I'll Be Fine // Jainico

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Narra Nicolás

El timbre sonaba con gran estruendo, dando a lugar el fin a una ajetreada clase. El sonido de las sillas arrastrándose llenaba mis tímpanos y dejaba una sensación desagradable. Estaba algo ansioso y un poco desesperado por salir de la sala e ir directamente hacia el casino porque sentía un gran deseo por ver a mis amigos, que lastimosamente quedamos en cursos diferentes al entrar en este nuevo colegio en el cual llevabamos apenas 3 semanas. Obviamente he hecho amigos en mi actual curso, pero no es lo mismo. Hablar con ellos siempre hacia que me sintiera un poco más alegre desde ese día.

Camino al casino, tenía que atravesar el patio. Cientos de estudiantes hambrientos o deseosos de socializar se dirigían a ese lugar o sitios cercanos. Nuestro colegio contaba con 2 horas para el almuerzo, así que algunos se dirigían a sus hogares para hacerlo y después volvían. Yo vivo muy lejos del colegio y tengo que traer mi almuerzo, que también era una paja porque no es muy agradable con andar con la lonchera para todos lados (en especial en la micro).

Casi habiendo cruzado el patio, me encontré con el Edgar, uno de mis grandes amigos (el mejor diría yo). Se dirigía a mi posición con una enorme sonrisa en su rostro, que no pude evitar contagiármela, pero sólo un poco. El dolor de mi pecho impedía que se concretara en su totalidad, así que solo le dedique una media sonrisa, con un aire a melancolía.

-Nico! ¿Vamos a almorzar? Hoy traje un almuerzo súper asqueroso así que...- Su voz se fue apagando a medida que avanzaba, debió notar mis ojeras. -...Nico, ¿estai bien?-

Asentí.

-No es nada... Oye, si no quieres tu comida, comete la mía. No tengo apetito- Lo último lo dije con un tono de voz apenas audible levantando mi lonchera negra. Seguido de esto, empezamos a caminar con dirección al casino. Seguimos nuestro trayecto con un silencio que ninguno de los dos se atrevía a romper.

Mientras caminábamos, nos encontramos con el Manuel y el Oscar, y el silencio que había entre nosotros se esfumó. Empezamos a hablar de temas random, como cuándo teníamos las pruebas más cercanas y como nos han ido cayendo nuestros nuevos compañeros.

-No les había contado, pero el weón que se sienta al lado mío es como medio nerd, se nota que es mateo. Estoy losti pa' las pruebas- dijo risueño el Edgar.

-Tení cuea, la weona que se sienta al lado mío es más maraca. Se me insinúa a cada rato- dijo el Manu fingiendo pena mientras que los demás reíamos. Me encantaba cómo me subían el ánimo tan rápido.

- Chiquillas, un consejo- el Oscar se colocó en frente de todos y en su cara se formó una expresión seria- Nunca lleguen tarde el primer día de clases si no quieren quedar al frente del profe-

-¿Me estai weando que tení que sentarte al frente del profe?- el Edgar soltó una de sus características carcajadas.

-La vida es una bastarda- el Oscar miró el cielo.

"Dímelo a mi" pensé.

Divisando la puerta del casino, el Edgar se quedó parado mirando hacia ella cambiándole de inmediato la expresión de alegría que tenía en su rostro reemplazándola por una de preocupación. Acto seguido, me miró con ojos suplicantes, como diciéndome "Nicolás, por lo que más quieras, no mires hacia allá". Miré por inercia y todo el ánimo que me habían subido su fue velozmente.

Ahí estaba él. Sus rulos tenían un leve reflejo rojizo con la luz del sol, al igual que su pequeña barba que estaba apoyada por encima del pelo del Naiko. El Jaime estaba sujetándolo por la cintura, y ellos estaban rodeados por sus amigos, que reían y se enternecían al verlos juntos.

Aún dolía verlos.

El Jaime se veía tan feliz estando con él. ¿Se habrá visto así de alegre cuando él me abrazaba de esa manera?

Drabble // JaidefinichonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora