Eos // Ednaiko

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Me encontraba en camino a casa del Edgar en aquella tarde de día sábado para juntarnos a "jugar Xbox".

Los rayos del sol de aquella época primaveral acariciaban el pelo de mis brazos y cabeza, sin calentar lo suficiente, por lo que me vi en la obligación de buscar en la mochila que llevaba un polerón con el cual abrigarme. Igual corría viento. Quedaban pocas cuadras para llegar a su casa, pero me dio lo mismo.

Nunca salgo de mi casa sin un polerón, es como mi marca personal, aunque mi mamá me diga siempre "cabro culiao aweonao, te vai' a cagar de calor". Super tierni mi mami.

Al sacarlo, muchas cosas que estaban sepultadas debajo de mi el quedaron al aire, como audífonos, cargador, mi billetera, uno que otro cable que no supe identificar de qué eran, y algo que no estaba de costumbre en mi mochila que resaltó debido a su llamativo color.

Un frasco pequeño con una forma circular de color verde agua se hizo notar, enrollado en los cables.

Un Eos.

"Ponte esto, te deja los labios suavecitos. Perfecto pa' voh' que tení los labios tan partios"

Nico culiao.

No tengo idea por qué accedí a usarlo. Según él "como es de sabor menta no era fleto usarlo".

Si claro.

Si es producto de mina, ya es fleto usarlo, pero nooo. El señorito quería que lo usara.

Pude simplemente comprarme un Blistex, pero según él "no era lo mismo".

No era un secreto que andaba con el Edgar y el Nico lo sabía desde hace mucho tiempo. Y desde hace tiempo me había dado consejos ridículos de cómo sorprender al Edgar, pero esta vez se pasó de la raya.

Lo tomé y me quedé viéndolo, sintiendo la suave textura del envase entre mis dedos.

"Uy Naiko wom, no sé qué chucha hací pa que tengai los labios así de secos"

Lo abrí e inhale su aroma mentoso.

Torpemente me apliqué un poco de el en los labios. No era mina po, como quieren que me coloque esta wea sin mancharme todo lo que se llama cara.

Me tuve que limpiar varias veces con las dedos para que quedara más o menos prolijo.

Chetumare.

Moví mis labios como lo hacen las mujeres para esparcir bien la wea.

Empecé a caminar, avergonzado de mi mismo por hacer esto pero con la esperanza de que no se diera cuenta, o en realidad sí, que se dé cuenta de que mis labios están más suavecitos, pero que no se dé cuenta de que use una wea de mina para hacerlo.

En cualquier momento iba a taparme la cara de la vergüenza, en serio.

Al llegar al portón de la casa del Edgarito, le mandé un Whatsapp pa que me viniera a abir la puerta.

Al llegar al portón de la casa del Edgarito, le mandé un Whatsapp pa que me viniera a abir la puerta

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