Under the sheets.

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-Chat Noir... - suspiró un pelirrojo entre besos.

El gato negro lo estaba devorando, con su forma de besar, sus posesivos abrazos y sus ojos verdes, los cuales lo desnudaban sin si quiera usar las manos. Se sentía débil comparado con él, su cuerpo no respondía, en cuanto el héroe de París entraba por la puerta de su balcón, su cuerpo dejaba dr reaccionar y su cabeza se nublaba y se llenaba de él, solo de él.

-Ssh- el rubio con el disfraz de gato se llevó un dedo a la boca en señal de que guardara silencio-Nos van a oír- advirtió antes de colar sus manos debajo de la camiseta del pelirrojo.

Nathaniel lo sabía, que lo hacía a propósito, en realidad lo que quería era hacerlo sufrir porque era casi imposible ahogar los dulces suspiros que querían salir de su garganta. Se mordió el labio al sentir sus largos dedos subir por su abdomen, hasta posicionarse en sus pezones. Lo acariciaba y miraba sus reacciones a la vez, cada vez intentando hacerlo sufrir más, cada vez haciendo que perdiera más y más la cordura.

El pelirrojo nunca admitiría que con tan solo mirar fijamente sus ojos verdes oscuros podría correrse. No podía evitar preguntarse cada vez que llegaban a esta situación ¿Cuando empezó todo esto? Nunca llegaba a poder responderla porque Chat Noir siempre lo distraía con su boca, su cuerpo bien marcado gracias al traje y sus manos...

Esas traviesas manos.

-¡mmh!- Arqueó la espalda al sentir como una mano se colaba por su pantalón y tocaba su miembro a través del bóxer-¡Ah! - se le escapó un pequeño gemido que solo el gato pudo escuchar y que aunque estuvieran a oscuras, supo que formó una sonrisa en el rostro del gato.

Que cruel era.

No se dio cuenta del momento en el que fue despojado de su pantalón y su camiseta, el caso es que ahora se encontraba desnudo ante Chat Noir, quien seguía con toda su ropa encima. La mano del héroe de París masturbaba el miembro de Nathaniel, quien se mordía con fuerza el labio para no gemir. Sus gritos ahogados le provocaban una especie de ardor en la garganta. Chat Noir no podía evitar sonreír al verlo esforzarse tanto por no hacer ruido.

-Me dan ganas de hacértelo más fuerte- habló el gato en el que el pelirrojo se corrió en la mano, salpicandole la ropa negra, la cual quedó con manchas blancas.

No le dejó a Nathaniel que se recuperara del orgasmo que acababa de tener. Delante de él aparecieron tres dedos los cuáles, de tanta práctica, sabía que tenía que lubricar. Los lamió como si del miembro del gato se tratara mientras él observaba sus acciones. El pelirrojo no pudo evitar mirar la marcada erección del chico disfrazado. La quería dentro de él ya.

Fue volteado de modo que su cabeza estuviera sobre una almuada y su trasero a merced de su amante. El primer dedo entró y Nathaniel apretó las sabanas, con el segundo el gato empezó a hacer un vaivén mientras abría sus dedos como si fueran tijeras. No importaba cuantas veces lo hicieran, el pelirrojo siempre estaría apretado para él.

-Chat Noir, por favor- suplicó el chico, lo necesitaba dentro ya. No podía soportarlo más.

-Dime lo que quieres que te haga- respondió susurrandole en el oído. Nathaniel sintió sus mejillas arder y tragó antes de decir.

-Follame duro-

Al diablo el silencio, al diablo la cordura, al diablo todo. Cuando el miembro de Chat Noir lo embistió fuertemente la razón dejó de funcionar. Ya no podía articular bien las palabras, se sentía tan jodidamente bien y a la vez le dolía tanto ¿Como era posible eso? ¿Como era posible que odiara tanto y amara tanto algo a la vez?

Lo odiaba porque sabía que Chat Noir había derrumbado sus muros, de nuevo, se sentía tan estúpido por siempre caer en la trampa. Lo amaba porque había algo en ese chico disfrazado de gato que hacía que olvidara quien era, que sus piernas temblaran en cuanto lo besaba. Nunca había sentido tanto placer como él le hacía sentir.

Tuvo que aplastar su cabeza contra la almohada para no despertar a sus padres. Sabía que el felino lo estaba embistiendo tan fuerte para verlo sufrir luchando contra sus gritos de placer que amenazaban con salir de su boca una y otra vez, al ritmo que el héroe de París lo penetraba una y otra vez, en la próstata una y otra vez.

Dios mío, fue lo que pensó al sentir que llegaba de nuevo al orgasmo. Otra vez se corrió, esta vez su semen se esparció por su abdomen manchandose él mismo. Chat Noir al sentir las paredes del pelirrojo apretarlo de una forma exquisita se corrió también, liberandose en su interior.

No pasó mucho tiempo después de que ambos terminaran para que el felino se levantara. Nathaniel descubrió después de tanto tiempo porque siempre terminaba odiando estas visitas.

Chat Noir siempre se terminaba marchando, dejándolo solo como cuando lo encontraba.

.

Adrien siempre había sido un buen chico, nunca faltaba el respeto a nadie, siempre intentaba hacer orgulloso a su padre e incluso ayudaba a las mujeres mayores tal y como su madre le había enseñado. Tal vez por eso se sentía culpable al volver siempre a casa mas tarde de lo normal.

En cuanto dejaba de ser Chat Noir, se escabullía por la ventana de la cocina y corría en puntillas hacia su habitación. En donde se tiraba encima de su cama y reflexionaba sobre las noches que tenía con Nathaniel. No entendía porque lo seguía haciendo, la primera vez fue porque se dio cuenta de que a Ladybug no le podría gustar jamás. Había estado bebiendo, aun transformado en Chat noir, por lo que no recordaba mucho de lo ocurrido, el caso es que se despertó en la cama de un pelirrojo.

Y desde ahí se había vuelto una rutina.

-No te dieron mi miraculous para hacer cosas asquerosas, te lo dieron para salvar la humanidad- se quejó Plagg mientras comía queso.-Duchate, hueles peor que mi queso- El rubio se río ante el comentario.

Mientras que tranquilamente se duchaba, en la sala todavía estaba su padre, quien lo había visto entrar a casa sin que el se diera cuenta.

No Control |Chat Noir x Nathaniel|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora