Capítulo 7: Mandatos

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Tomé una hoja y unos lápices y me senté en el escritorio. Saqué la hoja en la que había escrito las primeras dos razones.; las anoté grande y luego la puse con un alfiler en el diario mural que tenía en la pieza, después de que la coloqué la quedé viendo.

 

Será muy fácil hacer esta lista,  lo difícil será pasar tiempo con el chico mono.

 

Miré el reloj, ya era tarde y mañana tenía que ir a la escuela.

La idea de encontrarme con Max no me animaba demasiado pero aún más me molestaba que desde ahora pasaría mis tardes plantando un árbol junto con él.

-Ag... -Me tiré en mi cama y apreté la almohada contra mi cara.

 

Mejor me duermo ya que mañana no podré llegar temprano para dormir... Además tengo que elegir un disfraz para el cumpleaños de Julia... ¿Porque se le ocurrió hacer una fiesta de disfraces?

 

Tocaron mi puerta levemente.

-¿Estas dormida? -Exclamó mi tía del otro lado de la puerta.

-¿No porque?

-Ah... ¡Duérmete!

-¡Tú también!

Se escuchó un golpe fuerte en la puerta y luego mi tía se escuchó mientras se alejaba.

Ya me duermo antes de que vuelva

***

A la mañana siguiente mi tía me fue a dejar a la escuela ya que después de eso quería pasar a la tiendas a ver si encontraba un mejor disfraz porque no le convenció su súper mascara.

Cuando iba de camino al edificio unas hojas cayeron enzima de mí, me detuve y mire el árbol y sus ramas y entre eso vi algo cayendo hacia mí; instintivamente cubrí mi cabeza con mis brazos.

Los tuve así por unos segundos pero al no sentir nada los despeje y cuando lo hice me encontré con la cara sonriente de Max frente a mí, rodé los ojos y masculle con mis labios.

-Buenos días Vale –Exclamó él poniéndose más cerca de mí. Me alejé un poco hacia atrás.

-Me llamó Valeria y no tienen nada de buenos estos días

-Que negativa –Hizo un gesto de aburrimiento y se dio media vuelta en dirección al edificio, yo no lo seguí solo seguí mi camino hacia la escuela normalmente… Cuando me dirigía a mi salón lo perdí de vista, no le tomé atención es más era un alivio no poder verlo.

Al entrar me encontré con la sonrisa de Julia de oreja a oreja.

-Vale… -Alzó las cejas y me tomó las manos.

Yo la miré asustada, siempre que ella tiene esa risa es porque hizo algo sin consultarme.

-Si ¿i?  

Siete razones para no enamorarse ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora