Capitulo 1: ''Padawan''

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Era otro día cualquiera en el nuevo templo jedi situado cerca del palacio de Theed. Por la mañana mis dos mejores amigos Kass, Riggs y yo despertábamos temprano para seguir nuestro entrenamiento como padawans de la nueva orden jedi, específicamente como los aprendices personales de Luke Skywalker ¿Tres padawans para un solo maestro? Sí, el creía que teníamos algo, algo que nos diferenciaba del resto, me atrevo a decir que sobresalíamos entre los demás. Kass Doren es mi mejor amiga, una hermosa chica no muy alta de largo cabello castaño y de tez morena. Riggs: un chico un poco más alto que yo, de cabello corto y de tez blanca, son como mi familia, daría la vida por ellos. Yo Rowe; castaño y tez morena.

Después de una larga rutina habíamos terminado, estaba atardeciendo y lo que restaba del día era ''libre''. Kass y Riggs se apresuraron a salir, por mi parte me quedé a ordenar el lugar junto al Maestro Skywalker.

—Rowe ¿puedes venir un momento? —dijo desde el otro lado de la habitación en un tono suave.

—Claro ¿Qué pasa maestro? —contesté acercándome, de inmediato pude notar algo extraño en él.

—Necesito de tu ayuda, estos últimos días no he podido dejar de pensar en una ''visión''. Es muy recurrente, mañana se cumplirán seis años desde que Ben dejo la orden.

Ben Solo; Hijo de Leia Organa y sobrino de Luke, entrenaba para convertirse en Jedi, Ben y yo éramos buenos amigos. Él no era la persona más amable, arrebatado y en ocasiones egoísta, fueron esas batallas internas por diferenciar el bien del mal que lo hicieron dejar la orden. A mi cortísima edad no podía comprender sus acciones, hasta el día de hoy, ahora puedo entenderlo y en veces sentirme identificado. Muchas personas dicen que Ben está muerto, otras que se unió al lado oscuro, no son más que simples teorías.

—¿Puedo ayudar en algo maestro?

—Rowe, puede que no sea nada o que esté equivocado, pero quiero que pasen ésta noche fuera.

—Y... ¿A dónde se supone que iremos? —pregunté confundido.

—No lo sé, vayan a la cuidad, a las praderas, solo aléjense del templo. ¿Ok?

—Esto es muy extraño, Maestro ¿Seguro que está bien? —lo miré frunciendo el ceño.

—Sí, estoy bien. Solo quiero que estén a salvo, no me perdonaría otra perdida

—Pero... ¿Qué pasará con los demás? —cuestionar las ordenes parecía que fuese mi especialidad.

—No te preocupes, todo estará bien. Cualquier cosa que hago es para protegerlos, mírame y di que lo entiendes —puso sus manos sobre mis hombros y sus ojos se posaron en mí.

—Lo entiendo —contesté desanimado, no mirarlo como un padre era casi imposible.

—Será una noche, nada más. ¿Kass y Riggs? Hazlo por ellos

—Maestro, que la fuerza lo acompañe —me separé de él y salí directo a nuestros dormitorios.

—Que la fuerza te acompañe

Llegué apresurado con Kass y Riggs, al entrar cerré sigilosamente la puerta y activé el seguro. Les hablé sobre lo que teníamos que hacer, escépticos a lo que trataba de contarles decidieron pasarlo por alto.

—¿En serio piensas que te seguiremos hasta la ciudad? —preguntó Riggs de forma sarcástica.

—Fueron órdenes del maestro, iremos a las praderas. Puedes quedarte si así lo quieres

—Kass ¿Estás conmigo? —me miró y asintió con la cabeza.

Comenzamos a empacar, tomé lo que pensaba que me sería útil. Riggs nos miraba en silencio, de brazos cruzados y lleno de orgullo.

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