Capítulo 5

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Mire para todos lados y me di cuenta que esta no era mi calle, ni siquiera son las mismas casa. Él se sacó el cinturón de seguridad y se bajó del auto. Yo me quede porque quería que me lleve a mi casa no a donde sea que estemos. El volvió a abrir la puerta del auto y se asomó para mirarme.

-¿Qué no te vas a bajar?.-pregunto negando con la cabeza.

-No. Quiero irme a mi casa. ¿en dónde estoy?.-pregunte mirándolo a los ojos.

-Bájate no te portes como una nena chiquita.-dijo suspirando.

-Que me quiero ir.-dije elevando el tono.

-Es mi casa por dios, no te iba a llevar a ningún lugar raro.-dijo elevando el tono de vos.

-¿Y porque no me dijiste que veníamos a tu casa? Además ¿para qué me trajiste?.-dije aún más enojada.

-Porque me parece poco humano dejarte sola después de lo que te paso ¿ahora por favor podes bajar del auto?.-dijo aún más enojado.

-No.-dije cruzándome de brazos. ¿Quién se cree que es para decidir a donde voy a ir? Yo sola puedo decidir, no puede mandarme fuera del trabajo también.

-Bueno como quieras, igual irte no vas a poder.-dijo cerrando la puerta y poniéndole el seguro con las llaves del auto.

Quise abrir mi puerta pero no podía, me dejo encerrada. Mire como se giraba y caminaba lentamente hacia una casa. Estaba segura de que si no hacía algo me iba a dejar encerrada todo el día, asique desbroche mi cinturón y me estire para tocar la bocina del auto, sonó una vez y él se giró para mirarme, yo le hice señas para que venga pero se quedó ahí parado mirándome. Module un por favor con la boca y el por fin se acercó y saco el seguro del auto.

-¿Vas a bajar?.-pregunto tranquilo.

-Si.-dije seria.

-Ok.-dijo esperándome.

Yo abrí la puerta, me baje y rodee el auto para estar a su lado.

-No creo que tengas edad para hacer un berrinche.-dijo señalando el auto con el dedo.

-Yo tampoco creo que tengas edad para....-dije pero me interrumpió.

-Vamos.-dijo llendo hacia la puerta de la casa.

Por fuera era hermosa, sus paredes eran de un color celeste claro, el techo era de madera oscura y la puerta igual. Tenía dos ventanas y un camino de piedras chiquitas que se dirigía a la puerta.

-Pasa.-dijo abriendo la puerta y entrando dentro de la casa.

-Permiso.-dije entrando lentamente.-Por dios, ¿esta es tu casa?.-pregunte asombrada.

-No, es del vecino. Obviamente es mi casa-dijo girándose para mirarme.

-Que gracioso.-dije sarcásticamente.

La casa era más hermosa adentro que afuera. Es muy amplia, sus paredes son celestes pero están llenas de cuadros en blanco y negro. Son pinturas de paisajes, de gente caminando, tomadas de la mano y sentadas en el pasto mirando hacia el horizonte. Eran unos cuadros hermoso pero había uno que me llamo mucho la atención, era de una chica que tenía toda la cara cubierta por una tela negra pero que solamente dejaba al descubierto sus ojos.

-¿Te gustan?.-pregunto ofreciéndome una taza de café. Estaba tan concentrada en los cuadros que no me había dado cuenta de que se fue por unos minutos.

-Si son hermosos. Gracias.-dije agarrando la taza.

-De nada, sentate.-dijo sentándose en el sillón negro.

Jamas te olvidareDonde viven las historias. Descúbrelo ahora