El sonido ensordecedor de las ametralladoras disparando en todas las direcciones rompió el silencio en aquél Diciembre. Los sonares Alemanes emitían ruidos cíclicos que se replicaban en la distancia. Los perros de guardia ladraban y los motores se encendían mientras soldados del 45avo regimiento de la Wehrmacht, gritaban sin obtener respuesta.
Mientras que en el fondo el caos despertaba a los prisioneros del 45avo campo de Caliwitz, el soldado Holandes Jaak Altrecht, Judío de padres Alemanes, corría en la dirección exactamente opuesta al presidio. Habia logrado escapar tras distraer a los guardias fingiendo una severa enfermedad intestinal. Una vez dentro los baños para prisioneros, usó un pequeño ducto de alcantarillado que descargaba a una quebrada infestada de alimañas y minas, las cuales sorteó todas y comenzó su carrera salvaje a la libertad.
El frio de aquella noche congelaba sus huesos maltrechos y su carne destrozada por la inanición, que habían convertido a aquel hombre grueso y fuerte, en un costal andante de huesos y lagrimas. Durante su frenético movimiento, el corazon palpitaba a mas de 1000 kilómetros por hora, haciéndole creer que en cualquier momento saldría de su pecho disparado. Sus piernas no dejaban de moverse entre el fango y la nieve y continuaba a pesar del cansancio en dirección al oeste, lejos de aquel campo.
En el fondo el sonido de los Tiger T-90 retumbaba a lo largo y ancho de aquel valle, iban tras él, lo sabía, para Jaak era preferible moeie de cansancio en el intento de escapar, a ser recapturado por aquel batallón.
Las ramas le cortaban la cara y las piedras le golpeaban a los pies. Existía en Jaak una fuerza aún mayor que la voluntad de ser libre, esa fuerza indescriptible lo seguía impulsando en dirección al oeste. Esa fuerza venía contenida en un pequeño relicario que apretaba entre sus manos ensangrentadas, una baratija bañada en oro que contenía la foto de la mujer más bella que jamás había visto Europa Occidental.Aquélla mujer, tenía ojos pardos como el cesped de otoño en las planicies de Mongolia, podía con tan solo una mirada devolver la esperanza a los caídos, o enterrarlos para siempre en el olvido. Su sonrisa de blanco marfil hacia que Polaris palideciese de envidia. Su rostro eran sin duda alguna la más bella canción jamás escrita por las tribus teutonas del oeste. Era comprensible que Jaak se aferrase a ese recuerdo, ¿cómo culparlo?, si nadie habría podido resistirse a la belleza de Angelique Chateau.
Las imágenes de Angelique venían constantemente a su imaginación, mientras el frenesí rabioso de sobrevivir para verla una vez mas invadía su cuerpo. Jaak no dejaba de correr mientras a sus espaldas las ráfagas de ametralladoras comenzaban a sonar cada vez más cerca, el 45avo regimiento Aleman había desplegado a toda su fuerza delta para encontrar a aquel fugitivo.
Por unos instantes el ruido fue silencio mientras Jaak se tranportaba al momento en que la vio por primera vez. Sentada al otro lado de aquella mesa en aquel bar de Nantes, en ese verano Francés en el que su vida cambió para siempre. Vestido de uniforme y botas, entró buscando cerveza como cualquier otro cliente, y fue allí cuando la vio. Angelique iluminaba todo el bar con su presencia, mientras degustaba de aquel plato de la casa. Jaak no pudo evitar clavar su mirada en ella y se sentó justo al otro lado de la barra, donde pudiese contemplar sus ojos.
Durante toda la noche no se cruzaron palabra, permanecieron inertes ante el ir y venir de los clientes del bar hasta que derepente se vieron solos sosteniendo sus vasos vacios y su mirada, Jaak no paraba de pensar en que estaba ante la presencia de un Ángel. No puedo decir con exactitud que pasó después, pero sus historias se entrelazarian de tal forma que haría que la guerra fuese una minúscula roca en el camino de lo que sentían el uno por el otro. El idilio duró hasta aquel fatídico día de Octubre de 1939 cuando Jaak cayó preso tras las líneas enemigas, con todo su escuadrón diezmado, sus amigos muertos y su fe en su patria pérdida, lo único que lo mantuvo vivo, fue el recuerdo de Angelique. Recuerdo que hacía que ignorara la crueldad con la que sus captores lo trataron durante un año.
Una mañana de Agosto, Sango Reichnner, un joven prisionero Polaco lo despertó con una nota que había llegado desde afuera de la vaya de púas, traída en un empaque de comida para los prisioneros. Con la letra y aroma de Angelique:
- "Te esperaré en la frontera al amanecer del 13 de Diciembre, al cruzarla serás libre, serás mío, no podrán tocarnos"
La nota dibujo en la cara de Jaak una sonrisa y no pudo contener las carcajadas de nerviosismo y alegría, solo deberia escapar la noche del 12 y correr durante unas cuantas horas hasta encontrar a su amada Angelique al otro lado de la frontera, al otro lado de la libertad.
Los ladridos de los Doberman (máquinas caninas entrenadas para matar), se acercaban por el este mientras Jaak seguía en carrera hacia la libertad, mientras corría, ignoraba lo que pasaba a sus espaldas. El 45avo a regimiento tenía entre sus filas al más grande de los tiradores de Alemania Nazi, el Coronel Jaromir Trundheim, famoso por resistir en una torre durante tres días a los rusos en stalingrado. El regimiento mandó a llamar al coronel para que sirviese de último recurso. Trundheim de escasos 25 años, tenía en su lista más de 150 objetivos cumplidos, "eine Kugel, ein Leben" ("una Bala, una Vida"), era su slogan, el cual tenía tatuado en su antebrazo derecho, donde descansaba por largas horas su carabina K98 con mira de cuatro aumentos. Aquella helada noche de invierno Trundheim iba por su objetivo número 151.
-Está cerca-, pensó Jaak que ahora llevaba más de 10 kilómetros en paso enardecido, en búsqueda de su amor al otro lado de la frontera, mientras el regimiento y su máquina asesina empezaban a divisar la figura de Jaak en el horizonte.
-Vamos piernas!-, Gritó Jaak, que al levantar la cabeza en aquella noche oscura, vio, del otro lado de la barda fronteriza, un vehículo con placas Francesas, que hacia titilar las luces altas, en señal que solo el podría reconocer, una seña que solo ella, Angelique, habría podido hacerle.
Las balas Alemanas comenzaban a rebotar a los pies de Jaak que estaba a menos de 200 metros de la barda.
-CLANK!-
Se oyó un claquido metálico a lo lejos y un sonido ensordecedor inundó aquel Valle.
Rapida como la luz, la bala de la carabina K98 de Trundheim viajó a más de 600 metros, rompiendo el frío aire de la noche con fuego de irá en la punta y con una terrible hambre de carne y sangre que solo pararía hasta encontrarse el pecho de Jaak. Arrodillado en posición de tiro 600 metros más atras, Trundheim le apostó a la dirección del viento para aquel disparo.
Mientras veía a Angelique al otro lado de la barda, Jaak sintió nuevamente el color de sus ojos, mirandolo a través de la noche, esperando por él, deseandolo como nunca antes lo había hecho.
Sintió una rafaga de viento y un calor extremo atravesó con infinita velocidad su pecho. El dolor de aquel momento enmudecio los gritos Alemanes y maquinaria de guerra se movía ya muy cerca a sus espaldas frenó su paso. Mientras caía vio nuevamente a los ojos de Angelique, aquel pardo café que lo había enamorado en el bar de Nantes. Su cuerpo se abalanzó hacia adelante empujado por la bala de 5.45 mm de Trundheim. De su herida, ríos de sangre se percolaban a las capas más profundas del suelo en la frontera, su cuerpo tendido luchaba por llegar a la barda y poder besar por última vez a Angelique
Viendo su acierto, Trundheim se levantó, se dio media vuelta y emprendió su regreso a pie hasta el campo de Caliwitz. -"eine Kugel, ein Leben"- pensó, ir a rematar a un soldado de tal gravedad era una pérdida de tiempo y energía. Prendió un cigarro, dio unas cuantas fumadas y lo apagó quemandolo contra su antebrazo izquierdo, donde tenía 150 quemaduras mas, una por cada acierto.
El frio de la noche consumió el último aliento de vida de Jaak, que al alzar la mirada vio como un ángel tanto mas hermoso que su Angelique lo tomaba de la mano y lo conducía a un destello cálido y placentero.
- ¿Como te sientes Angelique?- preguntó el coronel Alemán Hans Landa, dentro del vehículo con matrícula francesa.
- Ya sabes lo que pienso de los pequeños jueguitos de Trundheim- replicó Angelique
- Enamorarlos y hacerlos caer para que el practique su puntería? Que no es mas facil que los fusile?-agregó.
-Ya lo conoces- dijo el Coronel
- Le encanta darles razón para escapar y luego cortarle de un solo tiro- y continuó manejando lejos de aquel sitio.
Fin.
Perdon que mis historias sean tan cortas, no me gusta decir llenar mis historias de muchas cosas..... pero me propuse a hacer una una historia con varios capitulos y larga.....
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Tierra De Ángeles
Storie d'amoreEsta historia pasa en 1939 en la segunda guerra mundial y se basa sobre el soldado Jaak Altrecht, quien se enamora de la mujer mas Hermosa de toda Europa Angelique, y es capturado en un campo de concentración Angelique manda una nota para darle anim...