Red social desconocida
Aquel día me había despertado más cansado que nunca, solo había acertado a dormir 3 horas y esas 3 horas me la había pasado soñando. Soñé que estaba sólo en un bosque lleno de abetos y hermosas flores, cuando divisé a una chica,una mujer de piel pálida y labios rojos que me decían que pronto llegaria mi suerte.
Al terminar de desayunar me dispuse a prepararlo todo para ir al instituto. La casa estaba vacía, como siempre, pues mis padres estaban de viaje de negocios, como siempre, y no volverian hasta dentro de una semana.
Mi madre era una de las economistas mejor pagadas de Italia, y mi padre era el dueño de la editorial Coretti, que tenía su sede central en Francia. Llevaban unos 20 años casados, y a pesar de afirmar que se amaban, llevaban 8 sin darse un beso.
Me anduve rápido en colocar todos mis libros y libretas, pues aunque tenía tiempo de sobra para ir al instituto, nunca presumí de medir bien el tiempo y siempre llegaba tarde.
Salí de mi casa vacilante. No sabía si recordaba bien el camino que debía seguir. Caminaba lento mientras escuchaba música, oír las estupideces que Eminem decía a cada palabra de sus oraciones siempre me ayudaba a reflexionar. Pensé en mis amigos , en Joan y Peter, en nuestra amistad y en todo lo que habíamos pasado juntos. También pensé en Adrianne, ella me había encandilado desde el momento que la conocí, 5 años atrás.
Estaba nervioso, asustado, ese día pretendía confesarle mis sentimientos a Adrianne, pero no sabía cómo hacerlo, ¿y si ella no sentía lo mismo por mí?, ¿y si ya tenía novio?, ¿se reiría de mi?... No me atrevía a preguntarme si podría pasar que yo no le interesase, esa idea me parecía impensable.
Llegué a las paredes de aquella tétrica estructura que se hacía llamar ''instituto''. Me sentí algo desubicado los primeros 5 minutos de espera, cuando las huesudas manos de Peter me sorprendieron rozándome el brazo.
-¡Hey Yousseff! ¿Eres incapaz de venir totalmente despierto ni un solo día?-dijo Peter, saludando con su sarcasmo mañanero y su curiosa voz de pito.
-¿Y tú Peter?¿No eres capaz de traer el cerebro al instituo ni un sólo día?- contesé.
-Venga, hoy es tu gran día, ¿no te ibas a declarar a Adrianne hoy?- preguntó en un tono algo más confidencial.
Todo el mundo sabía que estaba pillado por Adrianne, todos excepto ella que parecía ignorar mi existencia.
-Creo que no, a no ser se se me presente una ocasión irrepetible.
-Sabes que todas las chicas van detrás de ti, eres alto, guapo y tienes dinero, hasta yo quiero ser tu novio- bromeó mi amigo.
-¿Te me estás declarando?- dije entre risas.
-Oh Yousseff, no puedes seguir ignorando la química que desprendemos cuando estamos juntos.
-Se te va la pinza- dije, con una leve sonrisa.
-Puede pero no importa...Oye ¿has visto hoy a Joan?- respodió cambiando rápidamente de tema.
-Hemos quedado esta tarde en su casa para estudiar.
-Pero si hoy te declaras a su hermana, no te veo capaz de ir- repuso Peter pensativo, Joan y Adrianne eran hermanos, y Joan desconicía mi atracción por su hermana.
-Sólo espero que la cosa no se ponga tensa entre él y yo, no quisiera perder a un amigo tan valioso. reflexioné entristecido.
Las horas pasaban y las clases también.Tenía pensado hablar con Adrianne a la hora del recreo, y me armé de valor para intentarlo a las 11:40. Iba con el corazón en el estómago y los sentimientos en la mano izquierda. Me acerqué a ella cuidadosamente con miedo de que cualquier movimiento en falso podría quebrar aquel momento tan perfecto. Vio que me acercaba poco a poco y me sonrió, esta vez fue ella la que me saludó primero.
-Hola Yousseff.- dijo casi canturreando.
-Hola Adrianne.- respondí con voz insegura. Quise disimularlo pero lo notó al instante.
-¿Qué te ocurre?
-Adrianne tengo que decirte una cosa.
-¡Qué casualidad! Yo también tengo que decirt...
-Estoy enamorado de ti.- repuse sin darle tiempo a reaccionar- Cada vez que te veo tengo que contenerme para no decirte lo mucho que te quiero. Lo he ocultado estos últimos cinco años, pero es imposible seguir mintiéndome a mi mismo. Dime, ¿qué me querías decir?
- Pues será que está saliendo conmigo, ¿no?- dijo un chico detrás de ella.
-Lo siento mucho Yousseff- respondió Adrianne.
-Solo fui capaz de soltar un lágrima antes de salir corriendo como a un chico al que acaban de plantar, que era exactamente eso. Fui corriendo a secretería, a informar de que me dolía el estómago, para que llamaran a casa. Esperé a que Louis, el mayordomo y chófer de la familia, viniese a recogerme. Permanecí allí sentado por espacio de 15 minutos que me parecieron 15 horas. Lloraba como un bebé, sin comprender realmente por qué. No sabía lo que pensaría de mí Adrianne, Joan y todo el mundo que me habría visto haciendo el ridículo, y si no me habían visto, no tardarían mucho en enterarse. Tenía 17 años y aún lloraba por una chica.
La sombra del mayordomo se dibujaba al final del corredor, se mantuvo allí quieto durante unos instantes y después me saludó con la mano. Sabía, sin qu enadie le hubiese ducho algo,qué era lo que me ocurría. Esa era su especialidad.
Al llegar a mi casa, subí a mi cuarto sin pronuciar ni una sola palabra. Me tendí en la cama y quise morirme, no sabía que hacer ante un rechazo así... No era sólo por el rechazo, sino porque no sabía si perdería la amistad de Joan y la palabra de Adrianne. Eran ya las 4 de la tarde cuando encendí el ordenador para ver cuánto durarían las burlas por las redes sociales. Pasé largo rato mirando Facebook, donde todas las chicas que presenciaron el ridículo que hice, ahora comentan lo desdichado, tonto, e incluso lo patético que soy... pero otras decían también comentaban que estaba muy mono que ellas hubieran dicho que sí.
De repente me apareció en la pantalla una especie de invitación a una red social nueva. Intenté ignorarla pero pensé que sería divertido hablar con gente desconocida que no sabía quién eres. Me hice una cuenta bajo el nombre de Youseff078.