CAPITULO 3

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-¡Te lo juro!-gritó Álvaro, allí, tumbado sobre su cama con la comida dando vueltas en el interior del microondas-¡Me besó y desapareció por arte de magia!

-A ver, Alvi, cariño. ¿Pretendes que me crea que has sido testigo de una pelea de super modelos que desaparecen y aparecen para darte besos de película y mojar tus pantalones?-Alma no daba crédito a lo que escuchaban sus oídos.

-No. Pretendo que confíes en mí y que te creas que un chico muy extraño y potente me ha besado en las taquillas de mi trabajo y ha desaparecido por arte de magia.

-¿Sabes que es una locura verdad?

-Sé que suena como una locura, pero te puedo asegurar que es cien por cien real.


Se hizo el silencio, después se despidieron ya que el tiempo no apremiaba y Álvaro tenía apenas una hora para comer y volver al trabajo. El tenedor removía la pasta al mismo tiempo que la televisión recitaba el noticiario sin nadie que le escuchara, no en aquel pequeño piso del centro de la ciudad. Más y más dudas empezaban a bucear en los pensamientos de Álvaro, a veces llegaba a pensar que estaba loco, pero otras se centraba en verificar lo ocurrido, el que ese chico era real y en que la anciana lo había visto.


-¡Ya lo tengo!-gritó lanzando el tenedor por los aires-¡Voy a buscar a la anciana!


Motivado por la idea exagerada que se le acababa de ocurrir, Álvaro devoró los espaguetis al pesto, se cambió de ropa y salió por la puerta. Por primera vez en tres años estaba llegando excesivamente pronto al trabajo, lo habían notado hasta sus compañeros. Sin tomarse mucho más tiempo en meditar sobre lo ocurrido, se dedicó a trabajar con suma intensidad mientras transcurría la tarde.


Emilio llegó a pensar que su compañero estaba dopado o algo por el estilo. Álvaro mostraba una sonrisa continua con una actitud simpática, que se alejaba con creces de la personalidad forzada de los días anteriores. Hoy no había cavidad para malos clientes o gente retrasada (como decía él siempre). Al final, tras mucho meditarlo, el pescadero llegó a la conclusión de que el sábado y la llegada del fin de semana motivaba a su compañero.


-Qué tenga un buen día, señor-hablaba Álvaro alegrándole la vida a los clientes-Buenas tardes, señorita. Hoy tiene mil puntos en su tarjeta ¿Le apetece adquirir alguno de nuestros productos estrellas? ¿Conos de nata quizá? No pierda la oportunidad, el verano no es eterno y los helados se derriten.


Y parecía todo un galán, pero sus intenciones eran mucho más sombrías de lo que cualquier persona podía atisbar. Su mente degustaba el momento mientras se repetía una y otra vez:


"Ser una persona sociable y agradable a la gente tiene muchas ventajas. Como que puedes maquinar sin que nadie sospeche de ti" 


Horas después Álvaro se despedía de sus compañeros y fingía quedarse a recoger algunas cosas. Cerró la persiana, apagó las luces y guiado por las de emergencia se dirigió a la salida de emergencias. Alma estaba allí esperando, había captado la esencia del mensaje que su mejor amigo le había enviado. Aunque escaso en explicaciones y sin más palabras que las justas, Álvaro había conseguido tomarse un respiro para pedir ayuda, sabía que no podía avanzar estando solo en esto. 

-Veamos...-habló Alma mientras navegaba con sus dedos a través de los teclados de la Sala de Cámaras-¿Ves a la anciana?

-Aún no...

PLEGARIAS PARA TIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora