Parte:5 Arco iris.

21 0 9
                                    

Pasaron tres años sin mucha novedad. Viol, la cual estaba por regla general siempre con Jaiden hizo nuevos amigos hacia dos años. Aquel año fue el último que Jaiden y Ilyf la vieron más haya de un saludo por la calle.

Ilyf y Jaiden estaban muy unidos, tanto que nunca se separaban. Pero tuvieron problemas personales que Jaiden por lo general no entendía y que junto a la desesperante situación de Ilyf solo lograron cansarla. Después de tres años en los que parecían inseparables estos se separaron.

Jaiden había aprendido a luchar, filosofía y literatura que no fuera basura mental, gracias a Razw. Por otra parte, Ilyf hacia de rastreadora y escriba para un grupo mercenario a ordenes del rey en el que estaba Zack. 

La mañana era cálida y despejada. Yo como de costumbre salí de la posada, apenado por que ya hacia semanas que ni siquiera podía mediar palabra con Ilyf. O al menos no como antes. Pero intenté centrarme en otros asuntos.

Entonces vi a mi hermano por una de las calles principales.

-!Eh! -Grite.- ¿Donde vas tan temprano?

Zack se giró y compuso una sonrisa forzada.- Voy a una misión con el grupo de padre. Ya sabes. -Hizo un ademán con la mano, quitando importancia a la situación.

-¿Enserio?-Me crucé de brazos, meditándolo.- ¿Algo serio?

-Creo que esta vez si, hermano, vamos a la Garganta del dragón. Tienes una carta en tu cuarto.- asintió. -Ábrela cuando me haya marchado.

Yo me quedé consternado. Por lo general, Zack era muy decidido y confiado. Nunca lo vi antes de esa forma.

-Ten cuidado... Y cuida de ella. La Garganta del dragón es una zona de acantilados bastante peligrosa.

-No te preocupes, hermano. Y recuerda lo que nos decía madre: ''Lo más bonito que le puedes dar a alguien es tu tiempo. Nunca lo volverás a recuperar'' . Recuerda eso por los dos.

Entonces vi como mi hermano avanzaba hasta la puerta de la ciudad y se reunía con su grupo. Yo intenté ni fijarme, por mi salud mental.

Me fui a los tejados donde solía pararme a pensar. Donde me hubiera gustado llevarla e incluso fantaseaba con que todo volviese a ser como antes, a la normalidad.

Pasaron las horas, casi sin darme cuenta, aunque era un infierno estar aquí sin hacer nada. A si que decidí coger mi espada, la cual estaba en palacio, colgarla a mi espalda y salir con uno de los caballos de los establos de Fulgor.

Ellos fueron a pie, a si que supongo que sería cuestión de tiempo alcanzarlos. Solo pasaron dos horas cuando vi lo que sería lo que más marcaría mi vida. Lo que nunca esperé ni imaginé que pasase:  Estaba Zack, con su espada, la espada que fue de madre, atravesando el pecho de Ilyf, estaban todos los demás mercenarios tirados en el suelo, mientras los enemigos de Fulgor estaban rodeandoles. En un instante, Zack cayó al suelo.

La desesperación me invadió, luego me invadió la ira. No solo la ira por su muerte. Si no por todo lo que pudimos hacer y la despedida tan falta de sentimiento. Una ira y desesperación inimaginables, que dieron lugar al odio y rencor mas oscuros. 

A partir de esto, como autor me dirigiré a ti directamente. Los sucesos que pasaron a continuación son demasiado fuertes incluso para poder describirlos. Jaiden desenvainó su espada. Con una furia insana destrozó, literalmente a todos los enemigos que lo rodeaban. Le dañaron, pero el no gritó, no hizo la menor mueca de dolor. Solo se escuchaban los gritos ahogados de su acero chocando con la piel de sus enemigos.

Me encontré a mi mismo, en mitad de todos los cadáveres. Avancé hacia los cuerpos de Ilyf y mi hermano. Entonces escuché una voz: -''La devolveré a la vida, si a cambio, me das tu alma.''- No me perturbé, no quise saber de donde venía esa voz. Solo grité que si.

Ella volvió a la vida, pero el agujero de su pecho no se cerró. La sangre volvió a brotar con fuerza. Yo la cogí entre mis brazos, llorando. Volvió a la vida, pero no se curaron sus heridas. Estaba volviendo a agonizar.

-Siento todo esto. No quería que acabásemos así. No quería que murieras, ni mi hermano. -Dije entre sollozos, aferrándome a ella.

-No es culpa tuya. Fui yo quien lo hizo...-Dijo con un débil hilo de voz.

-¡Pues te odio por eso! -Grité mientras mis sollozos se convertían poco a poco, en gruñidos de ira. -Y no puedo odiarte, por como fuiste. No entiendo cuando te volviste así. Ni quiero que mueras...

-No es culpa tuya... Te quiero Jaiden. Siempre estuve enamorada de ti. -Dijo, acariciándome la cara.

-Y yo a ti. Fuiste mi ángel y mi vida. Ojala hubieras podido hacerme padre, ojala no hubiéramos peleado tanto... Nunca volveremos a ver el arco iris de luces juntos... -Mis sollozos no cesaban era ella la que incluso en su estado, intentaba calmarme a mí.

- ¿Donde se fue nuestro arco iris, Jaiden? -Dijo mientras dejaba de respirar.

Yo la llevé conmigo. La cogí en mis brazos.

 Comprobé que Zack seguía vivo, respiraba. Pero no pude asesinar a mi hermano. Me fui andando, junto a mi corcel a Fulgor.  Estaba extenuado, cansado, furioso. Pero debía llevarla conmigo a Fulgor a pie.

Mi sueño, se fue, después de tanto tiempo, día a día. No sabía como sentirme, mas haya de furioso.

Me gustaría decir que no pensé en irme con ella a buscarla. Pero sería mentir. Dentro de mi solo había ira, ya que al irse ella me dejó vació.  En ese momento, Jaiden murió. Yo, morí. 



El sermón de un DiabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora