Capítulo 4

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Me gire y lo vi ahí parado con una expresión de desagrado en el rostro y con las manos en los bolsillos del pantalón.

-Yo, estaba hablando de...-dije sin saber cómo excusarme.

-¿De?-pregunto levantando la ceja izquierda incitándome a seguir hablando.

-De un amigo, si eso. De un amigo.-dije sonriendo por haber pensado rápido.

-Ah, bueno y ¿cómo se llama tu amigo?.-pregunto arrugando los labios.

Listo, ya estoy muerta. Espero que para mí funeral él no vaya. Mire a mi amiga y detrás de ella note a Mateo tomando un café.

-Mat. Perdón quiero decir Mateo.-dije girándome nuevamente para ver a Alexander.

-¿Grechi?.-pregunto dirigiendo su mirada hacia Mateo.

-No, el no.-dije nerviosamente.

-¿Entonces?-pregunto molesto.

-Otro Mateo. No lo conoces.-dije agachando la cabeza.

-Ah, en ese caso mándale un saludo de mi parte y decile que lo felicito por ser tan buena persona. Seguro es un buen hombre.-dijo mirándome a los ojos.

-Si le lo voy a decir, quédese tranquilo.-dije a regañadientes y levantando la cabeza para mirarlo.

Él se agacho y quedo a unos muy peligrosos centímetros de mi cara.

-Apuesto a que se cómo es. Déjame adivinar, tiene pelo negro, ojos verdes y es blanco.-dijo levantando la comisura de sus labios. Mierda, sabe que estuve hablando de él, me va a matar.

-No, yo, el.-dije trabándome por los nervios.

Él se enderezo bruscamente y me miro con desaprobación en el rostro.

-¿Qué haces acá? ¿No te dije que me traigas algo?-pregunto enojado.

-Sí, pero me encontré con Mía y....-dije pero me interrumpió.

-No me importa con quien te encuentres, tenes que hacer lo que te pido en el momento en que lo pido. ¿Tan difícil es?-pregunto suspirando.

-Perdón ya se lo estaba por llevar.-dije levantándome de la silla.

-Ni siquiera lo pediste, ¿cómo lo vas a llevar?-pregunto negando con la cabeza.

-Lo voy a pedir.-dije llendo para la cafetería. Cuando llegue una mujer algo mayor me atendió.

-¿Que le doy?.-pregunto sonriéndome.

-Un café cortado con crema, con dos cucharadas de azúcar y una medialuna de dulce de leche.-dije sonriendo.

-Ya se lo doy.-dijo la mujer.

Espere unos minutos y en ese momento me gire para ver a Alexander y Mía hablando como si se conocieran desde siempre. ¿Y a este tipo que le pico? Capaz que ahora está de buen humor y me va a tratar mejor, espero.

-¿Señorita?-pregunto la mujer sacándome de mis pensamientos.

-Si.-dije mirándola.

-Tome.-dijo dándome la bandeja con la comida.

-Muchas gracias.-dije sonriéndole.

Me dirigí hacia mi amiga y el estúpido con una gran sonrisa por acordarme de todo, ahora le voy a poder cerrar la boca a Alexander. Deje la bandeja en la mesa frente de él y me senté al lado de mi amiga. Él no me agradeció ni me miro, agarro la medialuna y le dio un mordisco, tomo un poco de café y por fin me miro.

Jamas te olvidareDonde viven las historias. Descúbrelo ahora