Parte 6: Empieza el Diablo.

7 0 0
                                    

A la mañana siguiente todo se hizo público en Fulgor. Zack no había dado señales de vida aún, incluso hay quién dice que desertó.

No dormí en toda la noche, en la oscuridad de mi cuarto, solo esperaba que alguno de los dos cruzara la puerta. Cosa que ya sabía que no iba a ocurrir y que me llenaba de ira.

De repente golpearon la puerta. -¿Jaiden? Se lo ocurrido...Soy Viol. Abre la puerta y hablemos.

-No voy a hablar contigo. -Dije con una voz ronca y maltratada, debido a los gritos de aquella noche.

-Jaiden, por favor. Abre.

-Vete con tus nuevos amigos. -Dije con tono de burla, con una leve risa al terminar la frase.

-Jaiden... No me di cuenta. Abre... Seguro que Ilyf querría que estuviéramos bien.

Me levanté de un salto y abrí la perta. Acto seguido cogí por el brazo a Viol y la zarandee dentro. -¿Tu que sabrás? -Alcé ambos brazos.- Fuimos tus amigos hasta que encontraste otros. Más numerosos e igual de mierdas que tu. -La señalé, mientras por la habitación retumbaba el sonido de mi respiración, altamente acelerada.

-Jaiden... Yo no pensé...-La corté de golpe con un ademán brusco con mi mano.

-¿Tu no pensaste, que? ¿Acaso no tienes inteligencia emocional? -Resoplé y ladee la cabeza. -Eso son escusas que tu misma te pones para no admitir que como persona tienes el corazón negro, como el de una cucaracha. Sin animo de insultarlas a ellas.

-Jaiden, se que estas dolido, pero te estas pasando... Solo quería consolarte.

-Yo no quiero consuelo.

-Quieres que...-La volví a cortar. 

-¿Sabes la historia del mendigo de Fulgor?

-No, no la se.

Me senté y comencé a contársela. -En Fulgor había siempre en un rincón un mendigo. Ese mendigo fantaseaba con encontrar un tesoro, ser rico y nunca más tener que volver a pedir limosna. -Sonreí. -Entonces como es lógico, un día murió. Y todos los aldeanos ''buenos'' de Fulgor comenzaron a discutir donde enterrarlo. -Hice las comillas de ''buenos'' con los dedos.-Esa gente se quedó en tres, uno de ellos dijo que si ese mendigo había estado manchando ese rincón durante cuarenta años, que lo enterraran hay mismo.

Todos aceptaron, empezaron a cavar en ese rincón y de repente encontraron una caja de metal, llena de monedas de oro. Los tres comenzaron a reír, ya que ese mendigo había estado cuarenta años encima de su fantasía.

Ante estas burlas, se acercó un hombre sabio. Este les dijo: Vosotros sois peores que el mendigo. Todos mendigáis, unos mendigan amor por que se sienten solos, otros mendigan dinero, por que no saben que hacer con sus vidas, otros mendigan la vida eterna, ya que no saben que hacer en su vida terrenal... Otros, mendigan distracciones, lujos, mujeres, ya que no se aguantan a si mismos. 

Me levanté y me dirigí a la puerta. -¿Que mendigas tu Viol?

Viol se quedó paralizada, en mitad de la habitación. Ante esto yo abrí la puerta y le indiqué que saliera. No quería verla ni tener relación con nada de aquello. 

Viol salió y justo cuando cruzó la puerta y la cerré, y volví a escuchar aquella voz. -No se te ve contento por el trato, Jaiden. -Apareció en una de las esquinas, la mas oscura de mi habitación un ser cubierto totalmente por las sombras. Solo pude apreciar el aura de sus ojos, rojos como la sangre. Burbujeando ante mi.

-¿Quien eres tu? -Dije mientras retrocedía hacia la puerta.

-Soy con quien hiciste el trato. Resucité a tu amorcito.

Me quedé paralizado por el miedo y por que entonces me di cuenta de que no era mi imaginación, lo escuché ese día.

-Ahora que tu alma es mía, tengo que pedirte que hagas algo por mí.

Me abalancé sobre el, el había echo sufrir a Ilyf un poco más esa agonía. Pero lo atravesé, como si fuera humo, dándome un golpe contra la pared.

-No haré nada por ti. Bastardo. -Rezumaba ira, aunque parecía que no podría hacerle daño.

-Entonces, supongo que tendrás que pasar la eternidad en el infierno.-Entre cerró sus ojos rojos. -Si de lo contrario, quieres conservar tu alma, deberás recuperar para mí la hoja de Karmaliet.

Había escuchado las historias sobre aquella hoja. Se decía que la forjó el mejor herrero del infierno, antes de abandonarlo. Lo hizo con la cola, dientes y garras de un dragón negro, el más antiguo y fuerte de todos los que hayan existido. Pero eso era un cuento para niños.

-Esa espada no existe, eso es un cuento para niños.

-Veo que ahora que sabes que puedes conservar tu alma estás mas receptivo...Bien. La hoja se encuentra en el monte Delirio. Cuando te encuentres en sus pies, te diré lo que debes hacer. -Expandió su sombra por toda la habitación y su respiración retumbaba en mi cabeza. -No tardes más de un día. No soy conocido por mi paciencia.

Entonces se desvaneció. Yo estaba aturdido, mareado y mis parpados cada vez iban pesando más. Hasta que me desplomé en el suelo.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Aug 07, 2016 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

El sermón de un DiabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora