Para alguien como Blair, la palabra "amor" no existía, hasta que Danny Sellers apareció en su vida.
Ella podría describirlo de tres formas: Irresistiblemente gallardo, terriblemente tentador e inigualablemente encantador.
¿El problema?
Al instante...
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Hay tres formas en las que podría describir a Danny Sellers, desmayándome en el intento. Irresistiblemente gallardo, terriblemente tentador e inigualablemente encantador.
Por si aún no te has dado cuenta, me encuentro irrevocablemente flechada a él y para mi mala suerte, ahora él ya lo sabe. Pero antes de que me martirice y empiece a secar mis lágrimas de frustración con Kleenex, quiero rememorar aquel día que lo conocí, para que de una vez te des cuenta de lo masoquista que soy.
Lo recuerdo tan perfectamente bien, que parece como si hubiera sido ayer.
La Chevrolet de mis padres se había descompuesto, justamente llegando a nuestra casa, a decir verdad, mucho antes de que pusiéramos nuestros pies sobre ella.
Mi padre se había empecinado en hacer un "viaje de carreta" aprovechando la mudanza. Lo que no tomó en cuenta es que la Chevrolet que teníamos -y digo teníamos ya ni siquiera alcanzamos en meterla al garaje- era del 2000, y nos estaba fallando, ocasionando problemas en el trayecto. Pero el problema fue que mi padre se creía el mismo Tony Stark.
Era ya de tarde y teníamos muchas cosas por desempacar. Mi madre estaba de los pelos de punta, mientras le gritaba a mi padre que mejor llamara a algún mecánico, y luego la visita de mi hermana lo empeoró todo. Así que tomé mi bolsa que traía mi celular, algo de dinero y tomé mi bicicleta que se encontraba algo raspada gracias al ajetreo del viaje.
Te diré un consejo que espero que tomes.
Nunca tengas unas vacaciones en carretera si tu familia tiene la costumbre de pelearse mucho y escuchar música mala. No lo hagas, no sabes lo qué pides.
Así pues, tomé mi bicicleta, dando unas cuantas vueltas hasta darme cuenta que efectivamente estaba perdida. Lo cual era extraño, ya que Portland solo es una pelusa a comparación de Nueva York. Pero claramente eso no me indujo a perder los estribos, y ni tampoco al momento en que empezó a llover a cantaros.
Fue cuando me topé con el café Barista. Un lugar demasiado acogedor. Así que al momento de ver el letrero salí disparada hacia él.
Y es aquí cuando Danny entra en escena.
Una chica calada de agua, de los pies a la cabeza, entra a un lugar calientito y acogedor donde la mayor parte de la gente que come ahí está seca. Es obvio que yo iba a destacar.
Me sacudí el cabello como perrito mientras buscaba con la mirada un lugar donde sentarme. Para ese momento, estaba impotente, porque A( Me había mudado hace unas horas, dejando la gran ciudad para venir a vivir aquí, donde claramente no tenía a nadie con quien hablar y B( ¡Estaba empapada!
Entonces con todos esos sentimientos encontrados se escuchó una voz a lado mío.
Un chico. Me sacaba varios metros, de estilo geek. Cabello negro azabache, entre lacio y ondulado; se le caían algunos mechones en la frente, al igual que esos ojos azules intensos que destilaban preocupación y pena en ese momento por una chica que llevaba cara de pocos amigos y vida melancólica.
