Mi nueva amiga
Pasé un largo rato intentando entablar conversación con alguien, pero nadie contestaba a mis saludos. Estaba a punto de cerrar sesión en intentar olvidar todo lo ocurrido, cuando un tal Stephfootballer5 me habló.
-Steph: Hola
-Yo: Hola
- Steph: Te acabas de crear una cuenta, ¿no?
-Yo: ¿Cómo lo sabes?
-Steph: Jajaja, porque soy muy lista.
-Yo: ¿Lista? ¿Eres una chica?
-Steph: Claro, ¿qué pensabas?
-Yo: No sé, te llamas Stephfootballer5.
-Steph: Soy Stephanie y juego al fútbol.
-Yo: Oh, perdona Stephanie.
-Steph: Llámame Stephie, y sé que te has creado una cuenta porque nunca había visto tu nombre en la lista de usuarios.
-Yo: Que red social más rara ésta... Nunca había oído hablar de ella ni de ninguna otra parecida.
-Steph: Sí, poca gente en el mundo llega aquí por causalidad.
-Yo: Dime, ¿de qué parte de Italia eres?
-Steph: ¿Italia?
-Yo: Sí.
-Steph: Vivo en Edimburgo.
Stephie me caía bien, resultó que su padre regentaba un modesto pub en el centro de Edimburgo y que su madre estaba enferma de alzhéimer y no vivía con ellos. Yo le hablé de Adrianne buscando consejo.
-Steph: Dime, ¿tanto te importa lo que piensen los demás?, tú sólo estabas expresando tus sentimientos hacia la persona que amas, y aunque no seas correspondido, te mereces saberlo, ¿no?
-Yo: Tienes razón...
-Steph: Pues sí tengo razón hazme caso, no hagas una montaña de esto. Seguro que esa chica no será tan cruel como para decirle nada a tu amigo.
-Yo: ¿Qué edad tienes?
-Steph: ¿Eso a qué viene?
-Yo: Quiero saberlo.
-Steph: ¿Por qué?
-Yo: Porque me inspiras confianza.
-Steph: Tu también a mi. Tengo 16, ¿y tu?
-Yo: 17
Hablamos durante toda la noche hasta que los primero rayos del sol despuntaron con la mañana. Me despedí de Stephie y le prometí que le haría caso y que volvería para contarle mi día... Estaba emocionado, pues ya tenía a alguien quien me escuchaba y me aconsejaba, alguien con quien compartir mis sueños y alguien a quien no le importaba nadie quien soy. Me preparé y desayuné en unos sorprendentes 15 minutos. Caminando hacia el instituto pensaba en Joan y en que probablemente Stephie tuviese razón. Era la primera vez que me paraba a observar la belleza de Roma. Todo me parecía precioso.
En ese mismo instante recordé el sueño que había tenido hace poco, y tenía razón, pensé, que mi suerte si había cambiado. Después de la subida de moral que había experimentado durante la noche, pensé en la posibilidad de contarle a Peter lo de mi nueva amistad.