Tercera muerte

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El último cadáver era el de un diablillo. Era de color rojo y flaco, con un par de pequeños cuernos y orejas. Su cola terminaba en flecha. Su cara reflejaba burla, su sonrisa era retorcida, y sus ojos vidriosos todavía parecían querer burlarse una vez más. Su cuerpo no presentaba daño alguno aparte del evidente ahorcamiento. Lo bajó el Cura, y el pueblo entero se conmocionó ante la muerte. Se dispersaron tratando de buscar al culpable, pero no hallaron a quién culpar. Por éso llamaron al leñador, por voto popular.

El leñador llegó, montado en su yegua,
y al pueblo vio, con gestos de pena.
-¿Qué pasó? -preguntó el leñador,
y la gente le contestó:
-Baja, leñador, ven aquí,
que un secreto te queremos decir.
El hombre bajó, aturdido por la población,
que en torno a él, empezaba a crecer.
-¿Qué secreto? -preguntó, y la gente lo rodeó.
Una pedrada en la cabeza, y el leñador no
preguntó más que ésa.
Culpas no tenía, ni pecados tampoco,
así que con pena, al Árbol llevaron.
Y sin más miramientos, allí mismo colgaron.

Los 3 AhorcadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora