofreciéndole su mano a su compañera que había tirado al suelo: se trataba de Sakuno Ryusaki, la chica que había llegado de intercambio de no recordaba dónde la semana pasada—. Perdón—repitió.

Sakuno comenzó a llorar, intentando torpemente contenerse.

— ¡Lo siento!—Winry se puso más nerviosa. La idea de que lloraba por su culpa la estaba atormentando horriblemente—. ¿Te he lastimado?

Sakuno negó febrilmente con la cabeza.

— ¿Entonces?

—Lo he perdido—comenzó a musitar entre algunas lágrimas—. Lo he perdido...

— ¿Has perdido qué?—no lograba entenderla, menos todavía si expresaba su problema con palabras vagas como esas—. ¿Te ha hecho daño alguien?

Volvió a negar.

—He perdido un objeto muy preciado para mí—Esta vez había sido Sakuno quien había suspirado, secándose las lágrimas—, y todavía no lo encuentro.

—Qué problema. —Se llevó la mano al mentón. Ahora entendía el porqué de las lágrimas de la joven y se sentió alivida de saber que no eran por su causa—. ¿Te ayudo a buscarlo?

Los ojos de Sakuno Ryusaki se iluminaron.

— ¿Lo harías en serio?

Winry asintió.

—Sólo dime cómo es para ayudarte—Tras esas palabras, la joven Ryusaki se lo pensó unos momentos.

—Bueno: es rectangular, de color lila, es como un...—hizo una pausa, como si hubiese recordado repentinamente algo—. ¿Sabes?—comentó, jugando indecisa con sus dedos—, no se preocupe, yo lo busco: ¡gracias por su ayuda! —dichas las palabras, salió disparada como un cohete fuera del pasillo sin dirección conocida.

¡Cuidado con ese conjuro!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora