Llevamos una hora de tienda en tienda buscando, según Amelia, el "conjunto perfecto" y ya no puedo ni con mi alma. Juro que si entramos a otra tienda más voy a explotar. Yo no soy de las típicas chicas a las que le gustan ir de compras.
- Amelia, por favor, ¿Podemos parar un rato? - pido por enésima vez en dos minutos.
- ¡No te quejes tanto, si no hemos visto casi nada!
- Por favor - pido poniendo pucheros. - Me duelen las piernas.
- Vaaleee - dice alargando la palabra.
Enseguida veo un banco libre por lo que corro a sentarme. Gracias a Dios he ganado a la niña y a la madre que venían con intención de quitarme el sitio.
Al poco tiempo de habernos sentado, el móvil de Amelia empieza a sonar.
- Te llaman - le digo.
- No me digas... Si no me lo llegas a decir... - responde irónica a la vez que contesta a la llamada - ¿Sí?... Sí, espera un momento que vaya a un sitio más tranquilo. - Se levanta y me hace una seña para indicarme que la espere aquí, que ahora vuelve.
La veo desde lejos asentir contenta. Está tan contenta que parece que se va a echar a saltar y gritar en cualquier momento, pero algo la hace cambiar de humor en menos de un segundo, haciendo que ahora parezca preocupada y confundida. ¿Quién le estará hablando? ¿Será Jack?
Jack es el novio de Amelia, o por lo menos el novio que tuvo hace cinco años más o menos.
Anoche recordé unas cuantas cosas más: noches que pasé durmiendo con Amelia o días en los que me divertí con ella. Pero no he querido decir nada. En esto estoy sola, no tienen por qué saber si voy recordando cosas sin importancia como conversaciones sobre chicos, actores, o sobre las rubias plásticas de nuestro antiguo instituto.
- ¡BROOKE! - me grita Amelia de repente.
- ¡¿Qué?! - le grito de vuelta.
- ¡Te llevo llamando un buen rato! Nos vamos ya, creo que ya hemos estado suficiente tiempo de compras.
- ¿No decías que no habíamos visto casi nada? - pregunto con una sonrisa en mi rostro que enseguida desaparece.
- ¿A caso quieres que nos quedemos un par de horas más de compras? - responde a mi pregunta con otra.
- Vale, vale, no he dicho nada, nos vamos - contesto consiguiendo que se ría.
Cogemos las bolsas del banco y vamos al parking donde está aparcado el coche de Amelia.
Mi amiga lleva un rato ya conduciendo y desde el principio me he dado cuenta de que no íbamos a mi casa, como yo pensaba. El camino me es familiar, pero no consigo saber a donde vamos. Por más que lo haya preguntado no me lo quiere decir.
Paramos en un semáforo en rojo y me doy cuenta de que estamos cerca del conservatorio.
¿Eing? ¿Por qué estamos por aquí?
- Amelia...
- No te voy a decir a donde vamos. Si te lo digo me dirás que volvamos.
- ¡Pues esa es una de las razones por las que me lo deberías decir!
- Creeme que luego me lo agradecerás.
- Sí, ya...
No volvemos a hablar en todo el camino hasta quien-sabe-donde. Yo estoy demasiado ocupada intentando adivinar a donde vamos y, supongo, que ella estará concentrada en la carretera.
Poco después Amelia aparca y entonces me doy cuenta en donde estamos, por lo que siento una punzada en el corazón. Estamos en la casa de Aiden.
- ¿Que hacemos aquí? Da la vuelta, arranca, por favor.
- Ya te he dicho que me lo agradecerás después.
- ¡¿Por que te lo iba a agradecer?! Tú sabes lo que me duele verle, ¿Por qué me traes aquí?
- Mira, allí está - dice pasando de mí. En cuanto giro la cabeza veo a Aiden acercándose hacia nosotras.
- Escondeme, por favor, Amelia, que no me vea. - Empiezo a moverme nerviosa por el coche, pero Aiden da dos golpes a la ventanilla y Amelia la baja así que me quedo quieta sabiendo que ya no puedo hacer nada. - Ten amigas - murmuro.
- ¿Podemos hablar Brooke? - me pregunta nervioso.
- ¿De qué quieres hablar?
- Por favor...
Sin decir nada salgo del coche y cuando voy a cerrar la puerta aprovecho para asesinar a Amelia con la mirada. Al darme la vuelta Aiden me da la mano y empieza a andar como si nada. ¿A caso no le va el corazón a mil como me pasa a mí? Juro que ahora mismo siento que el corazón se va a salir de su lugar.
Entramos en su casa y él me lleva hasta su habitación. Cuado entramos me pongo roja recordando las noches que pasé aquí con él o los besos que nos dimos.
¿Por que me pongo roja por unos besos o por haber compartido cama? ¿Desde cuando me pongo roja por tonterías?
- ¿Recuerdas que te dije que era difícil explicar lo de que eramos primos? - me pregunta sentándose al lado mía en la cama.
- Sí - susurro.
- Te lo voy a explicar, aunque no debería, pero no puedo estar tranquilo sabiendo que tú te crees una mentira de tus padres. - Hace una pausa y empieza: - Un día tus padres se dieron cuenta de que eramos novios y nos prohibieron vernos. Al principio quedábamos a medianoche en el parque como las típicas películas románticas en las que acaban fugándose juntos. - Se ríe.
¿Me estará engañando? Puede aprovecharse de que no recuerdo nada, pero ¿Por qué siento que me lo dice de verdad?
- Pero un día nuestra película se acabó porque tu no me viniste a ver, yo pensé que te habría salido algo a ultima hora, pero al día siguiente tampoco viniste. Pasó una semana entera en la que no te vi. Estaba muy preocupado por si te había pasado algo, pero mi preocupación desapareció cuando un día te encontré en la puerta de mi casa. Sentía que el corazón me iba a explotar, necesitaba besarte y abrazarte por los días que no lo hice, pero a la vez estaba enfadado por que tú habías desaparecido sin decir nada.
Recuerdo haber aparecido en su casa y habernos visto a medianoche...
- Lo siento - susurro.
- No fue tu culpa - me contesta de la misma manera. - Me contaste lo que te dijeron tus padres: que eramos primos. Al parecer tu madre tenía una hermana perdida que era mi madre y yo al ser su hijo era tu primo. Yo en ningún momento me lo creí, mi madre me había hablado muchas veces de su familia y no me había contado nada de eso y ella nunca nos miente, pero no tenía pruebas para que tu te lo creyeses. De ahí te fuiste y no volviste hasta hace unos meses.
- ¿A dónde me fui?
- ¿No crees que ya es contarte demasiado? - me pregunta riendo por lo que asiento a regañadientes. - Durante todo el tiempo que te fuiste estuve buscando pruebas para que tú me creyeses y que no solo fuesen mis palabras. Tus padres lo arreglaron todo muy bien para que nadie pensase que era mentira, pero mientras que estabas en el hospital le pedí al doctor que si podía nos hiciese una prueba. El me dijo que lo haría lo más pronto posible y hoy he tenido que ir al hospital para ver los resultados, mira.
Aiden me entrega un sobre abierto en el que estarán dichas pruebas. Creo que en cualquier momento me voy a desmayar, esto es mucho para mí. Aiden me mira fijamente mientras saco el papel del sobre y lo leo.
- A-Aiden n-no...
- No somos primos Brooke - acaba mi frase con una sonrisa en su rostro. - No somos primos.
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Vida Perfectamente Imperfecta
Jugendliteratur2° Parte de "Vida Imperfectamente Perfecta" Si no has leído la primera parte mejor no leas esta. ******** Han pasado cinco años desde que Brooke se tuvo que ir para olvidar a Aiden. ¿Le habrá conseguido olvidar o no? ¿Qué pasará cuando se encuentren...