CAPITULO 1º:TORMENTA:

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Melody miraba por la ventana por enésima vez ese día, sabía que algo muy malo había pasado.
Y todo por culpa de Benjamín. Una semana sin tener noticias de él le estaba volviendo loca.
El teléfono la distrajo unos instantes del caos que era su mente en ese momento.
Se alegró de poder hablar con alguien que no fuera ella misma.
-Hola Mely ¿qué tal estas?- Preguntó Sofía la hermana mayor de Melody.
-Me voy a volver loca hermana. Benjamín no ha parecido. Ya creo que la noche que estuvo en casa fue un sueño. No pudo haber sido real. No sé que pensar.- Contestó desahogándose.
-Ese marido tuyo ¿no andaría en algo raro? Algo como ¿negocios ilegales?-
Melody suspiró, sabía que podía contarle cualquier cosa a su hermana, pero algo le decía que tenía que tener cuidado con lo que hablaba. No podía airear la vida de su marido sin esperar que no hubieran consecuencias.
-No lo sé Sofi. Últimamente no me contaba nada. Me sentía casada con un extraño.-
-Nena vas a tener que aceptar que nuestro padrastro tiene razón, Benjamín nunca ha sido para ti. Deberías abandonarle y seguir con tu vida lejos de él.- Protestó Sofía.
-Cariño tengo que ir por Iván al colegio. Y estoy en pijama, debo vestirme. ¿Te importa que hablemos luego?- Melody no esta dispuesta a que su hermana le diera la lata y menos con el tema de su marido. No se arrepentía de haberse casado con él, le había dado años maravillosos y un hijo fantástico.
Pensó que salir de casa le haría bien, pero al llegar a su habitación y ver las escrituras de la casa sobre la comoda le hizo estallar.
Furiosa cogió el móvil y marcó el número de Benjamín, pero esta vez cuando le salió el contestador no colgó, chilló todo lo que le carcomía el alma desde hacía una semana.
-¡Maldito hijo de puta, cabrón! ¿Dónde coño estás metido? Una puta semana lejos de casa, ¿qué es más importante para ti esos putos negocios o tu hijo? ¡Desgraciado! ¡Cuando regreses mañana a casa te encontrarás con una jodida demanda de divorcio!- Mientras exclamaba todo eso se había dejado resbalar al suelo, se sentía rota de impotencia, de rabia y de dolor.
Secretamente le empezaba a dar la razón a su padrastro. Eso no le gustaba. Cuando se dio cuenta de que lloraba empezó a dar golpes al teléfono contra el suelo.
-¡Maldita sea tu estampa Benjamín!- Exclamaba mientras golpeaba el móvil.
Cuando se sintió mejor, se levantó del suelo, fue al baño para arreglar el desastre que era ahora su cara. En el momento que estuvo de acuerdo con el resultado se apuró en coger su bolso y sus llaves. Iván saldría en media hora del colegio. Debía darse prisa.
Se subió en la vieja camioneta que esperaba aparcada en el sendero de grava y arrancó.
Antes de ir a la escuela paró un momento en el banco, necesitaba dinero urgentemente. Ella no había cobrado aún y Benjamín no había dejado dinero.
Su marido le había advertido que no sacara dinero de esa cuenta bajo ningún concepto, pero estaba desesperada, la nevera estaba sin comida, el tanque de gasolina de su vehículo casi vacío. Su hijo tenía que comer.
Se engañó a si misma diciéndose que una sola vez no pasaría nada, encima también debía comprarse un nuevo teléfono ya que había destrozado el suyo con los que golpes que le había dado.
Pensó que ya que sacaba, sacaría una buena tajada. El empleado del banco no se sorprendió cuando ella pidió mil quinientos euros.
Después pidió borrarse de la cuenta, sin detenerse a pensar que eso podía ser sospechoso.
Guardó el dinero, firmó los correspondientes papeles y se apresuró en salir del lugar.
En cuanto puso de nuevo en marcha la furgoneta para ir a buscar a su hijo se percató de algo que le pareció inusual.
Le pareció que un coche negro, muy lujoso, con los cristales tintados le estaba siguiendo.
Cuando llegó al colegio se percató de otros dos coches idénticos al que tenía detrás, estaban aparcados en frente de la escuela.
Algo que le dio muy mala espina, "maldita sea Benjamín, esto debe ser culpa tuya fijo."
Aparcó y corrió para recoger al niño, ya llegaba cinco minutos tarde.
Se disculpó con la maestra por la tardanza y después de coger a su pequeño en brazos volvió a la camioneta.
Puso rumbo al centro comercial para comprar todo lo que necesitaban, incluido el móvil nuevo que iba a necesitar.
El coche volvía a seguirla, un escalofrío recorrió su espina dorsal, sabía que estaban en peligro.
La dulce voz de Iván la trajo de vuelta a la realidad.
-Mami, ¿regresó papi?-
-No mi amor, todavía no. Pero lo hará pronto.- Contestó tragando saliva.
"Por tu bien Benjamín y por el nuestro propio, espero que regreses cuanto antes." Pensó Melody disgustada.
El niño volvió a captar la atención de su madre.
-Ma ¿dónde vamos?-
-Al centro comercial, pensé que para variar te apetecería comer una hamburguesa. Además tenemos que llenar la nevera.- Contestó observando que el coche negro los adelantó.
Le hubiese gustado ver quien conducía pero los cristales tintados le impedían ver el interior del vehículo.
En vez de aparcar como hacía siempre en el aparcamiento subterráneo lo hizo en la calle, por donde pasaba más gente. Acababa de decidir que debía evitar sitios desérticos.
Tal y como prometió llevó a Iván a la hamburguesería, después le sentó en el carro e hizo la compra.
Una vez hechos todos los recados volvió a su casa, le tranquilizó ver que nadie la seguía.
Una vez que llegó a su calle, se percató que justo enfrente de su hogar, otro maldito coche de esos.
-Ma, ¿te ayudo a bajar las compras?- Preguntó solicito el niño.
Melody se agachó a su lado, le abrazó fuertemente y después de revolverle su rubia cabellera le contestó:
-Cariño, quiero que hagas algo por mi. Quiero que mientras yo entro en casa las compras tu te encierres en tu cuarto. Y no abras hasta que yo te llame. Para entretenerte puedes hacerme un hermoso dibujo como los que tu haces.-
Iván antes de irse le dijo algo a Melody que la dejo preocupada.
-Vale ma, te haré caso, ya papa me dijo anoche en sueños que te hiciera caso en todo. Y también me dijo que no dejara que los hombres malos me cojan. Te prometo mami que no me cogerán.- Después de decir esto el niño corrió al interior de su casa.
Ella se quedó unos instantes mirándolo sorprendida sin saber como asimilar esa información.
Miró con desconfianza hacía donde estaba aquel vehículo aparcado y rezó para que no les pasara nada.
Horas más tarde Iván hacía su tarea y Melody estaba sentada en el sillón con las escrituras de su casa entre las manos, pensaba mucho y al mismo tiempo tenía la cabeza vacía. Una tormenta empezaba a formarse fuera.


En la foto Melody con su hijo Iván.

En la foto Melody con su hijo Iván

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Y Benjamín.

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