3.- Los debiles caeran primero

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Era el primer día de clases y era hora de ver como serian las cosas.

Debía empezar por los mas insignificantes, por los mas débiles, los que estaban ahí solo por suerte.

Esa estrategia ya la había preparado desde el principio ya había estudiado a cada persona del grupo a sus cincuenta integrantes y sabia quienes tenían la autoridad y quienes eran los lacayos, sabia sus miedos, sus temores y sus peores pesadillas, sabia que los aria sufrir asta la ultima parte de sus alma pero esa clase de dolor y sufrimiento era exclusivo para los que están por encima de ellos pero eso no dice que pueda divertirme con ellos.

Así que espere a que las clases terminaran y fui por la persona a la que le otorgue el numero cincuenta la primera en caer la menos importante del grupo.

Sabia que vivía lejos, tenia que tomar el autobús y de ahí caminar dos calles era el tiempo que necesitaba para acabar con ella.

La cincuenta, Eva una chica que vestía ropa cara como las demás pero que utilizaba el dinero que no tenia era la menos importante del grupo.

No tenia temores o miedos, solo estaba en ese grupo porque como cualquier otra chica tenia que ser popular.

Y yo solo llevaba un par de cosas en mi bolso.

La seguí a su casa bajo desde el autobús y era hora de caminar, la miraba dar sus últimos pasos.

Saque una pequeña navaja del bolso le tape la boca y corte parte de su cuello, ella cayo al suelo se tapó la herida, saque el arma y le apunte a su pobre cabeza.

Ella me miro llorando.

- Tu, ¿ porque ? ¿ Que hice ? - dijo con la mirada rota en llanto.

- Descuida te prometo que sera rápido - le dije con tranquilidad.

- Perdón, se lo que le paso a tu amiga, de verdad lo siento - me dijo llorando.

- Si tu perdón o tus disculpas pudieran traer a Alicia de nuevo conmigo te dejaría libre, pero eso no es así - le dije mirándola a la cara.

- ¡ No por favor, yo no quería hacer eso ! - me dijo rogando piedad.

- Te veré en el infierno - le dije.

Ella cerro los ojos y tire el gatillo, no sentí arrepentimiento ni por un segundo.

Suspire al ver su cuerpo sin vida en el suelo por suerte yo llevaba guantes no había pruebas.

Saque un pequeño frasco de mi bolso, uno de esos que los doctores utilizan, lo coloque bajo su mentón donde las gotas de sangre caían al suelo espere unos segundos para que se llenara.

Todo estaba completo la numero cincuenta ya había sido eliminada.

Una vez en mi nuevo hogar saque el frasco y veía su sangre ahí adentro se veía tan común.

Tome el frasco y vacíe la sangre en una botella de vino, estaba ahí sentada mirando como la sangre se mezclaba con el vino.

Decidí servirme una copa, al beberla me sentí satisfecha esa fue la primer copa que ma hizo sentir así.

Fue satisfactorio pero tenia que ir a dormir.

A la mañana siguiente era hora de buscar al siguiente numero cuarenta y nueve.

Un chico igual a la anterior con una pequeña excepción el era alérgico al polvo.

Lo seguí por un momento antes de tomarlo de la boca con trapo que tenia un poco de penicilina no mucha solo la suficiente para aturdirlo por un rato.

Lady Li Donde viven las historias. Descúbrelo ahora